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martes, 13 de septiembre de 2016

Mindfulness y las terapias contextuales

Autor: Renzo Aguilar.



El presente artículo data sobre un término que proviene de culturas denominadas orientales y su relación con actuales terapias occidentales. En el mundo de oriente muchas personas tienen la costumbre de meditar, esta acción se popularizó gracias a Siddartha Gautama, más conocido como El Buda, por esta razón dicha práctica es vista en culturas como la nuestra con tintes de corte religioso y/o místico . Sin embargo, profesionales de la salud, están recomendando la práctica meditativa, incluso se le ha bautizado con un nombre distinto para poder ser incorporado en el ámbito científico: mindfulness.


El término mindfulness según su autor , es “…una conciencia que se desarrolla prestando una atención concreta, sostenida, deliberada y sin juzgar al momento presente” (Kabat-Zinn, 2013). Esta definición puede resultar vaga, extraña e incluso difícil de comprender, sin embargo, la única forma de entenderla es mediante la experiencia de la práctica de mindfulness, en otras palabras, experienciar el estado mindful. Es necesario agregar que en español, mindfulness es conocido como atención plena o conciencia plena. Por lo general, las personas suelen estar abstraídas en su mundo interior, hablando consigo mismas, pensando en sucesos del pasado o del futuro y así les cuesta entrar a experimentar el presente, esto quiere decir que están en el ahora pero su atención está en otro tiempo. Incluso puede haber ciertos problemas cuando alguien está muy identificado con su mente. Por ello, teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, las terapias contextuales promueven la práctica del mindfulness dentro de su quehacer profesional.




Técnica del mindfulness
La práctica de la atención plena puede resumirse en tres instrucciones básicas (Alonso, 2012):

  •      Detenerse y recogerse en uno mismo.
  •      Observar la experiencia (interna/externa).
  •   Regresar al momento presente usando los anclajes principales (respiración, sensaciones corporales).

Teniendo en cuenta las instrucciones mencionadas en el párrafo anterior, se conocen diferentes formas de práctica, sin embargo es importante recordar que la función (las tres instrucciones básicas descritas en el párrafo anterior) es la misma. Las terapias contextuales promueven ejercicios de mindfulness, en el siguiente apartado abordaré brevemente la temática.

una conciencia que se desarrolla prestando una atención concreta, sostenida, deliberada y sin juzgar al momento presente” (Kabat-Zinn, 2013)

Terapias contextuales
Las terapias contextuales pertenecen a un enfoque conductual en psicología, esto quiere decir que su interés se centra en el análisis y modificación de determinados comportamientos que no permiten al cliente tener la vida que desea vivir. Este tipo de terapias abordan al mundo “debajo de la piel” (pensamientos, emociones, sensaciones, recuerdos, impulsos, etc.) mediante la aceptación y el aprendizaje de relacionarse de otra manera con estos aspectos privados, para lo cual el mindfulness y sus componentes facilitan este punto de vista. A continuación, se nombrarán 3 terapias contextuales diferentes y su relación con la práctica del mindfulness: la terapia dialéctica comportamental (DBT), la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y la psicoterapia analítica funcional (FAP).

La terapia dialéctica comportamental (DBT) utiliza un protocolo estructurado para la intervención de personas con trastorno límite de personalidad, para ello cuenta con la incorporación de la filosofía dialéctica que cristaliza sobre todo la combinación de la aceptación y el cambio. Dentro de la formación de habilidades de aceptación se utilizan herramientas de mindfulness, para ello se explica a los pacientes la existencia de dos mentes, una racional (aquella que incorpora pensamientos) y otra emocional (aquella que incorpora las emociones). Y al integrar ambas mentes se llega la mente sabia, esta última vendría a ser la esencia de la conciencia plena o mindfulness (Miró y Simón, 2012).

La terapia de aceptación y compromiso (ACT) evalúa la función de diferentes dificultades psicológicas y para su intervención cuenta con seis procesos relacionados con la flexibilidad psicológica (Hayes, Strosahl y Wilson, 2015). Dentro de los seis procesos de ACT, cuatro de ellos se relacionan con la práctica de mindfulness: aceptación, defusión, yo como contexto y momento presente. Mediante la práctica de la atención plena se aprende a aceptar los pensamientos, sensaciones, emociones desagradables, asimismo se aprende a defusionar los pensamientos, esto quiere decir que no creemos que somos lo que pensamos, desarrollando un yo como contexto el cuál se puede describir como un yo que observa los pensamientos y emociones que están aconteciendo, y el momento presente es aquel en el que nos encontramos siempre, solo nuestra mente viaja al pasado y al futuro.
La psicoterapia analítico funcional (FAP) trabaja mediante el análisis funcional dentro del ambiente psicoterapéutico, además actúa mediante el reforzamiento natural, el moldeamiento, la equivalencia funcional y acentúa las contingencias que ocurren en el contexto terapéutico (Fernández y Ferro, 2005). Es decir, dentro del consultorio el terapeuta evoca conductas relacionadas con el problema del cliente para luego reforzar las conductas de mejoría. Para las diferentes intervenciones se requiere que terapeuta y cliente estén atentos a lo que sucede en el contexto de la sesión terapéutica, razón por la cual la práctica del mindfulness puede beneficiar a ambos en dicha práctica.

Programas de mindfulness
La atención plena también puede practicarse mediante programas aplicados  dentro del área clínica (Programa de reducción del estrés con Mindfulness, Terapia cognitiva basada en mindfulness, el Entrenamiento en comer consciente (MB-EAT), Mindfulness para la prevención de ganancia de peso (EMPOWER), entre otros), el área educativa, el área organizacional, etc. El programa más conocido es el Programa de reducción del estrés con mindfulness. Fue creado por Jon Kabat-Zinn, consta de 1 sesión grupal semanal de 2:30 horas durante 8 semanas, desarrollándose diferentes ejercicios de atención plena enfocados a respirar, caminar, comer, etc. Aquel intervención desarrollada por Kabat-Zinn sentó las bases para otros programas similares (Miró y Simón, 2012).

Para finalizar…
Mindfulness es una herramienta psicológica que promueve la aceptación de emociones y pensamientos desagradables al centrar la atención en otro estímulo diferente como los sonidos, imágenes, sensaciones corporales, etc. Su beneficio no radica en su conocimiento teórico sino en la propia experiencia personal, ayudando a estar más conectados con el momento presente debido a que al practicarlo podemos estar más conscientes de eventos internos desagradables y elegir no evitarlos y/o quedarnos fusionados con ellos. Al practicar mindfulness diariamente, aprenderás a notar diferentes sensaciones, pensamientos, emociones molestas pero con el tiempo van a ser menos molestas y vas a poder aceptarlas, no es fácil pero vale la pena, es un estado que todos podemos acceder. Espero que este artículo pueda ser una motivación para poder acercarnos más a un estado mindful.

Referencias:
Alonso, M. (2012). Mindfulness en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. En: Miró, M. T. y Simón, V. (eds.), Mindfulness en la práctica clínica (pp. 81-140). Bilbao: Desclée de Brouwer.
Fernández, A. & Ferro, A. (2005). Psicoterapia Analítica Funcional: Una aproximación contextual funcional al tratamiento psicológico. Edupsykhé, 5 (2), 203-229.
García-Palacios, A. y Navarro, M.V. (2012). Mindfulness en los trastornos de personalidad. En: Miró, M. T. y Simón, V. (eds.). Mindfulness en la práctica clínica (pp. 271-279). Bilbao: Desclée de Brouwer.
Hayes, S. C. Strosahl, K. & Wilson, K. G. (2015). Terapia de aceptación y compromiso: Proceso y práctica del cambio consciente (Mindfulness). Bilbao: Descleé de Brouwer.
Kabat-Zinn, J. (2013). Mindfulness para principiantes. Kairós: Barcelona














jueves, 28 de julio de 2016

Watson y el Pensamiento: Una relación amor-odio

Darwin Gutierrez
Miembro de Liceo Contextual

Como parte de las entregas “no todo lo que te enseñaron de psicología es cierto” comenzaremos revisando una afirmación común en las aulas universitarias: “Watson (y se generaliza, el conductismo) negó la consciencia y eventos internos, dejándolos de estudiar”.

Watson ha sido quizá el psicólogo más polémico y mediático del pasado siglo. Su carismática pluma que le otorgó una alta cobertura, hasta llegar a convertirse en presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA) en 1914 (un año después de haber redactado el famoso artículo “Psychology as the behaviorist views it”, coloquialmente conocido como “El manifiesto conductista”); no lo libró de un aura oscura de ‘científico loco’. Sus apariciones en la comunicación pública acentuaron la leyenda.


En la conferencia realizada por el investigador experimental Ricardo Perez Almonacid en el II Congreso Sociedad para el Avance del Estudio Científico del Comportamiento, resalta el interés investigativo watsoniano posterior al ‘manifiesto’ en otorgar marcos explicativos sobre el pensamiento. La primera parada fue un locacionismo directo, otorgándole una ubicación espacial en la laringe al resumir al pensamiento como habla sub-vocal  (Watson, 1920). Los pensamientos se tratarían de una forma gradual de actividad verbal silenciada, con una funcionabilidad evolutiva. Todavía es común encontrar comentarios, incluso dentro de círculos conductuales, como: “el pensamiento es solo lenguaje silenciado”. Los investigadores experimentales contemporáneos han permanecido con esa imagen simplificada, y al mismo tiempo fácilmente transmitible, del pensamiento  (Tortosa, Pérez y Pérez, 1991).
"La primera parada fue un locacionismo directo, otorgándole una ubicación espacial en la laringe al resumir al pensamiento como habla sub-vocal  (Watson, 1920)"

En una segunda versión se agrega el concepto de “economía conductual”. Según esta posición, el pensamiento serviría como una forma ahorrativa de ajustarse al medio. Una especie de estrategia selectiva de dejar de verbalizar y por lo tanto, dejar de gastar energía. De esta manera se otorga su primera relación entre la resolución de problemas y el pensamiento, un tema de interés vigente en los estudios experimentales hasta la actualidad.
Ante lo anterior, aún aparece una pregunta: “¿los animales también tendrían habla subvocal?, ¿cómo saberlo?”. Watson trató de responderlo evitando cualquier forma de antropomorfización, sobre todo con un animal que compartía de forma “observable” el hábito verbal: el loro. Para tal desafío diferenció el hábito verbal-motor del hábito lingüístico mediante el concepto de “equivalencia de respuesta”. El loro al recibir el sonido inmediatamente puede repetirlo por una única vía, la fonológica; mientras que en el caso del ser humano la respuesta puede ser intercambiada por otra actividad motora no ubicable estrictamente en una sola parte del cuerpo. Es decir, la respuesta se realiza con todo el organismo (Perez-Almonacid, 2010).

Esta sustitución entendida como equivalencia funcional de respuestas, se convertiría en una forma de cumplimiento del principio de economía orgánica adaptativa del lenguaje y pensamiento. Estas respuestas a su vez darían la oportunidad de convertirse en estímulos generando lo que Perez-Almonacid (2013) en el video  llama “lenguaje sobre lenguaje”. Para esto, posteriormente inserta, de manera genérica, una función al lenguaje de sustituir los objetos del mundo, entrando en las fronteras del representacionismo cognitivo. Posteriormente habrá oportunidad de ampliar este punto.
Esto es lo más “elemental” que puedo decir hasta el momento. Si bien Watson con un espíritu anti-metafísico negó la existencia de la consciencia,  no entraré a defender (si es que se puede) o atacar esa afirmación, he tratado de demostrar el interés paradójico en aquello que justamente negó (ejemplificado en múltiples estudios experimentales y esclarecimientos conceptuales que posteriormente brindó a la comunidad científica). En este punto sería bueno darle un vistazo a la posición de Perez-Alvarez (1995): “El asunto de los procesos mentales y de la conciencia no es cuestión de admitirlos o no, sino del tratamiento que se les dé, y en esto, entonces, uno puede ser mentalista (cuando se admiten tras un trámite metodológico) o conductista cuando se cuenta con ello en el ejercicio mismo de la conducta (y no en la representación teórica acerca de la representación mental del sujeto en virtud de la cual se comportara)”. (Dejamos el link para que saques tus conclusiones: https://es.scribd.com/doc/202140317/Watson-1913-Psychology-as-the-Behaviorist-Views-It).

Sin embargo podría decirse que Watson, dependiendo de la época podría encajar completamente en ambas posiciones; al simplificar al pensamiento inicialmente como habla subvocal, negando la existencia de procesos complejos, y posteriormente al dedicar gran parte de su vida académica a representar conductualmente el fenómeno. Estos encuentros-desencuentros nos hablan de una relación tormentosa de estudiar procesos conductuales complejos con un afán de darle a la psicología un objeto de estudio definido por exclusión (no consciencia, no eventos privados), pero como menciona Perez-Almonacid (2013) termina cayendo en la trampa de operacionalizar el lenguaje ordinario.


Referencias:

Perez-Almonacid, R. (2010). Análisis conceptual y experimental de la sustitución contingencial. Tesis para optar el grado de doctor en ciencia del comportamiento. Universidad de Guadalajara.
Perez-Almonacid, R. (2013). Evolución del concepto de pensamiento en Watson. II Congreso Sociedad para el Avance del Estudio Científico del Comportamiento. Realizado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España. Recuperado de https://canal.uned.es/mmobj/index/id/16025
Perez-Alvarez, M. (1995). El fracaso del conductismo watsoniano y el éxito del punto de vista conductista. Acta comportamentalia, 3, 35-53.
Tortosa, F; Pérez, E. y Pérez, A. (1991). La nueva imagen John Broadus Watson en la historiografía contemporánea. Anuario de psicología de la Universidad de Barcelona, 51, 67-87
Watson, J.B. (1913). Psychology as the behaviorist views it. The Psychological Review, 20 (2), 158-177. Recuperado de https://es.scribd.com/doc/202140317/Watson-1913-Psychology-as-the-Behaviorist-Views-It
Watson, J. B. (1920). Is Thinking merely the action of language mechanisms?. British Journal of Psychology, 11, 87-104. Recuperado de http://psychclassics.yorku.ca/Watson/thinking.htm


            
John Broadus Watson

jueves, 21 de abril de 2016

Mente y Conductismo

Renzo Aguilar Cacho
Miembro de Liceo Contextual




La mente es una palabra popular en la sociedad, muchas personas suelen hablar de mente utilizando explicaciones provenientes de diferentes disciplinas como la filosofía, religión, psicología, etc. Diferentes corrientes de psicología han abordado el estudio de la mente, por ejemplo desde la psicología cognitiva es muy conocida la metáfora de la computadora, la cual compara el funcionamiento de la mente con el accionar de una computadora. Sin embargo, hay muchas controversias respecto a la definición de la mente desde nuestra disciplina. Este artículo pretende cuestionar su definición, asimismo conocer el significado de mente desde el conductismo-contextual.

Conducta verbal y pensamiento
En su libro Learning RFT: An introduction to relational frame theory and its clinical appliaction, Torneke (2010), basándose en la teoría de Skinner, menciona que la conducta verbal opera bajo los estándares del condicionamiento operante, esto quiere decir que existe un estímulo antes de emitirse una conducta verbal y ésta tiene consecuencias, asimismo hay un oyente y un hablante. Por ejemplo, una madre le dice a su hijo “mírame” (conducta verbal del hablante), entonces su hijo la mira (el oyente refuerza la conducta verbal del hablante). Torneke agrega que en el caso del pensamiento sigue los mismos principios de la conducta verbal, en otras palabras, pensar opera también bajo los términos del condicionamiento operante, la diferencia es que el hablante y el oyente son la misma persona.

¿Cómo nace el pensamiento?
El medio ambiente refuerza y castiga al hablante, esto quiere decir que es la sociedad la que ha reforzado la conducta del pensar. Para que esta explicación sea más clara se puede brindar un ejemplo: un niño aprende a contar en voz alta del 1 al 10, entonces los padres refuerzan esta conducta al decirle “¡qué bien cuentas, sigue así!”, no obstante, conforme va pasando el tiempo el niño ya no recibe un refuerzo por parte de sus padres e incluso pueden castigar ese accionar cuando ellos necesitan silencio a su alrededor y su hijo cuenta en voz alta. 

Debido a las consecuencias del ambiente, el niño empezará a contar en voz baja e incluso se percatará que puede contar sin que nadie lo escuche, de esta forma empezará a reforzarse a sí mismo, aprendiendo a contar desde su pensamiento (Torneke, 2010).

Teoría de los marcos relacionales y mente
Se realizaron muchas investigaciones luego del trabajo sobre conducta verbal de Skinner, resaltando la teoría de los marcos relacionales (TMR), la cual fue un hallazgo clave en psicología conductual, proponiendo una explicación que amplia ese hallazgo a todo el lenguaje y la cognición (Hayes, Strosahl y Wilson, 2015). Hayes y Smith (2005) explican cómo opera la TMR mediante un ejemplo; se le enseña a un bebé tres estímulos: 1) un dibujo de un animal imaginario, 2) su nombre y 3) el sonido que emite, en tal caso hay tres estímulos. Se le dice al bebé: “este es un gub-gub (señalando el dibujo), ¿sabes decir gub-gub?”, cuando el bebé aprende esta relación se le enseñará una segunda relación: “este gub-gub hace woo ¿sabes decir woo?”. 

Al finalizar el aprendizaje de la segunda relación, se puede notar que el bebé aprendió las relaciones “dibujo-nombre del animal” y “dibujo- sonido que hace el animal”. Lo que resulta sorprendente es que el bebé asocia otras cuatro relaciones sin que otra persona se lo enseñe: “nombre del animal” - dibujo”, “sonido que hace el animal- dibujo”, “nombre del animal” - sonido que hace el animal”, “sonido que hace el animal- nombre del animal”. Conforme los seres humanos van creciendo apareceran nuevas relaciones, las cuales se agregaran a las relaciones ya aprendidas.

Entonces…
Aún se requieren realizar más investigaciones en torno a la TMR y creo que es importante poder difundirla en la sociedad, la cual suele conocer a la mente como algo mágico dentro del ser humano, algo que no se puede comprender o algo que funciona como una computadora con memoria RAM, disco duro, tarjetas de video, etc. El conductismo provee una aproximación diferente a lo que se denomina pensamiento, siendo la TMR una apuesta por las diferentes relaciones arbitrarias que pueden ocurrir dentro del mundo debajo de la piel.

 Referencias:
  • Hayes, S. C. & Smith, S. (2005). Sal de tu mente entra en tu vida: La nueva terapia de     aceptación y compromiso. Bilbao: Descleé de Brouwer
  • Hayes, S. C. Strosahl, K. & Wilson, K. G. (2015). Terapia de aceptación y compromiso: Proceso y práctica del cambio consciente (Mindfulness). Bilbao: Descleé de Brouwer
  • Törneke, N. (2010). Learning RFT: An introduction to relational frame theory and its clinical appliaction. Oakland: New Harbinger Publications.

Análisis histórico de la Igualación a la Muestra

Bryan Félix Aguirre Jaqui
Miembro de Liceo Contextual



Historia.
Como precedente histórico, en 1801, el francés Itard hacía uso de técnicas pedagógicas para desarrollar el intelecto de su pequeño salvaje (Itard, 1932, en García, 2002) Posteriormente, encontramos trabajos relacionados en animales como antecedentes, antes de pasar al antecedente principal del fenómeno de la discriminación (Furness, con chimpancés y orangutanes 1916; Kohts con un chimpancé, 1928; Yerkes con gorilas, 1928, en García, 2002.).
Preparó tres pedacitos de papel de formas y colores bien diferenciados: círculo rojo, triángulo azul y cuadrado negro, y los pegó a la pared. Preparó después tres cartoncitos de igual forma y color y se los entregó al niño para que éste los emparejara correctamente. El pequeño aprendió rápidamente (García, 2002, p. 126).
Como fenómeno, tuvo su origen en los estudios con ratas de Lashley (1938; citado en Carter y Werner, 1978), de la “reacción condicional generalizada”. El procedimiento consistía en establecer relaciones entre un aspecto específico de un estímulo y la respuesta, en la cual, una segunda señal indicaba cuál de los estímulos era el que estaba correlacionado con el reforzamiento. A esta ejecución la nombro reacción condicional, cuyo planteamiento es la base del fenómeno de la discriminación condicional. El procedimiento consistía: cuando el fondo era a rayas, se elegía el triángulo con pico hacia abajo, y cuando el fondo era oscuro, se elegía el triángulo con pico hacia arriba.
Como precursores de este procedimiento, encontramos a Weinstein en 1941y 1954, con sus estudios de objetos tridimensionales con monos. Luego a Riesen y Nissen en 1942 con su estudios sobre el requerimiento del requerimiento de conductas diferentes según distintos estímulos muestras en chimpancés. Entra en escena finalmente, Spaet y Harlow en 1943 con estudios de elección de conductas diferentes y no-diferentes según el color del estímulo en chimpancés, que se considera estudios de orden superior o de segundo orden. Posteriormente hubieron otros ofrecidos por Harlow en 1943, y Young y Harlow en ese mismo año (García, 2002).
"La igualación a la muestra se convirtió de un fenómeno de discriminación, a un procedimiento experimental clásico"
Como nombre, tuvo su origen en Skinner (1950/1975). Ya en los tiempos de 1950, Skinner argumentaba la necesidad de modificar el paradigma de investigación psicológica, definido como el “explicar un evento, en otro lugar, en término diferente y hasta en dimensión diferente –paradójicamente- del lugar en que ocurre en realidad” (p. 193). Esto lo hacía por dos grandes motivos: (a) la no pertinencia de estos estudios (fisiológicos,  mentalistas, conceptuales) para la explicación del fenómeno psicológico como tal; y (b) la necesidad de establecer una “teoría” basada en la explicación de los hechos, y no una “teoría” como consecuencia de la ignorancia de los hechos.
Es en este momento, que Skinner menciona el término: Igualación a la muestra, demostrando varios ejemplos con ensayos de discriminación en palomas, en donde se demuestra esta complejidad de la conducta de elegir – discriminar a donde dirigir la conducta según condiciones secundarias –luces de colores que se alternaban como estímulo muestra . Por ello, Skinner nos demuestra que no son necesarias las teorías del aprendizaje –aunque argumento que sí han sido importantes y no se les niega su avance- pero sí necesaria, una teoría alternativa que nos trascienda (ni viceversa) las respuestas individuales o las respuestas de estímulo-respuesta. Que puede y se está investigando conducta compleja y no de reflejo (fisiológico), que se investiga de manera objetiva  y no circular-inferencial (“hace esto pues le es agradable”) y que se investiga observándose los eventos explicativos como tal y no estructuras conceptuales que implican el problema absurdo – y eterno de la relación materia no materia.
Entonces, la igualación a la muestra es propuesta por primera vez, para justificar la teoría de Análisis Experimental de la Conducta, justamente porque implica (a) un tipo especial de conducta discriminativa, (b) una técnica para el estudio de relaciones de alto orden, (c) estudio de diversos aspectos de la conducta, (d) además del ambiente (Vargas – Mendoza, 2008).
La igualación a la muestra se convirtió de un fenómeno de discriminación, a un procedimiento experimental clásico en más de un conductismo (Pérez, Guerrero y López, 2002), como lo es el Conductismo radical de Skinner y Teoría de la conducta de Ribes y López (1985).
Como discriminación condicional simple, nace con el mismo Skinner, en la cual la respuesta del organismo se incrementa en presencia de un estímulo correlacionado positivamente con el reforzamiento (estímulo discriminativo) y se correlacionaba negativamente con el reforzamiento (estímulo delta).

Figura 1 Igualación a la muestra de primer orden.

Como paradigma básico experimental y primer precursor de relaciones superiores, fue el caso de Murray Sidman (1960) en Tácticas de Investigación científica, donde acuña el término de relaciones de equivalencia, que fue  el descubrimiento de cómo surgían nuevas relaciones entre estímulos previamente o entrenados: la estimulación A (compuesta por los estímulos A1, A2 y A3), la estimulación B (compuesta por B1, B2, B3) y la estimulación C (compuesta a su vez de C1, C2 y C3). Mediante un procedimiento de igualación a la muestra se entrenan diferentes relaciones entre ellos. Se entrenan explícitamente A1-B1 (y el resto hasta An-Bn), B1-C1 (y el resto hasta Bn-Cn). Como resultado de dicho entrenamiento emerge la relación An-Cn (es decir, A1-C1; A2-C2, A3-C3) y Cn-An (García, 2000).
Como situación experimental que se generalizó, una década aproximadamente después, la tuvo con Cumming y Berryman (1965). Se estableció en la presentación de al menos tres estímulos, un estímulo en el centro de la pantalla, nombrado estímulo muestra (EM); dos estímulos al lado del estímulo central, conocidos como estímulos de elección o comparación (ECOs). Uno de los estímulos de comparación es la elección correcta dado el estímulo muestra presente en cada ocasión. Por ello, el estímulo muestra posee propiedades instruccionales o de discriminación, esto es, “indica” cuál de los estímulos de comparación es el estímulo discriminativo.

El desarrollo de la igualación a la muestra en el enfoque conductual ha sido muy variado y amplio. Para fines de profundización, ver el excelente trabajo de Carter y Werner en 1978. Esta metodología ha pasado por diversas etapas en las cuales aún siguen presentándose renovaciones y redefiniciones conceptuales hasta el día de hoy. Finalmente, cabría preguntarse sobre los límites de esta metodología, sin embargo, se sabe que tiene mucho más que demostrar en el complicado camino de la ciencia psicológica.


Referencias
  • Carter, D., y Werner, T. (1978). Complex learning and information proceesing by pigeons. A critical analysis. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 29, pp. 565-601.
  • Cumming, W., y Berryman, R. (1965) .The complex discriminated operant studies of matching to sample and related problems. En Mostofosky, D. (ed.) Stimulus generalization. Stanford: Stanfor University Press, p. 284-230. 
  • García, A. (2002). Antecedentes históricos del uso de discriminaciones condicionales en el estudio de la simetría. Revista de Historia de la Psicología, 23(2), pp. 123-130.
  • García, M. (2000). Relaciones de Equivalencia. Las últimas aportaciones del Análisis de Conducta a la Psicología. Recuperado el 15 de Junio del 2013 de: http://www.uma.es/petra/contextos_nueva/PDF/Garcia_Relaciones_equivalencia.pdf
  • Pérez, A., Guerrero, F., y López, W. (2002) Siete conductismos contemporáneos: una síntesis verbal y gráfica. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 2(1), pp. 103-113.
  • Ribes, E., y López, F. (1985). Teoría de la conducta. Un análisis de campo y paramétrico. México: Trillas.
  • Skinner, B. F. (1975). ¿Son necesarias las teorías del aprendizaje? En B. F. Skinner (Ed.), Registro acumulativo (pp. 77-111). Barcelona: Fontanella. (Trabajo original publicado en 1950).
  • Vargas-Mendoza, J. E. (2008). Igualación a la muestra: lecturas para un seminario. México: Asociación Oaxaqueña de Psicología A. C.


lunes, 8 de febrero de 2016

¿Por qué un conductista se siente tan cómodo haciendo terapia contextual?

Darwin Gutierrez 
Miembro de Liceo Contextual

Hace ya algunas veces (solo una y por casualidad) que me lo han preguntado. La mayor parte atino a señalar que la raíz epistemológica de los procedimientos contextuales proviene de una filosofía conductista, pero cuando voy por la tercera palabra y observo el bostezo sospecho que no es el momento indicado para explayarme. Aprovecharé el medio para hacer un top 4:

Visión Acción-Circunstancia
Desde Watson (1913), se consideró a la conducta como objeto de estudio, señalando que no se requería más elementos que este y su ambiente para ser analizados. Aunque esta última parte fue descuidada por los críticos, tratando de propagar la idea de que el conductismo solo le interesa la conducta entendida como acción visible, e incluso metodológicamente obviada por algunos investigadores posteriores; las terapias contextuales rescatan la importancia de ver lo psicológico como la relación conducta-contexto. Perez-Alvarez (2014) utilizando a Ortega y Gasset (1985) nos colocan a la “acción en su circunstancia” como centro de su aproximación conceptual de hombre. Resaltando una visión no fatalista (ni mecanicista), sino posibilitadora de una variedad de reacciones del organismo, en especial del ser humano. Siendo compatible con los postulados de Kantor (1990) con respecto a lo imposible que es ver el acto humano sin tener en cuenta el sentido que le otorga su cultura vigente y su historia.

Principios vs. Técnicas: Una forma divertida de extrapolar conocimiento
La generación de técnicas psicológicas parecían suficiente en los lejanos 60’ y 70’, su relativa fácil protocolización y manualización hacían posible anexarse a paquetes terapéuticos de distinto origen. Uno de los resultados más notables y exitosos de esta visión la podemos encontrar en la TCC estándar (Labrador, 2008). Sin embargo en los últimos años se observó que su participación solo explica un bajo porcentaje del cambio terapéutico. Las habilidades del terapeuta, el manejo del marco explicativo vinculado con la comodidad con la misma, se convierten en una pieza fundamental. Por lo tanto los conductistas de antaño, que debido a la vigencia de la TCC usaban procedimientos cognitivos y cuya eficacia podría verse afectada, tuvieron que elegir entre volver a un entendimiento mediacional o dedicarse exclusivamente al trabajo teórico-experimental. Las terapias contextuales permiten no tener que elegir entre efectividad y coherencia, haciendo posible la compatibilidad entre lo que se hace-dice en terapia y lo manejado en el trabajo de ciencia básica, con buenos estándares de evidencia (Behavioral activation, ACT y DBT figuran en el recuadro de terapias con evidencia empírica de la APA, Crespo, Bernaldo de Quirós, Roa, Gómez y Roa, 2012). Esta relación, psicología experimental-terapia contextual, recibe el nombre de principio terapéutico; además haciendo posible el análisis de otras aproximaciones terapéuticas sin necesidad de eclecticismo.


Los formadores como science-boys
Al convertir a los principios terapéuticos como el contexto de cambio, algo así como la cereza del pastel, se hace necesario su aprendizaje mediante una aproximación por competencias. Esta no se logra solamente por personas que manejan sus procedimientos sino por aquellas que manejan la generación/vigencia de dichos principios. No es casualidad que la mayor parte de entrenadores calificados hayan o estén realizando investigación experimental de ciencia básica. De esta forma sirviendo de inspiración para que nuevas generaciones sientan atracción por el trabajo de psicología experimental, no solo degustando de la cosecha sino también disfrutando de la siembra. Una conversación de ciencia nunca está de más en las capacitaciones.

Evaluación habilidades- competencias
Desde antes de que se declarada formalmente a la morfología (solo lo observable o describible con palabras) como el enemigo número uno de la psicología científica (Ribes, 1994), el conductismo resaltaba la importancia de analizar la función del comportamiento. Siendo inevitable las discrepancias con los diversos manuales diagnósticos existentes en la galaxia (DSM-5 y CIE-10), encontrando una tregua momentánea en el abordaje TCC estándar. Investigaciones de diversas tradiciones y movimientos sociales han dado la alerta de la necesidad de incorporar nuevas formas evaluativas que promuevan la adherencia al tratamiento (Miller y Rollnick, 2008). Las terapias contextuales de este modo proponen conceptos funcionales para analizar las problemáticas de salud mental, reafirmando que las personas “no tienen algo malo dentro suyo” sino una relación con su contexto que le causa dificultades vitales, la cual puede ser expresada en competencias-habilidades evitando el prejuicio y la estigmatización.
Estas son solo algunas de las razones. Ya volveremos por más…


Referencias:
  • Watson, J. (1913). Psychology as the behaviorist views it. The psychological Review, 20, 158-177.
  • Ortega y Gasset, J. (1985). La rebelión de las masas. México: Planeta.
  • Perez-Alvarez, M. (2014). Las terapias de tercera generación como terapias contextuales. España: Síntesis.
  • Labrador, F.  (2008). Técnicas de modificación de conducta. España: Pirámide.
  • Ribes, E. (1994). El análisis de la conducta humana: la morfología como enemigo público número uno. En: Hayes, L; Ribes, E; Lopez, F. Psicología interconductual: contribuciones en honor a J.R. Kantor. México: Universidad de Guadalajara.
  • Kantor, J.R. (1990). La evolución científica de la psicología. México: Trillas.
  • Crespo, M; Bernaldo de Quirós, M; Roa, A; Gómez, M.M. y  Roa, R. (2012). Guía de Referencia Rápida de Tratamientos Psicológicos con Apoyo Empírico. Recuperado 08/12/15 del sitio web del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos I de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid: http://www.ucm.es/info/psclinic/guiareftrat/index.php
  • Miller,  W. y Rollnick, S. (2008). La entrevista motivacional: preparar para el cambio de conductas adictivasBarcelo: Paidos.