Contenidos

domingo, 17 de noviembre de 2019

Teoría del marco relacional y Conducta Verbal de Skinner: Una posible síntesis


Dermot Barnes-Holmes e Yvonne Barnes-Holmes
National University of Ireland, Maynooth

Veronica Cullinan
University College, Cork

El presente artículo sugiere una posible síntesis del tratamiento de Skinner (1957) sobre la conducta verbal con la interpretación conductual más reciente del lenguaje conocida como teoría del marco relacional. Se esboza primero la razón para intentar combinar estos dos enfoques. Posteriormente, cada una de las operantes verbales descritas por Skinner es examinada y sometida a un análisis de marco relacional. En cada caso, se identifican dos tipos de operantes; una basada en contingencias directas de reforzamiento, y la otra basada en la respuesta relacional aplicable arbitrariamente. Las últimas operantes son designadas como verbales porque pueden ser distinguidas de otras formas de conducta social, y parecen poseer las cualidades simbólicas o referenciales a menudo adscritas al lenguaje humano. Al aplicar la teoría del marco relacional a las operantes verbales de Skinner, pretendemos contribuir al desarrollo de una agenda investigativa analítica-conductual moderna en el lenguaje y la cognición humanos.
Palabras clave: conducta verbal, teoría del marco relaciona, operantes verbales, lenguaje, cognición.

El propósito del presente artículo es proporcionar una posible síntesis del tratamiento de Skinner sobre la conducta verbal con el tratamiento conductual más moderno del lenguaje conocido como teoría del marco relacional (RFT[2]) (v.g., Hayes, 1991; Hayes y Barnes-Holmes, en prensa). El presente artículo no contendrá una descripción detallada de estos dos enfoques separados porque este material ya se encuentra disponible. Además, no intentará revisar ninguna de las pruebas empíricas ya sea a favor de la Conducta Verbal de Skinner o la RFT. Nuestro objetivo aquí es simplemente sugerir un modo en el que dos enfoques aparentemente dispares para el estudio del lenguaje humano, dentro del análisis de la conducta, pueden combinarse a un nivel puramente conceptual. Si tenemos éxito en este sentido, suponemos que la investigación empírica posterior o apoyará o contradecirá el presente trabajo. El artículo empezará delineando el fundamento para intentar una síntesis de los enfoques skinneriano y de la RFT para el lenguaje, y después intentaremos lidiar sistemáticamente con las operantes verbales descritas por Skinner (1957), y sujetaremos cada una de ellas a un análisis RFT funcional.

FUNDAMENTO PARA LA SÍNTESIS PROPUESTA

Hay una tendencia dentro de algunas áreas del análisis de la conducta a interpretar el reciente aumento de la investigación sobre equivalencia de estímulos, relaciones derivadas de estímulos y fenómenos verbales como un rechazo del recuento de Skinner (1957) sobre la conducta verbal (v.g., véase Sidman, 1994, pp. 562-573). Aunque ciertos investigadores de la RFT han criticado ciertos aspectos del trabajo de Skinner (v.g., Hayes, 1994; Hayes y Wilson, 1993), sería un error suponer que no existe ningún mérito a ser encontrado en su recuento desde una perspectiva RFT. De hecho, creemos que combinar el trabajo de Skinner con la RFT nos ayudará a desarrollar una agenda investigativa clara y útil para el estudio analítico-conductual del lenguaje y cognición humanos.
El lector puede sorprenderse al saber que hace casi 10 años Chase y Danforth (1991) sugirieron un modo en que las formulaciones de Skinner podían integrarse con la RFT. Estos autores adoptaron una definición de las relaciones verbales que era consistente con el análisis de Skinner, pero añadieron una característica crítica. Definieron la conducta verbal como una relación en la que:

(a) Una respuesta es emitida por un individuo; (b) la consecuencia crítica es proporcionada por la conducta de otro individuo (el oyente): (c) la conducta del oyente está explícitamente condicionada a responder a los estímulos producidos por el primer individuo y (d) el condicionamiento explícito del oyente involucra el condicionamiento ante relaciones estimulares arbitrarias.

Los autores señalaron que la característica “a” distingue a la conducta de los eventos no conductuales, la característica “b” distingue a la conducta social de la conducta no social, y la característica “c” especifica el requisito de que la conducta del oyente sea condicionada a los estímulos producidos por el hablante con el fin de que el oyente pueda proporcionar confiablemente consecuencias para la conducta del hablante. Chase y Danforth añadieron la característica “d” a la definición de Skinner por dos razones principales. En primer lugar, la mayoría si no toda la conducta social involucra las cualidades descritas en las características “a”, “b” y “c”, y así se necesita al menos otra característica definitoria para distinguir la conducta verbal de prácticamente todas las demás formas de conducta social. En segundo lugar, ejemplos de conducta que a menudo son descritas como verbales incluyen una cualidad simbólica o referencial (Barnes y Holmes, 1991; Hayes, 1991; Hayes y Hayes, 1989; Skinner, 1986) o relaciones generalizadas entre estímulos arbitrarios (Hayes, 1994; Hayes y Hayes, 1989; Skinner, 1986; véase también Barnes-Holmes y Barnes-Holmes, en prensa). Al añadir la característica “d”, sin embargo, Chase y Danforth (1991) concluyeron “que la conducta verbal involucra relaciones sociales o determinadas culturalmente entre eventos en el mundo, símbolos, imágenes, gestos y sonidos” (p. 206).
Consistente con Chase y Danforth (1991) (Característica “d” anterior), la RFT argumenta que la conducta verbal involucra una historia de reforzamiento para la respuesta acorde con un rango de relaciones aplicables arbitrariamente y controladas contextualmente conocidas como marcos relacionales. Los tipos de historia y los procesos conductuales involucrados en los marcos relacionales  han sido considerados, a un nivel conceptual, en varias otras fuentes (véase Barnes-Holmes y Barnes-Holmes, en prensa, para un examen detallado de esta cuestión; véase también Barnes, 1996; Barnes y Hampson, 1993, 1997; Barnes, Healy y Hayes, en prensa; Barnes y Roche, 1996; Hayes, Gifford y Wilson, 1996). En resumen, la RFT argumenta que la respuesta relacional derivada es establecida, en gran parte, mediante una historia apropiada de entrenamiento en múltiples ejemplares.
Por propósitos ilustrativos, considere el ejemplo de la nominación derivada, que se considera que es uno de los marcos relacionales más tempranos y más importantes (Barnes-Holmes, Barnes-Holmes y Roche, en prensa). Un cuidador a menudo pronunciará el nombre de una persona en presencia de un niño pequeño y luego reforzará cualquier respuesta de orientación hacia esa persona. Esta interacción puede describirse como oír el Nombre A  mirar a la Persona B. Algunas veces el cuidador también le preguntará al niño el nombre de una persona en presencia de estos y luego modelará y reforzará un tacto apropiado (Skinner, 1957). Esta interacción puede describirse como Ver a la Persona B  Escuchar y decir el Nombre A. Durante las etapas tempranas del entrenamiento en lenguaje, cada interacción puede requerir reforzamiento explícito para que se establezcan en el repertorio conductual del niño, pero después de que se han entrenado un número de ejemplares nombre-persona y persona-nombre (junto con otras relaciones nombre-evento y evento-nombre), se establece la clase de respuesta operante generalizada de “nominación derivada”. En otras palabras, a partir del entrenamiento en ejemplares múltiples la nominación derivada del niño queda bajo control abstracto de las señales contextuales específicas. Suponga, por ejemplo, que se le dice a un niño con esta historia de nominación de ejemplares múltiples: “Este es Steve”. Las señales contextuales, tales como la palabra es y el contexto de nominación en sí, serán ahora discriminativas para la respuesta simétrica entre el nombre y la persona. Por lo tanto, en presencia de mayor entrenamiento, el niño ahora apuntará a Steve cuando se le pregunte “¿Dónde está Steve?” (Nombre A  Persona B) y dirá “Steve” cuando se le presente a la persona y se le pregunte “¿Quién es este?” (Persona B  Nombre A) (Véase Hayes y cols., 1996). De hecho, investigación empírica reciente ha empezado a explorar el papel del entrenamiento en ejemplares múltiples en la adquisición de marcos relacionales en niños pequeños, y esto ha proporcionado evidencia (aunque limitada) para apoyar el enfoque RFT a la conducta verbal (v.g., Barnes-Holmes y cols., en prensa; véase también Lipkens, Hayes y Hayes, 1993).
En base a un trabajo tanto conceptual como empírico en RFT, tomamos la postura de que la conducta tanto de los oyentes como de los hablantes es esencialmente verbal si involucra, hasta cierto grado, la transformación derivada de las funciones del estímulo acorde con los marcos relacionales (véase Barnes, 1994; Barnes y cols., en prensa; Barnes y Holmes, 1991; Hayes, 1994; Hayes y Barnes-Holmes, en prensa; Hayes y Hayes, 1989). Desde esta postura, se vuelve posible usar la definición de Chase y Danforth (1991) sobre la conducta verbal para reexaminar las clases principales de operantes verbales descritas por Skinner (1957), e interpretarlas desde una perspectiva RFT. Haremos esto presentando primero un recuento skinneriano de cada una de las clases principales, en el mismo orden en que aparecen en el texto de Skinner (i.e., mandos, conducta ecoica, conducta textual, transcripción, tomar dictado, intraverbales, tactos, tactos extendidos, autoclíticos), seguido por una interpretación RFT de cada clase. Esto requerirá distinguir dos formas diferentes de cada operante verbal, una basada en las contingencias directas de reforzamiento y la otra basada en la respuesta relacional aplicable arbitrariamente. Las primeras operantes serán etiquetadas como no verbales porque no pueden ser distinguidas con facilidad de cualquier otra forma de conducta, y no poseen ninguna de las cualidades referenciales o simbólicas usualmente adscritas a los eventos verbales. A las últimas operantes las etiquetaremos como verbales porque pueden ser distinguidas de otras formas de conducta social, y si parecen poseer las cualidades simbólicas adscritas a menudo al lenguaje humano.
Creemos que realizar esta distinción será útil, en tanto constituye un paso importante hacia la especificación de los procesos conductuales que son responsables de la naturaleza emergente o generativa del lenguaje humano. De hecho, Skinner (1957) era claramente conciente de esta cualidad cuando escribió, por ejemplo:

Así, podemos escuchar a un hombre llamado Jones y verlo responder apropiadamente a su “vocativo”. Como resultado, también podemos dirigirnos a él como Jones, o luego responder Jones a la pregunta ¿Quién está ahí? o designarlo correctamente cuando se nos pregunte ¿Qué hombre es Jones? Pero esto no sucede en el hablante u oyente ingenuo; es el resultado de un largo proceso de condicionamiento verbal [itálicas añadidas]. El niño pequeño que escucha que a alguien se le llama muchas veces Jones, por consiguiente, no lo llamará Jones, ni por esta razón reportará que Jones estaba presente, ni apuntará a Jones en contestación a la pregunta ¿Cuál es Jones? (pp. 359-360).

En ese momento, por supuesto, Skinner no tenía acceso a los datos o al trabajo conceptual sobre relaciones derivadas de estímulos, por lo que no se encontraba en una posición fuerte para especular sobre la naturaleza del “largo proceso de condicionamiento verbal” involucrado en tales fenómenos del lenguaje emergente. La investigación en relaciones derivadas de estímulos está ahora disponible, así que quizás hoy en día estamos en una mejor posición para especular de manera útil sobre los procesos a los que Skinner aludió y proporcionó la base conceptual y empírica para analizar y sintetizar estos procesos en los escenarios investigativos básico y aplicado (véase Hayes y Barnes-Holmes, en prensa, para un ejemplo de cómo puede lograrse esto).
A fin de cuentas, sin embargo, algunos podrían argumentar que el estudio de las relaciones derivadas de estímulos, y la RFT en particular, proporcionan muy poco más allá de lo proporcionado por Skinner, excepto quizás más especulación. En respuesta, argumentaríamos que aunque la RFT de hecho sí incorpora cierta especulación en cuanto a los procesos involucrados en la generación de la respuesta relacional derivada y del lenguaje humano en general, también ha ayudado a proporcionar los procedimientos experimentales y la nomenclatura técnica con la que estos procesos especulativos pueden ser estudiados (véase Hayes y Barnes-Holmes, en prensa). De hecho, como se indicó anteriormente, cierto trabajo bien reciente ha empezado a proporcionar evidencia para apoyar la visión RFT de los procesos involucrados en el desarrollo de habilidades verbales específicas en niños (Barnes-Holmes y cols., en prensa; véase también Lipkens y cols., 1993). Por lo tanto, como mínimo, la RFT promete complementar el trabajo inicial de Skinner sobre el lenguaje ayudando a integrarlo de manera más general con el estudio de las clases de equivalencia y las relaciones derivadas de estímulos. Dada la importancia de estas dos áreas para el análisis de la conducta, lograr tal integración debe ser seguramente un objetivo que vale la pena. Pasamos ahora a los detalles de la integración conceptual de la Conducta Verbal de Skinner (1957) y la RFT, que es el foco principal del presente artículo.

TEORÍA DEL MARCO RELACIONAL Y
CONDUCTA VERBAL DE SKINNER

El mando

Skinner definió un mando como “una operante verbal en la que la respuesta es reforzada por una consecuencia característica y esta, por lo tanto, bajo el control funcional de unas condiciones relevantes de privación o estimulación aversiva” (1957, pp. 35-36), o más coloquialmente como una operante verbal que “especifica” su reforzamiento. Imagine, por ejemplo, que en presencia de un cuidador un niño hambriento dice “caramelo”, y este mando es entonces reforzado por la presentación de un caramelo real. El reforzador  (en este ejemplo el caramelo) no necesita estar presente para que la respuesta ocurra, pero debe haber seguido de manera fiable a las instancias previas del mando. Una pregunta que puede surgir en este punto es como dar cuenta del mando de un objeto nuevo que (a) nunca ha reforzado al mando en el pasado, (b) nunca ha reforzado a un mando diferente que puede inducir al mando actual (i.e., inducción de respuesta), (c) no se asemeja físicamente a un objeto que reforzó previamente al mando (i.e., generalización primaria de estímulos), y (d) nunca ha sido apareado con un objeto que ha reforzado previamente al mando (i.e., condicionamiento respondiente) (Se remite al lector a Barnes y Roche, 1997, y Hayes y Hayes, 1989, 1992, por material sobre los límites del condicionamiento respondiente, incluido el condicionamiento de orden superior y el precondicionamiento sensorial, como explicaciones adecuadas para una amplia gama de la conducta verbal; Leader, Barnes y Smeets, 1996, y Roche y Barnes, 1997, por evidencia empírica relevante).
Sin embargo, la teoría del marco relacional puede resolver el problema anterior distinguiendo entre dos tipos diferentes de mando que referiremos como verbal y no verbal. El tipo no verbal. El tipo no verbal involucra el entrenamiento explícito de un mando particular ante un objeto particular, como cuando un niño en una tienda de juguetes manda por un carro de juguete porque en el pasado el mandar por un carro de juguete resultaba en que el padre le compraba realmente el juguete el carro de juguete y se lo presentaba al niño. No obstante, el tipo verbal involucra al estímulo mandado participando de marcos relaciones con otros estímulos. En este ejemplo, el marco puede contener juguetes en general. El niño aprende a decir “juguete” en presencia de carros, juegos de trenes, muñecas, y así sucesivamente, y el niño aprende a mandar al menos un juguete. Luego, el niño no necesita aprender a pedir cada juguete específico desde cero; el niño tiene que responder simplemente al objeto como participando de un marco de coordinación con otros juguetes. La “función del juguete” se transfiere a través del marco de coordinación desde el carro de juguete hasta el juego de trenes, y, de este modo, no se requiere reforzamiento explicito para que el niño mande el juego de trenes (cf. Hall y Sundberg, 1987). De hecho, el niño puede mandar repetidamente por el juego de trenes, a pesar del hecho de que el mando nunca es reforzado con el objeto mandado (i.e., la madre/el padre siempre se rehúsa a comprar el juego de trenes).
Antes de continuar, deberíamos enfatizar que el mando verbal “puro” probablemente ocurra solo en raras ocasiones. En efecto, muchos mandos a menudo son seguidos por consecuencias apropiadas, y así la mayoría de mandos tendrán alguna historia de reforzamiento diferencial explícito. No obstante, un mando explícitamente reforzado debería ser definido todavía como verbal, cuando el mando también participa en un marco relacional. Por ejemplo, el mando “¿Chocolate?” de un niño puede haber sido reforzado en el pasado en muchas ocasiones, pero las relaciones derivadas entre la respuesta “chocolate” y otros eventos también pueden estar presentes en el repertorio conductual. Por ejemplo, chocolate, caramelo y golosinas pueden participar en un marco de coordinación, y cada una de estas palabras puede participar en un marco de diferencia con palabras tales como manzana y naranja. De este modo, si se le preguntara al niño: “¿Te gustaría otra cosa diferente al chocolate?”, la respuesta podría ser “manzana”, lo que sugiere que el mando original “¿Chocolate?” era verbal porque participaba en marcos relacionales con otros eventos.
El punto general que se realiza aquí es tan importante que merece énfasis. La ausencia de reforzamiento explicito (o inducción de respuesta, o generalización primaria de estímulos, o condicionamiento respondiente) no define a un evento verbal. De acuerdo con la tesis actual, es la presencia de una respuesta relacional aplicable arbitrariamente, ya sea con o sin otros procesos conductuales, lo que define a una relación verbal. Este enfoque para la definición de los eventos conductuales como verbales se aplica a todas las clases de conducta verbal discutidas posteriormente en el presente artículo (retornaremos a esta cuestión en el contexto del tacto).

Conducta ecoica

Esta suele ser la primera demostración externa de conducta verbal vocal en un niño pequeño. Su desarrollo se puede resumir de la siguiente manera:
1.    El balbuceo produce una variedad de sonidos de habla humana.
2.    Solamente los sonidos del habla materna son reforzados por los cuidadores.
3.    El balbuceo evoluciona en auto-repeticiones, y nuevamente solo se refuerzan los sonidos del habla nativa.
4.    Escuchar que su propia voz reproduce los sonidos del habla materna se vuelve reforzante porque estos sonidos han sido apareados con los reforzadores primarios entregados por los cuidadores.
5.    Mediante inducción y generalización el infante comienza a repetir los sonidos del habla tanto de los demás como los suyos.
Aunque la conducta ecoica es típica de las vocalizaciones infantiles, no es solo una característica de la adquisición del lenguaje; también es exhibida por los hablantes adultos. Skinner no distinguió entre las respuestas ecoicas de los infantes y los adultos, pero la RFT sugiere que hay dos tipos diferentes de conducta ecoica, no verbal y verbal. El tipo no verbal involucra típicamente a la imitación simple y casi infantil de la palabra mamá, en donde mamá no participa en un marco de coordinación con la madre del niño. El tipo verbal de la ecoica requiere que mamá participe en marcos relacionales. Por ejemplo, la palabra mamá puede ingresar a un marco relacional de coordinación con la madre real del niño y palabras y frases tales como madre y progenitor. Otros marcos también pueden estar involucrados, tales como diferente (v.g., mamá es diferente que dada). Por lo tanto, en resumen, la unidad de la conducta ecoica es definida por las correspondencias vocales (ecoica no verbal) y también, en muchos casos, por los marcos relacionales (ecoica verbal) que pueden estar involucrados en esta unidad conductual.

Conducta ecoica

Como la conducta ecoica, la conducta textual es conducta verbal bajo el control de un estímulo verbal. En este caso, sin embargo, el estímulo verbal es visual, como en un texto escrito (o táctil, como en el Braille), en lugar de auditivo. Una interpretación RFT de la conducta textual involucra un análisis similar a aquel ofrecido para la conducta ecoica. Sugiere dos tipos diferentes de conducta textual. La primera de estas es la conducta textual no verbal, que involucra a un hablante que pronuncia una respuesta vocal ante un material escrito sin que las palabras o frases participen en relaciones de equivalencia (u otras) con otras palabras, frases o eventos. El segundo tipo sugerido por la RFT es la conducta textual verbal (con “comprensión”), que involucra que la respuesta vocal participe en marcos relacionales. Para ilustrar la distinción entre estos dos tipos de conducta textual, imagine a un padre leyéndole un cuento antes de dormir a su hijo. A medida que el padre lee las primeras páginas del texto, las funciones de los eventos descritos en el cuento participan en marcos relacionales (i.e., conducta textual verbal). El padre, si se le pregunta, podría describir los eventos con sinónimos, completa los detalles como si estuviera “viendo” los eventos, y así sucesivamente. Sin embargo, en un momento posterior, puede darse cuenta de que a pesar de que ha estado leyendo con precisión las palabras en la página (evidenciado por la falta de quejas del niño), no tiene idea del contenido de lo que ha leído más recientemente. En otras palabras, el texto evocó las respuestas vocales apropiadas, pero no produjo o produjo muy pocas de las funciones de los eventos que fueron descritos (i.e., conducta textual no verbal).

Transcripción y toma de dictado

Todas las conductas examinadas hasta el momento han involucrado respuestas vocales. La toma de dictado y transcripción involucran respuestas motoras ante estímulos vocales (dictado) o escritos (transcripciones). Consistente con los análisis previos, la RFT distingue entre conducta de toma de dictado verbal y no verbal y conducta de transcripción verbal y no verbal. Los tipos verbales de estas respuestas involucran “escribir con significado”, por lo cual las palabras o frases escritas participan en marcos relacionales.
Es decir, cada palabra o frase que es transcrita o escrita como dictado produce funciones psicológicas específicas para el individuo. Por ejemplo, si la frase “Los productos serán entregados mañana” es dictada (o escrita), esto puede causar que la persona tome el dictado (o transcriba) para “ver” privadamente la llegada futura de los productos, y quizás hacer arreglos para la llegada de estos después de que termine la sesión de dictado (o transcripción). Los tipos no verbales de transcripción y toma de dictado no producen ninguna función psicológica vía marcos relacionales. Por ejemplo, un(a) secretaria(o) experta(o) puede algunas veces tomar dictado exitosamente sin ninguna “conciencia” del contenido de lo que fue dictado y escrito (i.e., las palabras habladas y el texto escrito no producen ninguna o producen solo algunas de las funciones de los eventos descritos allí). En este caso, él o ella pueden fracasar en hacer los arreglos necesarios para la llegada de los productos mencionados en la carta dictada.

La intraverbal

Las intraverbales involucran respuestas ante estímulos cuando no existe correspondencia formal entre el estímulo y la respuesta. Por ejemplo, cuando se les presenta el estímulo “dos más dos”, la mayoría de los angloparlantes competentes en matemática responderán con un “cuatro”, o cuando se les pregunta “¿cómo estás?”, en el curso de un encuentro casual, la mayoría de los hablantes contestarán “bien, gracias”, independientemente del estado físico presente de estos. Nuevamente, la RFT realiza una distinción entre los tipos verbal y no verbal de esta clase operante. Para apreciar esta distinción, considere a un loro que es entrenado mediante reforzamiento explícito a emitir una respuesta intraverbal, tal como responder “uno, dos, tres” cuando se le presenta el estímulo “cuenta hasta tres”. En tal caso, la respuesta no participaría en marcos relacionales con otras palabras o eventos en el mundo, y por lo tanto sería considerada como una intraverbal no verbal. En contraste, una intraverbal verbal puede involucrar a la respuesta participando de una red de relaciones con otras palabras, frases o eventos en el mundo. Así, por ejemplo, un niño razonablemente competente en matemáticas puede responder apropiadamente no solo ante el estímulo “Cuenta hasta tres”, sino también ante “Cuenta hacia atrás desde tres” o “¿Qué viene entre uno y tres?”. En efecto, las palabras individuales uno, dos, y tres participan en un marco relacional de comparación, de modo tal que la respuesta intraverbal de contar “uno, dos, tres” implica “tres después de dos después de uno” o implica “uno antes de dos, y tres después de dos”.

El tacto

La conducta verbal bajo el control de los estímulos del “mundo de las cosas y los eventos sobre los que se dice que un hablante ‘habla’” (Skinner, 1957, p. 81) ha sido llamada tacto. Skinner consideró al tacto como la operante verbal más importante debido al control único ejercido por el estímulo previo. Este estimulo previo puede ser un objeto o evento particulares o cierta propiedad de un objeto o evento. Por ejemplo, si un niño aprende a decir “cuadrado” en presencia de un cuadrado, se dice que el niño está tactando el cuadrado. Esta conducta es establecida mediante una historia de reforzamiento diferencial por emitir la respuesta vocal “cuadrado” en presencia de un cuadrado.
Un análisis de marco relacional de la conducta de tactar argumenta que el tacto, tal como fue descrita por Skinner, no es necesariamente una respuesta verbal porque puede no involucrar estímulos que participan en relaciones aplicables arbitrariamente con otros estímulos. Por consiguiente, la RFT distingue entre tacto verbal y no verbal de la siguiente manera. Imagine que un cuadrado ocasiona la respuesta “cuadrado” porque, en el pasado, la respuesta ha sido reforzada en presencia de cuadrados. Este tipo de relación conductual es funcionalmente similar a la relación que es establecida cuando una paloma aprende a picotear la tecla por comida en presencia de un cuadrado proyectado en una tecla de respuesta translúcida. Esto es muy diferente de la relación de tacto verbal, para la cual no se quiere ninguna historia explícita de reforzamiento para que emerja la relación de tacto. En el tacto verbal, un niño puede responder con “cuadrado” en presencia de una caja cuadrada, por ejemplo, porque la caja participa en un marco relacional con la palabra cuadrado y otros objetos cuadrados (i.e., nunca se ha proporcionado reforzamiento explicito para el tacto). Imagine, por ejemplo, que se le enseño al niño a tactar una caja (v.g., una caja de cereales) y después se le dijo que una caja es a menudo cuadrada (i.e., la caja de cereales, la palabra cuadrado y cajas cuadradas reales ahora participan en un marco relacional de coordinación). Como resultado, cuando se le presente una caja y se le pregunta “¿Qué es esto?”, el niño puede producir un tacto derivado o verbal respondiendo “cuadrado” en vez del tacto explícitamente reforzado (i.e., “caja”).
En el ambiente natural, el tacto verbal puro probablemente ocurre solo raramente; la mayoría de los tactos no ocurren sin consecuencias (i.e., uno no se mueve alrededor del ambiente personal tactando cada cosa que uno ve). Así, la mayoría de los tactos tendrán alguna historia de reforzamiento diferencial explícito. Consistente con nuestra discusión previa de esta cuestión (en el contexto del mando), es útil definir un acto explícitamente reforzado como verbal cuando el estímulo tactado participa en marcos relacionales con otros estímulos. Al hacer ello, establecemos una clara distinción funcional entre respuestas formalmente similares que surgen de historias conductuales muy diferentes. Si los analistas de la conducta ignoran o le restan importancia a estas historias diferentes, pueden encontrar difícil, en ciertos contextos, predecir y controlar la conducta de tactar. En el caso anterior, por ejemplo, “caja” fue reforzado explícitamente como un tacto, pero en una ocasión posterior el tacto “cuadrado” fue emitido en presencia de una caja. Distinguir entre tacto verbal y no verbal ayudará a predecir y controlar estos resultados conductuales aparentemente inesperados.

El tacto extendido

“Si una respuesta es reforzada en una ocasión o clase de ocasiones determinada, cualquier característica de esa ocasión o común a esa clase parece ganar cierta medida de control. Un estímulo nuevo que posea tal característica puede evocar una respuesta” (Skinner, 1957, p. 91). Las respuestas ante estímulos nuevos que se asemejan a otros estímulos previamente presentes fueron descritas por Skinner como tactos extendidos. Hay muchas maneras diferentes en las que los estímulos nuevos pueden asemejarse a los estímulos previamente presentados, y por ende fue necesario para Skinner definir varias formas de tactos extendidos. Estos incluían, por ejemplo, a la extensión genérica, la extensión metafórica, la nominación, el adivinar y la abstracción. Por propósitos actuales, abordaremos solo la abstracción (en principio, los siguientes análisis podrían ser aplicados a cualquier forma de tacto extendido).
Abstracción. “Cualquier propiedad de un estímulo presente cuando una respuesta verbal es reforzada adquiere algún grado de control sobre esa respuesta, y este control continua ejerciéndose cuando la propiedad aparece en otras combinaciones” (Skinner, 1957, p. 107). La habilidad de responder a propiedades abstraídas de los estímulos evita el caos que podría resultar a partir del hecho de que cada estímulo comparte propiedades con potencialmente muchos otros estímulos. Si la abstracción no fuera posible, entonces podría esperarse que cada estímulo controle una gran variedad de respuestas. Por lo tanto, se demuestra abstracción cuando se tacta una sola propiedad de un estímulo. Por ejemplo, la propiedad de la rojez puede controlar la emisión de la respuesta vocal “rojo”, ya sea que la respuesta sea ocasionada por una manzana roja, una pelota roja o un libro rojo.
La distinción tacto verbal-no verbal se aplica a la abstracción de la misma manera que se aplica a la relación de tacto simple. De acuerdo a la RFT, para que una relación de tacto abstraído sea verbal, la propiedad abstraída debe no solo controlar la respuesta de tacto sino también debe participar en un marco o marcos relacionales con la respuesta y quizás otros estímulos. Por ejemplo, la abstracción no verbal de la propiedad de rojez puede ser el resultado de una historia de reforzamiento explicito por responder “rojo” en presencial de manzanas roja, pelotas roja, libros rojo y así sucesivamente; sin embargo, esta forma no verbal de abstracción no conduciría con facilidad a la respuesta relacional bidireccional característica de la conducta verbal, en este caso apuntar a los objetos rojos cuando se pregunta: “Apunta al rojo” (i.e., entrenando a ver objetos rojos  decir “rojo” no produce automáticamente escuchar “rojo”  apuntar a los objetos rojos). La abstracción verbal de la propiedad de rojez requiere que la propiedad abstraída controle la respuesta de tacto y que tanto la propiedad como la respuesta participen en un marco o marcos relacionales con otros estímulos (v.g., propiedad y respuesta se coordinan en una relación bidireccional, y quizás participan en una relación de diferencia con otros eventos, tales como la palabra hablada “verde” y el color verde).
La interpretación en curso de la abstracción tiene implicaciones para otros casos de la relación de tacto. Considere, por ejemplo, que la conducta de tacto tanto verbal como la no verbal pueden ser controladas por propiedades extremadamente sutiles de los estímulos, y que estas propiedades pueden incluir relaciones entre estímulos. Términos tales como arriba y abajo, cerca y lejos, o más grande más pequeño tactan las propiedades formales o físicas de los estímulos en relación al uno con el otro o al hablante; por ejemplo, cuando un objeto es descrito como “más grande” o “más pequeño” que otro. El lector debería notar que, aunque no se requiere responder de acuerdo con marcos relaciones para este ejemplo de respuesta relacional, parece probable que ella usualmente estaría involucrada de alguna manera (v.g., las palabras más grande pueden participar en un marco de coordinación con más amplio). En cualquier caso, la conducta de tacto verbal está probablemente involucrada  cuando estos tipos de relaciones son arbitrarios en oposición a los no arbitrarios en naturaleza. Por ejemplo, las palabras pequeño y grande pueden participar en una relación opuesta, aunque ambas son palabras pequeñas en relación a colectivo y diminuto, que ambas contienen más letras. En efecto, las relaciones entre estas palabras no pueden basarse en únicamente en sus propiedades físicas. Más bien, las relaciones son arbitrarias porque han sido determinadas por las prácticas de la comunidad verbal, y por ende los marcos relaciones casi ciertamente se involucrarán cuando una o más de estas relaciones sea tactada.
Esta misma distinción entre tacto verbal y no verbal pueden realizarse cuando se considera la cuestión del control condicional sobre la respuesta tactadora. Claramente, cualquier evento o situación puede tener muchas propiedades que pueden ser tactadas. Si alguna propiedad es tactada y que propiedad es tactada dependerán de otras variables que pueden actuar sobre el hablante. Este hecho no presenta dificultad alguna, porque la conducta puede estar determinada de múltiples maneras. Por ejemplo, uno puede tactar el color de un manzana cuando se le pregunta sobre su color y puede tactar su olor cuando se le pregunta a que huele. Si esta respuesta tactadora condicional involucra únicamente contingencias de acción directa (v.g., reforzamiento explicito, inducción de respuesta, generalización de estímulos, condicionamiento respondiente), entonces puede ser definida como un tacto condicional no verbal. Sí, no obstante, el tacto condicional involucra responder, al menos hasta cierto grado, acorde a marcos relaciones, entonces puede ser definido como un tacto condicional verbal. Por ejemplo, los estímulos condicionales y las respuestas pueden participar en marcos de coordinación con otros estímulos y respuestas, de modo que cualquiera de los últimos puede ser sustituido por los primeros sin afectar seriamente la función del tacto condicional (v.g., un oyente respondería de manera similar a cualquiera de las posibles combinaciones mostradas en la Figura 1). Este ejemplo también sirve para ilustrar la red extensiva de marcos de coordinación que puede ocurrir incluso en la más simple de las interacciones verbales – considere también que solo se muestran marcos de coordinación; otros posibles marcos podrían incluirse. Note también que la respuesta que un sujeto emite cuando tacta puede participar también en marcos relacionales con otras posibles respuestas. Claramente, el tacto verbal constituye un caso sustancialmente más poderoso de conducta “verbal” que su contraparte no verbal.
Conducta verbal bajo el control de estímulos privados. Al tactar un estímulo externo, tanto el hablante como el oyente tienen acceso al objeto que se tacta, pero este no es el caso con los estímulos privados. Por ejemplo, al tactar un dolo solamente el hablante puede tener contacto con el objeto o evento real (i.e., el dolor) que se está tactando. Skinner sugirió cuatro maneras en las que la comunidad verbal puede establecer tactos sin acceso directo al estímulo privado: (a) El reforzamiento puede basarse en “un acompañamiento publico común del estímulo privado” (1957, p. 131), por ejemplo, se le puede enseñar a un niño a decir “eso duele” después de una caída que resulta en una rodilla raspada o algún otro síntoma físico obvio; (b) la comunidad verbal puede reforzar una respuesta vocal que describe un estado interno que es consistente con alguna conducta física manifiesta del hablante; por ejemplo, tactar un dolor de muela puede reforzarse en presencia de una conducta tal como sobarse la mandíbula o tocarse las encías; (c) un tacto pude establecerse ante un estímulo público, y la respuesta puede luego transferirse a un evento privado por virtud de las propiedades comunes entre el evento público y el privado; por ejemplo, tactar un dolor punzante puede surgir a partir de la extensión metafórica de tactar objetos punzantes; y (d) un tacto puede establecerse ante alguna conducta publica del hablante, y si la conducta manifiesta luego se reduce en magnitud hasta el punto de ser imperceptible para los demás, el estímulo privado que acompañó a la conducta publica puede continuar siendo tactado por el hablante; por ejemplo, se le puede enseñar a una muchacha, en ciertos contextos, a tactar su propio llanto como “tristeza”, pero a medida que madura algunos de los eventos privados que acompañaron su llanto pueden persistir en ausencia de un llanto manifiesto y, de este modo, como una adulta, puede tactar “tristeza” sin llorar realmente.

Figura 1. Representación esquemática de los tactos condicionales verbales que muestran algunos de los posibles marcos relacionales que pueden estar involucrados en la conducta tactadora condicional verbal.

La interpretación en curso del control por estímulos privados es fácilmente aceptable desde la perspectiva de la RFT. Sin embargo, la RFT distingue entre responder a eventos privados basado en una historia de reforzamiento explicito (o en condicionamiento respondiente o en las propiedades formales por si solas de los estímulos) y tal respuesta basada en la derivación de relaciones estimulares. De acuerdo a la RFT, por ejemplo, cuando un niño verbalmente capaz aprende a tactar un estímulo privado como un dolor de muelas, es probable que la palabra dolor de muelas y el evento interno real llegarán a participar en un marco de coordinación. Esto también ocurrirá cuando se tacten otros estados internos. Por ejemplo, la mayoría de individuos en la comunidad de habla inglesa responderá, en algunos contextos, de acuerdo con relaciones de coordinación entre las palabras tristeza, miseria y desesperación, y una conducta manifiesta tal como llorar o fruncir el ceño. El punto importante aquí es que mediante distinguir entre tacto verbal y no verbal de los estímulos privados, uno puede estar mejor posicionado para predecir ciertos resultados conductuales que no podrían predecirse fácilmente en términos de contingencias de acción directa. Imagine, por ejemplo, una muchacha que aprende a tactar el llanto con la respuesta “tristeza”, y luego aprende que miseria es otra palabra para tristeza, y que desesperación es otra palabra para miseria (i.e., el llanto manifiesto y las palabras tristeza, miseria y desesperación participan en un marco de coordinación).
Como se esbozó al final del párrafo anterior (Punto d), Skinner sugirió una manera en que la muchacha puede llegar a tactar eventos privados como “tristeza” en ausencia de un llanto real. Sin embargo, basado en el marco relacional de coordinación, la chica también puede llegar a tactar estos eventos privados como “miseria” y “desesperación”, sin enseñársele explícitamente a realizar ello. Además, dada la naturaleza bidireccional de los marcos relacionales, en ciertos contextos puede ser posible usar la historia de tacto verbal para generar algunos de los eventos privados de la tristeza para la chica como oyente. Imagine, por ejemplo, que un hablante le pregunta a la chica (en algún momento posterior cuando está relativamente feliz) que recuerde la última vez que experimentó desesperación real. De acuerdo a la RFT, al menos algunos de los eventos privados que fueron previamente discriminativos para el tacto “tristeza” pueden ahora ser producidos por la palabra desesperación (por virtud de la transformación de la función acorde con el marco de coordinación) (véase Dymond y Barnes, 1994, 1995, 1996, y Roche y Barnes, 1997, por evidencia empírica relevante). En efecto, estos tipos de efectos conductuales impredecibles son entendidos con facilidad si uno distingue entre el tacto no verbal y verbal de los eventos privados.

Autoclíticos

La conducta que “es evocada por o actúa sobre otra conducta del hablante” (Skinner, 1957, p. 131) fue descrita por Skinner como conducta autoclítica. Puede argumentarse que es este tipo de conducta la que da al lenguaje humano su riqueza y complejidad. Varios tipos de autoclíticos se encuentran disponibles para el hablante maduro. Los autoclíticos descriptivos son utilizados cuando un hablante produce conducta verbal descriptiva de su propia conducta; por ejemplo, “Yo veo”, “Yo recuerdo”, “Yo te digo”. Estos autoclíticos también pueden referirse a la fuerza de una respuesta; por ejemplo, “Yo creo”, “Yo estimo”, “Yo sugiero”. Los autoclíticos calificadores califican la intensidad o dirección de la conducta de un oyente. Una de estas es la negación, del cual los ejemplos más comunes son “no” y “nunca”. Por ejemplo, el enunciado “El correo no ha sido entregado todavía” no puede ser un tacto porque el evento (el correo) no está presente y, por lo tanto, no puede ser tactado (i.e., uno no puede tactar la ausencia de un evento). En este caso, la palabra no funciona como un autoclítico calificador para la parte restante de la oración que se refiere a la llegada del correo. El uso de tal autoclítico afectará normalmente la conducta de un oyente de un modo tal que refuerza la conducta consistente con el autoclítico (i.e., el oyente no verificará para ver si el correo ha sido entregado). Otro autoclítico calificador es la aserción. Al igual que la respuesta vocal “no” puede afectar la conducta de un oyente en una dirección, una respuesta tal como “definitivamente” puede afectar la conducta de un oyente en la dirección opuesta, de modo tal que puede alentarlo o alentarla a continuar con la conducta en cuestión. Por ejemplo, “Definitivamente esta es la ruta correcta a Maynooth” puede alentar al oyente a tomar la ruta especificada con más facilidad que el enunciado “Esta es la ruta correcta a Maynooth”. Los efectos de los autoclíticos pueden ser cuantitativos así como cualitativos. Por ejemplo, respuestas vocales tales como “todos(as)”, algunos(as)” o “muchos(as)” modifican la reacción del oyente ante las respuestas que ellas acompañan. El afirmación “Todas las arañas negras en Nevada son venenosas”, por ejemplo, quizás causará una mayor evitación de tales arañas a que si la afirmación empezará con “algunas”. De manera similar, los artículos un(a) y el/la indican la relación entre una respuesta y su estímulo controlador. Por ejemplo, la afirmación “La araña peligrosa ha sido atrapada” tendrá un efecto diferente sobre un oyente a que si la afirmación empezara con “Una” (i.e. La implica solo una araña, mientras que Una implica otras arañas aún a ser atrapadas).
Desde la perspectiva de la RFT, muchas respuestas autoclíticas serán modeladas y reforzadas explícitamente durante las etapas iniciales del aprendizaje lingüístico complejo y son consideradas, por ende, como ejemplos de autoclíticos no verbales (de acuerdo con la tesis actual, también incluimos en esta categoría a los autoclíticos que son establecidos a través de procesos tales como el condicionamiento respondiente, la generalización de estímulos y la inducción de respuestas). Sin embargo, la teoría del marco relacional también predice que  el establecimiento de marcos relacionales generará también autoclíticos enseñados no explícitamente, que son definidos, por lo tanto, como verbales. Por ejemplo, imagine a una muchacha que ha aprendido a decir: “Va a llover”, cuando nubes negras están presentes. Posteriormente, un cuidador puede enseñar explícitamente una respuesta autoclítica descriptiva de modo que la chica responderá al hecho de que las nubes negras no siempre conducen a la lluvia. Es decir, se le puede decir a la chica que diga: “Creo que va a llover”, para que el oyente no considere como un hecho que la lluvia está a punto de ocurrir. En un momento posterior, la chica también aprende que en algunos contextos creer es equivalente a sentir y sentir es equivalente a predecir, y así estas tres palabras pueden participar en un marco de coordinación. En este punto, por lo tanto, la chica puede decir ahora: “Predigo que va a llover” cuando nubes negras están en el cielo, aunque esta afirmación nunca ha sido modelada o reforzada explícitamente en el pasado. En este caso, legítimamente podemos llamar a esto un autoclítico verbal porque implica responder de acuerdo con marcos relacionales en representación del hablante. Interpretaciones similares también podrían hacerse para la gama completa de autoclíticos esbozados por Skinner (1957). En la siguiente sección examinaremos una de tales interpretaciones (del autoclítico relacional) porque nos ayudará a abordar una de las críticas más comunes del enfoque conductual al estudio del lenguaje.
Gramática y sintaxis como procesos autoclíticos. En Skinner (1957), las propiedades de la gramática y la sintaxis son explicadas, en parte, apelando a lo que él llama autoclíticos relacionales. Palabras tales como de, antes o debajo son autoclíticos relacionales en el sentido de que pueden especificar eventos solo por mediante su relación con otras respuestas. Por ejemplo, la palabra debajo no tiene significado sin referencia a lo que está encima. La manipulación de palabras o frases, por ejemplo, agrupando u ordenando esas respuestas en secuencias específicas es también conducta autoclítica relacional. Como Skinner lo describió: “el hablante no solo emite respuestas verbales apropiadas a una situación o a su propia condición, él aclara, arregla y manipula esta conducta” (Skinner, 1957, p. 344). Por lo tanto, un arreglo de palabras tales como “el hombre golpea al perro” es una combinación de tactos y objetos (hombre y perro), un evento (golpe) y varias propiedades relacionales y temporales de estos objetos y eventos. En la visión de Skinner, la estructura sintáctica de las oraciones puede ser determinada, en parte, mediante discriminaciones enseñadas explícitamente de un número de objetos y eventos en el mundo y las relaciones entre esos objetos y eventos. Además, Skinner dio cuenta de la naturaleza generativa de la gramática apelando a ambientes nuevos que organizan discriminaciones previamente establecidas en secuencias nuevas. Imagine, por ejemplo, que una historia previa de reforzamiento explicito generó dos enunciados: “el niño se cayó” y “el perro corrió”. Imagine ahora que el hablante ve un perro caer por primera vez. En este caso, las discriminaciones individuales contenidas dentro de los dos enunciados reforzados explícitamente pueden combinarse en este ambiente nuevo para producir el nuevo enunciado “el perro cayó”.
Aunque el ejemplo en curso ilustra una manera en la que pueden producirse nuevos enunciados por parte de un hablante, de acuerdo a la RFT este es un ejemplo de autoclítico relacional no verbal porque no involucra necesariamente marcos relacionales. Desde la perspectiva de la RFT, los autoclíticos relacionales verbales involucran relaciones derivadas de estímulos. A pesar de que los agrupamientos de palabras ocurren casi ciertamente, en parte, a través del reforzamiento directo de un número de discriminaciones que luego son organizadas de nuevas maneras por ambientes nuevos, todavía es necesario explicar como un hablante adulto generaliza desde estas oraciones organizadas ambientalmente hasta oraciones nuevas para las que no existe ambiente que pueda posiblemente organizar la oración. Por ejemplo, la oración sin sentido “Las ideas verdes duermen furiosamente” es gramáticamente correcta, pero no hay claramente un ambiente físico que pudiera posiblemente organizar la oración de esta manera (véase Chomsky, 1959). Por lo tanto, surge la pregunta ¿cómo el análisis de la conducta puede dar cuenta de este tipo de generatividad en el lenguaje humano? En otras palabras, ¿cuáles son las clases funcionales a través de las cuales las secuencias del orden de las palabras que son organizadas por eventos ambientales reales se transfieren a casos nuevos en los que un evento ambiental no es directamente responsable de la organización de esa secuencia? La teoría del marco relacional sugiere al menos un modo en el que esto puede ocurrir.
Desde la perspectiva de la RFT, grandes cantidades de palabras pueden participar en varios marcos relacionales. Por ejemplo, en algunos contextos puede haber un grupo de palabras que participen en un marco de coordinación (v.g., “palabras de cosas” o sustantivos) y otro grupo que participa en otro marco de coordinación (v.g., “palabras descriptoras” o adjetivos). Estos dos marcos pueden también participar en una red relacional en la que se responde a todos los sustantivos como diferentes de los adjetivos (i.e., dos marcos de coordinación relacionados entre sí vía un marco de diferencia). Durante las interacciones verbales tempranas de un niño, es probable que se le enseñe explícitamente (v.g., vía modelamiento y reforzamiento) a él o a ella a pronunciar algunas de las palabras de estas dos clases en un orden particular (sustantivo-adjetivo). Después de este entrenamiento explicito, el ordenamiento de palabras puede luego transferirse a otros miembros de los dos marcos de coordinación (adjetivo y sustantivo) sin mayor entrenamiento. La producción de una secuencia de palabras, sin sentido o no, que se basa hasta cierto grado en la transferencia de las funciones del orden de las palabras acorde con marcos relacionales es por definición una respuesta autoclítica relacional verbal. Sin embargo, es importante indicar que las secuencias de palabras a menudo cambian en contextos lingüísticos diferentes. Por ejemplo, si se le enseña al niño a usar es en una secuencia sustantivo-adjetivo, entonces la secuencia de palabras es revertida (i.e., “el gato grande” se vuelve “el gato es grande”). En efecto, la secuencia de las palabras es condicional a la presencia o ausencia de la palabra es. Presumiblemente este efecto de ordenamiento condicional también se transferirá a través de marcos relacionales (véase Wulfert y Hayes, 1988).

Generar una oración sin sentido involucra transferir palabras
(indicadas por un asterisco) desde una oración normal
vía cuatro marcos de coordinación a una sola oración


Sustantivo

Adjetivo

Verbo

Adverbio


Oraciones normales (generadas por eventos ambientales reales)

Pasto
Verde*
Saludar
Gentilmente
Personas
Cansado
Dormir*
Felizmente
Ideas*
Bueno
Trabajar
Bien
Personas
Agresivo
Pelear
Furiosamente*




Una oración sin sentido (generada mediante la transferencia de palabras individuales desde oraciones normales)

Ideas
Verdes
Duermen
Furiosamente


Estos tipos de transferencia a través marcos relacionales gramaticales pueden ayudar a explicar la naturaleza generativa de la gramática y la sintaxis (cf. Ellenwood y Chase, 1997; Goldstein y Mousetis, 1989; Streifel, Wetherby y Karlan, 1976; Wetherby, 1978), y en particular sugieren una interpretación interesante de la formación de oraciones sin sentido. En efecto, las oraciones sin sentido pueden ser posible porque las palabras que las constituyen son miembros de marcos relacionales de coordinación que contienen grandes cantidad de otras palabras. Así, una oración sin sentido puede ser generada cuando las palabras individuales dentro de los marcos gramaticales de coordinación de diversas oraciones normales son transferidas a una sola oración hasta que esa oración es discriminada como descriptora de evento ambiental “irreal”. El resultado es una oración sin sentido nueva, tal como “Ideas verdes duermen furiosamente” (véase la Tabla 1). Esto ilustra como el autoclítico relacional combinado con la formación de marcos relacionales (i.e., autoclítico relacional verbal) puede dar lugar a oraciones sin sentido nuevas.

CONCLUSIÓN

En este artículo hemos intentando mostrar cómo integrar la RFT con Conducta Verbal de Skinner (1957) puede generar un tratamiento analítico-conductual moderno de la conducta del hablante que es susceptible a la investigación reciente en relaciones derivadas de estímulos. Deberíamos añadir que algunos aspectos de la conducta verbal son demasiado complejos de abordar dada las restricciones de un solo artículo como este, así que los hemos dejado para ser descritos en otra parte. Por ejemplo, Stewart y Barnes-Holmes (en prensa) discuten los procesos involucrados en enunciar y entender una metáfora (véase también Barnes, Hegarty y Smeets, 1997; Chase y Parrott, 1986; Hayes y Grundt, 1997). No pretendemos, por lo tanto, que el trabajo presente sea definitivo o final, sino verlo simplemente como ayudar a generar una agenda investigativa conductual moderna en lenguaje y cognición humanos (Hayes y Barnes-Holmes, en prensa). En resumen, al aplicar la RFT a las operantes verbales de Skinner, apuntamos a desarrollar una comprensión moderna, coherente, naturalista y puramente funcional-analítica del lenguaje humano que proporcionará un poderoso desafío para los muchos enfoques no conductuales que abundan en la literatura psicológica.

REFERENCIAS

Barnes, D. (1994). Stimulus equivalence and relational frame theory. The Psychological Record, 44, 91-124.
Barnes, D. (1996). Naming as a technical term: Sacrificing behavior analysis at the altar of popularity. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 65, 264-267.
Barnes, D., & Hampson, P. J. (1993). Stimulus equivalence and connectionism: Implications for behavior analysis and cognitive science. The Psychological Record, 43, 617-638.
Barnes, D., & Hampson, P J. (1997). Connectionist models of arbitrarily applicable relational responding: A possible role for the hippocampal system. In J. W. Donahoe & V. P. Dorsel (Eds.), Neural network interpretations of cognition: Biobehavioral foundations (pp. 496-521). Amsterdam: Elsevier.
Barnes, D., Healy, O., & Hayes, S. C. (in press). Relational frame theory and the relational evaluation procedure: Approaching human language as derived relational responding. In J. C. Leslie & D. E. Blackman (Eds.), Experimental and applied analyses of human behavior. Reno, NV: Context Press.
Barnes, D., Hegarty, N., & Smeets, P. M. (1997). Relating equivalence relations to equivalence relations: A relational framing model of complex human functioning. The Analysis of Verbal Behavior, 14, 57-83.
Barnes, D., & Holmes, Y. (1991). Radical behaviorism, stimulus equivalence and human cognition. The Psychological Record, 41, 19-31.
Barnes, D., & Roche, B. (1996). Stimulus equivalence and relational frame theory are fundamentally different: A reply to Saunders' commentary. The Psychological Record, 46, 489-507.
Barnes, D., & Roche, B. (1997). Relational frame theory and the experimental analysis of human sexuality. Applied and Preventive Psychology, 6, 117-135.
Barnes-Holmes, D., & Barnes-Holmes, Y. (in press). Explaining complex behavior: Two perspectives on the concept of generalized operant classes. The Psychological Record.
Barnes-Holmes, Y., Barnes-Holmes, D., & Roche, B. (in press). Establishing relational framing in children: The role of multiple-exemplar training. In S. C. Hayes & D. Barnes-Holmes (Eds.), Relational frame theory: Creating an alternative behavioral agenda in language and cognition. Reno, NV: Context Press.
Chase, P. N., & Danforth, J. S. (1991). The role of rules in concept learning. In L. J. Hayes & P N. Chase (Eds.), Dialogues on verbal behavior (pp. 205-225). Reno, NV: Context Press.
Chase, P N., & Parrott, L. J. (1986). Psychological aspects of language: The West Virginia lectures. Springfield, IL: Charles C. Thomas.
Chomsky, N. (1959). A review of B. F Skinner's Verbal Behavior. Language, 35, 26-58.
Dymond, S., & Barnes, D. (1994). A transfer of self-discrimination response functions through equivalence relations. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 62. 251-267.
Dymond, S., & Barnes, D. (1995). A transformation of self-discrimination response functions through the arbitrarily applicable relations of sameness, more than, and less than. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 64, 163-184.
Dymond, S., & Barnes, D. (1996). A transformation of self-discrimination response functions in accordance with the arbitrarily applicable relations of sameness and opposition. The Psychological Record, 46, 271-300.
Ellenwood, D., & Chase, P. N. (1997, May). A comparison of two behavioral training components: Rate building and component composite analysis. Paper presented at the 23rd annual convention of the Association for Behavior Analysis, Chicago.
Goldstein, H., & Mousetis, L. (1989). Generalized language learning by children with severe mental retardation: Effects of peers' expressive modeling. Journal of Applied Behavior Analysis, 22, 245-259.
Hall, G., & Sundberg, M. L. (1987). Teaching mands by manipulating conditioned establishing operations. The Analysis of Verbal Behavior, 5, 41-53.
Hayes, S. C. (1991). A relational control theory of stimulus equivalence. In L. J. Hayes & P. N. Chase (Eds.), Dialogues on verbal behavior: The first international institute on verbal relations (pp. 19-40). Reno, NV: Context Press.
Hayes, S. C. (1994). Relational frame theory: A functional approach to verbal events. In S. C. Hayes, L. J. Hayes, M. Sato, & K. Ono (Eds.), Behavior analysis of language and cognition (pp. 9-30). Reno, NV: Context Press.
Hayes, S. C., & Barnes-Holmes, D. (in press). Relational frame theory: Creating an alternative behavioral agenda in language and cognition. Reno, NV: Context Press.
Hayes, S. C., Gifford, E. V., & Wilson, K. (1996). Stimulus classes and stimulus relations: Arbitrarily applicable relational responding as an operant. In T. R. Zentall & P. M. Smeets (Eds.), Stimulus class fo1rnation in humans and animals (pp. 279-299). Amsterdam: Elsevier Science.
Hayes, S. C., & Grundt, A. M. (1997). Metaphor, meaning, and relational frame theory. In C. Mandell & A. McCabe (Eds.), The problem of meaning: Behavioral and cognitive perspectives (pp. 117-146). Amsterdam: Elsevier-Science.
Hayes, S. C., & Hayes, L. J. (1989). The verbal action of the listener as a basis for rule-governance. In S. C. Hayes (Ed.). Rule-governed behavior: Cognition, contingencies, timid instructional control (pp. 153-190). New York: Plenum.
Hayes, S. C., & Hayes, L. J. (1992). Verbal relations and the evolution of behavior analysis. American Psychologist, 47, 1383-1395.
Hayes, S. C., & Wilson, K. G. (1993). Some applied implications of a contemporary behavior-analytic view of verbal events. The Behavior Analyst, 16, 283-301.
Leader, G., Barnes, D., & Smeets, P M. (1996). Establishing equivalence relations using a respondent- type training procedure. The Psychological Record, 46, 685-706.
Lipkens, R., Hayes, S. C., & Hayes, L. J. (1993). Longitudinal study of the development of derived stimulus relations in an infant. Journal of Experimental Child Psychology, 56, 201-239.
Roche, B., & Barnes, D. (1997). A transformation of respondently conditioned stimulus function in accordance with arbitrarily applicable relations. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 67, 275-300.
Sidman, M. (1994). Equivalence relations and behavior: A research story. Boston: Authors Cooperative.
Skinner, B. F (1957). Verbal behavior. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall.
Skinner, B. F (1986). The evolution of verbal behavior. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 45, 115-122.
Stewart, I., & Barnes-Holmes, D. (in press). Understanding metaphor: An empirical model from relational frame theory. In S. C. Hayes & D. Barnes-Holmes (Eds.), Relational frame theory: Creating an alternative behavioral agenda in language and cognition. Reno, NV: Context Press.
Streifel, S., Wetherby, B., & Karlan, G. (1976). Establishing generalized verb-noun instruction-following skills in retarded children. Journal of Experimental Child Psychology, 22, 247-260.
Wetherby, B. (1978). Miniature languages and the functional analysis of verbal behavior. In R. Schiefelbusch (Ed.), Bases of language intervention (pp. 397-448). Baltimore: University Park Press.
Wulfert, E., & Hayes, S. C. (1988). Transfer of a conditional ordering response through conditional equivalence classes. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 50, 125-144.


[1] Este artículo es dedicado a la memoria de B. F. Skinner. Expresamos nuestra gratitud a los revisores por brindar muchos comentarios constructivos y útiles sobre las versiones tempranas del trabajo actual. ¡También agradecemos a Steve Hayes por todo!
Pedidos de reimpresiones deben ser dirigidos a Dermot Barnes-Holmes, Departamento de Psicología, National University of Ireland, Maynooth, Maynooth, County Kildare, Irlanda.
[2] Nota del traductor: Se mantienen las siglas en inglés para Relational Frame Theory.