A. Charles
Catania
Universidad de Maryland Baltimore County
El catálogo de términos comportamentales
con auto- como prefijo es largo.
Incluye, entre muchos otros, a la auto-selección, al
auto-reporte, al auto-manejo, a la auto-calificación, a la auto-punición,
a la auto-evaluación, a la auto-conciencia y al auto-monitoreo (v.g., Bolsad y Johnson,
1972; Felixbroad y O’leary, 1973; Santogrossi, O'Leary, Romanczyk y Kaufman, 1973,
para listar solo algunos). Algunos términos, como auto-control, se originaron dentro del vocabulario coloquial. Se
derivaron de las observaciones del comportamiento humano en escenarios
naturales, y sus análisis, a través de la creación de análogos experimentales
en el laboratorio (v.g., Rachlin, 1974; Rachlin y Green, 1972), han demostrado
cómo estos fenómenos pueden ser ubicados en el contexto de procesos comportamentales
simples. Otros, como el auto-reforzamiento, surgieron
independientemente del vocabulario coloquial como un resultado de los análisis
experimentales.
Ellos involucraban la extensión de los principios del
comportamiento conocidos (en este caso, el reforzamiento), y el surgimiento de estos
ha sido seguido por esfuerzos por demostrar su relevancia en los asuntos
humanos diarios. Pero las extensiones del laboratorio a ambientes diferentes al
laboratorio pueden ir por un mal camino, especialmente si los fenómenos en los
que se basan las extensiones están mal definidos. Por esta razón, lo que sigue
es una evaluación crítica de un caso particular: el concepto de auto-reforzamiento.
Se examinan sus fundamentos y el concepto se considera defectuoso.
La literatura del auto-reforzamiento es
sustancial. No se realiza aquí ningún intento por revisarla exhaustivamente
(pero véase Bandura, 1971; Bandura y Kupers, 1964; Gewirtz, 1971; Kanfer, 1971;
Lefcourt, 1971; Mischel, 1966). En vez de ello, el énfasis se ubica sobre la
lógica del concepto. La conclusión es que el concepto de auto-reforzamiento
involucra necesariamente contradicciones internas, y que las situaciones
referidas en sus términos son de hecho más relevantes para el concepto de
auto-conciencia. No obstante, el desarrollo de ese recuento debe venir luego.
Consideremos en primer lugar un ejemplo
hipotético. Un estudiante tiene una tarea que completar; al término de la
asignación, el estudiante se invita a sí mismo a ver una nueva película.
En el lenguaje del auto-reforzamiento, se
dice que el estudiante refuerza su propia respuesta, la terminación de la
tarea, con asistir al cine. El reforzador, mirar la película, está disponible
para el estudiante en cada proyección de la película; por lo tanto, su auto-administración
por parte del estudiante proporciona una base para juzgar si este ejemplo
representa al auto-reforzamiento o no. El efecto del reforzador es
presumiblemente aumentar la probabilidad de que el estudiante complete otras
tareas en el futuro.
El término reforzamiento, en este y otros casos, no es una explicación; es un
nombre para un tipo particular de relación comportamental (Catania, 1968,
1969). Si una respuesta produce una consecuencia y por lo tanto aumenta en probabilidad,
entonces el término reforzamiento puede
ser aplicado apropiadamente (el término es inapropiado si la respuesta aumenta
en probabilidad por otras razones, tales como los efectos elicitantes de su
consecuencia; por conveniencia, la especificación de la respuesta como un
miembro de una clase operante se omite en el desarrollo que prosigue). Una
dificultad histórica es que el término se ha aplicado de forma indiscriminada
tanto a los procedimientos que generan esta relación como a los cambios comportamentales
que se derivan de estos procedimientos; el mismo término ha servido para la
operación de reforzamiento como para el proceso de reforzamiento. En ausencia
de contexto, por lo tanto, la frase la
respuesta fue reforzada puede significar que la respuesta produjo una
consecuencia reforzante o que la respuesta aumentó en probabilidad porque
produjo esa consecuencia.
Una complicación adicional es que el uso
de reforzar respuestas en vez de reforzar organismos, a pesar de volverse gradualmente
estandarizado, todavía no se acepta universalmente (pero compare Skinner, 1966,
y Skinner, 1975). La lógica es simplemente que las respuestas son los eventos
específicos sobre los cuales operan los reforzadores, y el efecto es un cambio
en la respuesta. Además, el uso tiene la ventaja de desalentar frases ambiguas:
uno no puede hablar de reforzar una respuesta sin mencionar la respuesta, pero
esa omisión es posible cuando uno habla solo de reforzar un organismo.
Pero ¿qué hay entonces del auto-reforzamiento?
Para ser consistentes con el uso de reforzar respuestas en lugar de organismos,
se debe hablar no de reforzarse uno mismo sino de reforzar las respuestas
propias. En el ejemplo anterior, no es el estudiante el que se refuerza, sino la
finalización de la tarea por parte del estudiante. El auto-reforzamiento no
debe ser equiparado con hacerse algo uno mismo (por ejemplo, hacer que uno se
sienta bien dándose uno mismo palmaditas en la espalda), sino más bien con hacerle
algo al comportamiento propio. La distinción es fundamental. Si no se
especifica la respuesta reforzada, se hace imposible distinguir la auto-administración
de un reforzador de la administración de un reforzador a través de alguna otra agencia.
Por ejemplo, si una rata privada de alimentos produce comida presionando una
palanca, se podría decir que la rata se refuerza a si misma con comida. Todos
los casos de reforzamiento se convertirían entonces en casos de
auto-reforzamiento, porque el reforzamiento, por definición, debe implicar la
entrega de una consecuencia reforzante a un organismo respondiente.
Esta dificultad se resuelve si el uso demanda
el reforzamiento de respuestas en vez del reforzamiento de organismos. No es la
rata la que es reforzada, sino el palanqueo. El auto-reforzamiento, entonces,
no puede involucrar solo una respuesta. Un ejemplo de auto-reforzamiento debe
incluir no solo una respuesta que es reforzada, sino también la respuesta del
mismo organismo de reforzar esa primera respuesta. Una implicación es que la
fuente del reforzador no es un criterio para el auto-reforzamiento (v.g., la
masturbación no contaría como un caso de auto-reforzamiento, a pesar de que la
consecuencia reforzante no dependa de un agente externo; el término auto-reforzamiento algunas veces sirve
simplemente como un sinónimo de auto-estimulación,
pero ese uso, con sus propias trampas especiales, no está en discusión aquí:
cf. Skinner, 1957, pp. 438 ff.).
Incluso en este punto, sin embargo, las
distinciones importantes no han sido agotadas. El auto-reforzamiento, como la
relación básica de reforzamiento de la cual deriva, debe involucrar tanto a la
operación como al proceso (cf. Bandura, 1974): un reforzador auto-administrado
debe depender de una respuesta (operación) y la respuesta debe volverse más
probable como resultado de esta dependencia (proceso). La demostración de
cualquiera de las partes de la relación sin la otra no es suficiente para
juzgar la adecuación de la terminología del auto-reforzamiento. Es interesante,
por lo tanto, que la investigación sobre la operación de auto-reforzamiento sea
abundante (v.g., Glynn, 1970; Kanfer y Marston, 1963; Marston, 1964), mientras
que aquella sobre el proceso de auto-reforzamiento sea escaza (v.g, Montgomery
y Parton, 1970). Incluso los datos que se encuentran disponibles no demuestran sin
ambigüedad los procesos de auto-reforzamiento (Montgomery y Parton, por
ejemplo, destacan las ejecuciones grupales y la evaluación de la significación
estadística, y es por consiguiente difícil evaluar el resultado comportamental de
su procedimiento.
Sin embargo, procesos más simples que el auto-reforzamiento
parecen adecuados para dar cuenta de los datos. Al comparar las ejecuciones de
grupos de niños que podían o no podían entregarse centavos a sí mismos después
de pulsar botones debajo de un panel iluminado, es por lo menos tan razonable
suponer que la diferencia entre los grupos de auto-reforzamiento y de control se
generara por un aumento en la estereotipia de la respuesta cuando los centavos se
hallaban disponibles, como lo es atribuir la diferencia a un proceso de auto-reforzamiento).
Si existiera una situación análoga con respecto a la relación básica de
reforzamiento, habría más investigación sobre las circunstancias bajo las
cuales los palanqueos en ratas privadas de comida produjeran bolas de comida y
los picoteos de palomas privadas de comida produjeran grano, pero habría poca
investigación acerca de si el palanqueo o picar la tecla cambiaría como resultado
de estas operaciones. Se argumentará más adelante que las circunstancias que
generan el comportamiento de auto-reforzamiento (v.g., el reforzamiento de las
propias respuestas) hacen que sea imposible decir si los incrementos en las
respuestas auto-reforzadas pueden atribuirse al hecho de haber sido reforzadas.
Una estrategia en el análisis de los
procesos comportamentales complejos es la creación de un análogo de
laboratorio. Esta estrategia ha sido aplicada al análisis de fenómenos tales como
el auto-control (Rachlin, 1974; Rachlin y Green, 1972) y la auto-selección o
libertad de elección (Brigham y Sherman, 1973; Catania, 1975). En el caso del
auto-reforzamiento, el fenómeno en sí mismo surgió a partir de la elaboración
de conceptos de laboratorio (en particular, el concepto de reforzamiento). No
obstante, la mayoría de la investigación en auto-reforzamiento ha involucrado
sujetos humanos. Así, fue de interés la demostración de laboratorio de
fenómenos análogos con organismos no humanos, y se han llevado a cabo experimentos
sobre auto-reforzamiento con organismos no humanos (Mahoney y Bandura, 1972;
véase también Bandura y Mahoney, 1974).
En la ejecución mantenida por el
procedimiento de Mahoney y Bandura, una paloma comía de una tolva de alimentación
disponible permanentemente sólo después de picotear una tecla en la pared de la
cámara. Por tanto, podría decirse que la paloma estaba reforzando sus propios
picotazos en la tecla al comer sólo después de picotear, al igual que podría
decirse que el estudiante está reforzando la terminación de la tarea al ir a
ver una película sólo después de completar la tarea. Esta ejecución fue
generada al reforzar primero los picoteos en la clave con presentaciones de la
comida, de la manera convencional, al final de los ensayos sucesivos durante
los cuales la tecla estaba iluminada. La presentación de comida se hizo luego
independiente de los picoteos y fue gradualmente movilizada desde el final
hasta el principio de cada ensayo. Sin embargo, si la paloma se movía hacia el
comedero sin primero picar la tecla, la comida era inmediatamente removida. El
control mediante este procedimiento llegó a establecerse suficientemente bien
que, cuando la comida ya no era posteriormente removida si el acercamiento al comedero
no era precedido por el picoteo, el picoteo de la paloma antes de comer
continuaba por algún tiempo.
En esta situación, la relación entre
picotear y comer parece superficialmente apropiada para el concepto de
auto-reforzamiento. Al seguir sus picoteos con comida, la paloma está probablemente
reforzando sus propios picoteos. Pero la simple sucesión de dos respuestas, la
segunda de las cuales involucra un reforzador, es difícilmente una base
suficiente para nombrar una clase especial de procesos comportamentales. Si lo
fuera, entonces el ejemplo de una rata cuyos palanqueos producen bolas de
comida, rechazado anteriormente como un caso de auto-reforzamiento, sería un
ejemplo relevante después de todo: podría decirse que la rata refuerza sus
propios palanqueos cuando se dirige al comedero y come después de palanquear.
La resolución es que la situación no
debe involucrar únicamente una respuesta a ser reforzada y una respuesta de
reforzamiento de la primera respuesta, sino que la última respuesta debe estar
disponible incluso si la respuesta a ser reforzada todavía no ha ocurrido. Así,
en el análogo del auto-reforzamiento en la paloma, la disponibilidad continua de
comida en el comedero es crítica. Sin embargo, aquí de nuevo surge una
dificultad. Considere a un comprador en una tienda, frente a una estantería
abierta con alguna mercancía. El comprador puede coger la mercancía y salir de
la tienda con ella (tal vez corriendo el riesgo de un arresto por robar en
tiendas), o el comprador puede salir de la tienda con la mercancía sólo después
de pagar al cajero. Debido a que la mercancía está disponible para ser tomada durante
todo el tiempo, ¿no es apropiado decir que el pago es una respuesta que es auto-reforzada
por la toma de la mercancía? Si se argumenta que el comprador que la coge sin
pagar puede ser atrapado, la contestación es simplemente que la paloma también
puede ser atrapada, por la remoción de los alimentos, si se mueve hacia el comedero
sin picotear primero (y el estudiante que asiste a la película antes de
completar la tarea también puede ser atrapado, si una mala nota es la
consecuencia de una tarea incompleta). Sin embargo, si estas analogías no
ayudan ¿cuál es entonces la esencia del concepto de auto-reforzamiento?
La figura 1 compara el reforzamiento con
el auto-reforzamiento, en sus manifestaciones de laboratorio, en tres niveles
de análisis. La fila superior (A) muestra las relaciones temporales entre los
picoteos, la comida y la alimentación en cada situación. El reforzamiento
involucra un picoteo, la entrega consecuente de comida, y la alimentación
ocasionada por la comida. En el auto-reforzamiento, el picoteo es seguido por
la alimentación a pesar de que la comida se encuentra continuamente presente.
En esta comparación, el reforzamiento y el auto-reforzamiento son claramente
diferentes.
La fila media
(B), sin embargo, elimina la diferencia al sustituir la oportunidad para comer
por la presentación de la comida. Dado que en el procedimiento de
auto-reforzamiento se retira la comida cuando el acercamiento al comedero no es
precedido por el picoteo, ocurre una oportunidad para comer solo después de un
picoteo. La similitud va incluso más allá. No solo es la relación entre el
picotear y la oportunidad de comer la misma en el reforzamiento y el
auto-reforzamiento, sino que en cada caso la probabilidad de que la comida esté
presente es mayor si un picoteo ha acabado de ocurrir a que si no ha ocurrido
un picoteo. Específicamente, tanto en el reforzamiento como en el
auto-reforzamiento, la comida siempre está presente después de picotear; en
ambos casos, la ausencia de comida solo puede seguir al no picotear (en el
reforzamiento, la ausencia de comida sigue de manera confiable a la ausencia de
picoteos, pero en el auto-reforzamiento esta sigue a la ausencia de picoteos
solo si ocurre un
acercamiento al
comedero).
Figura
1. Tres niveles de análisis en la comparación del reforzamiento con el
auto-reforzamiento. En A, los dos aparecen diferentes, ya que la comida se
encuentra presente solo después de los picoteos en la situación básica de reforzamiento
mientras que se encuentra continuamente presente en el auto-reforzamiento. En
B, la diferencia desaparece cuando la presencia de comida es reemplazada por la
oportunidad de comer; las oportunidades para comer ocurren solo después de los
picoteos en el auto-reforzamiento, justo como en la situación básica de
reforzamiento, debido a que la contingencia que establece el auto-reforzamiento
es la remoción de comida si ocurre la alimentación sin picoteo previo. En C, el
reforzamiento y el auto-reforzamiento aparecen nuevamente diferentes, pero de
otra forma; el acercamiento al comedero queda bajo el control de la
presentación de comida en la situación básica de reforzamiento; pero en el
auto-reforzamiento debe quedar bajo el control del propio comportamiento previo
del organismo (i.e., hayan ocurrido o no picoteos). De este modo, la esencia
del auto-reforzamiento no es que la oportunidad de comer mantenga el picoteo,
sino más bien que el picoteo proporciona un estímulo discriminativo para la
alimentación. Se podría hablar de la ejecución mejor en términos de
auto-discriminación o auto-conciencia que en términos de auto-reforzamiento.
Sin embargo, los
procedimientos no son idénticos. La fila inferior (C) expande el análisis al agregar
la respuesta de acercamiento al comedero. En la situación básica de
reforzamiento, un picoteo produce comida; en presencia de la comida, el
acercamiento al comedero puede ser seguido por el comer. La presentación de
comida, por lo tanto, es un estímulo discriminativo en presencia del cual el
acercamiento a la comida se refuerza por medio de la ingestión de la comida. El
acercamiento al comedero en x está
bajo el control del estímulo de la presentación de comida. Pero en el
auto-reforzamiento, la presencia de comida no puede servir como un estímulo
discriminativo que controla el acercamiento al comedero. El acercamiento al
comedero en y es seguido por una
oportunidad para comer, porque ese acercamiento al comedero es precedido por un
picoteo. El acercamiento al comedero en z,
sin embargo, es seguido por la remoción de la comida, porque no es precedida
por un picoteo. En el auto-reforzamiento, por consiguiente, el estímulo
discriminativo que controla el acercamiento al comedero es el propio comportamiento
previo de la paloma; haya ocurrido o no un picoteo. Por esta razón, el
componente esencial del auto-reforzamiento no es el involucramiento de un
proceso de reforzamiento. Más bien, depende del establecimiento de una auto-discriminación
o auto-conciencia; el organismo debe discriminar su propio comportamiento.
Pero ahora es
apropiado retornar nuevamente al ejemplo del auto-reforzamiento de la
terminación de la tarea del estudiante. En este ejemplo, no existe ningún
agente externo que vuelva la película no disponible si no se completa la tarea (aunque
el fallo en hacer ello podría tener otras consecuencias aversivas). La
característica común a la paloma y el estudiante es que ambos involucran la
discriminación del comportamiento que precede al reforzamiento. Con la paloma,
un experimentador puede mantener criterios para la respuesta apropiada, tales
como la fuerza y la topografía del picoteo de la tecla (tal como fue demostrado
por Mahoney y Bandura, la ejecución de auto-reforzamiento de la paloma no se
mantiene indefinidamente una vez que se finaliza la contingencia entre el
acercamiento al comedero sin picoteos y la remoción de la comida). Con el
estudiante, los criterios para la terminación efectiva de una tarea no están
tan bien definidos. No obstante, el estudiante debe discriminar la adecuación
con la que la tarea ha sido completada si el lenguaje del auto-reforzamiento ha
de ser apropiado en absoluto. Aun así ¿qué implicaciones tiene tal
discriminación para la evaluación de si el auto-reforzamiento de hecho
incrementa o no la probabilidad de la respuesta auto-reforzada?
Supón que el
estudiante es altamente competente en discriminar una tarea completada efectivamente
de una incompleta o completada inefectivamente. El problema en este punto es
que el estudiante auto-reforzaría el cumplimiento de la tarea solo si su cumplimiento
fuera ya suficientemente importante de modo que el cumplimiento por si solo fuera
reforzante de todas maneras (algunos podrían argumentar que la respuesta
auto-reforzada necesariamente adquiere propiedades reforzantes condicionadas).
¿Cuál es el punto entonces del auto-reforzamiento? Su ventaja para el
estudiante se suponía que era que el estudiante pudiese realizar el
cumplimiento de las tareas de manera más probable al auto-reforzarlas
sistemáticamente. Cualquiera que sea el impacto de los argumentos precedentes,
el concepto de auto-reforzamiento debe mantenerse o caer no en base a si las
operaciones de auto-reforzamiento pueden o no ser descritas o sintetizadas,
sino más bien en base a si el auto-reforzamiento existe o no como un proceso. ¿Existe
alguna evidencia de que el auto-reforzamiento incrementa la probabilidad de las
respuestas auto-reforzadas? ¿El auto-reforzamiento refuerza?
Es sintomático
de las dificultades del concepto que esta cuestión presumiblemente empírica
haya sido abordada tan pocas veces en la literatura del auto-reforzamiento
(Bandura, 1974; Montgomery y Parton, 1970). La razón es que el efecto
reforzante del auto-reforzamiento no puede ser determinado experimentalmente.
Incluso si los problemas clásicos del procedimiento de control ayuntado
(Church, 1964) son pasados por alto, ¿qué situación podría proporcionar una
línea base contra la cual pudiese juzgarse la probabilidad de la respuesta
auto-reforzada? Considérese, por ejemplo, a la paloma que auto-refuerza sus
picoteos de la tecla. No sería suficiente demostrar que el picoteo
auto-reforzado decrece cuando la comida es completamente removida. Es de
esperarse la extinción conjunta del picoteo y el acercamiento al comedero, como
la de cualquier otra secuencia de respuesta reforzada. En el
auto-reforzamiento, entonces, la demostración relevante de extinción podría
basarse en el reforzamiento finalizado por la paloma en lugar de por el
experimentador: ¿Qué le pasaría al picoteo si la paloma parase de comer
mientras la comida permaneciese presente? (En la analogía del estudiante, ¿se
esperaría que el cumplimiento de las tareas decreciera si el estudiante
simplemente dejase de ver películas por algún tiempo?).
Podría ejecutarse el
experimento (v.g., mediante la saciación con respecto a la comida), pero el
resultado sería predecible: el picotear y el comer disminuirían conjuntamente.
Esto es como debería ser, porque el arreglo experimental los creó como una
secuencia: la unidad de respuesta que se reforzó (algunas veces llamada una
cadena de respuesta) consistía del picoteo, seguido por el movimiento hacia el
comedero. La relación importante es la que existe entre las dos respuestas en
lugar de la que existe entre cualquiera de ellas y el reforzador, y la
presencia o ausencia del reforzamiento para ambas respuestas en conjunto no
clarifica esa relación. En el análisis, el fenómeno del auto-reforzamiento se convierte
meramente en el fenómeno del reforzamiento.
Podría
argumentarse a favor de hablar en términos de auto-control (v.g., la paloma
muestra auto-control cuando deja de moverse hacia el comedero si no ha
picoteado; el estudiante muestra auto-control cuando se mantiene en el trabajo
si la tarea aún no se completado). Pero el auto-control ha sido adecuadamente
descrito en términos de consecuencias diferenciales para respuestas
alternativas (Rachlin, 1974), y su invocación no salva al auto-reforzamiento.
La auto-discriminación se mantiene; el resto es mítico.
¿Qué hay
entonces de todos los niños que se han adjudicado a sí mismos fichas o
caramelos cuando sus desempeños en una tarea cumplían un criterio que ellos se
imponían a sí mismos, o que les era sugerido o modelado por un experimentador?
¿Fueron sus lanzamientos y presiones de botón y sus levantamientos de pesa todo
en vano? Felizmente, este recuento no ha sido tan destructivo. Su implicación
no es que los fenómenos estudiados bajo la rúbrica de auto-reforzamiento no
sean de interés, sino que estos fenómenos han sido mal nombrados y, como
consecuencia, no han sido explotados adecuadamente. El estudiante que, a través
de un procedimiento llamado auto-reforzamiento por algunos, trata de
discriminar un desempeño académico adecuado de uno inadecuado, sin duda, ha
aprendido algo importante. Sin embargo, parece razonable suponer que es más
probable que se enseñe con efectividad la auto-discriminación o auto-conciencia
si aquellos que la enseñan la reconocen como lo que es.
El lenguaje del
comportamiento tiene consecuencias. Si una de las consecuencias del presente
recuento es cambiar el lenguaje del auto-reforzamiento a uno que haga hincapié
en la auto-conciencia, el auto-monitoreo, la auto-valoración
y la auto-discriminación, entonces el mito del auto-reforzamiento puede al
menos tener un final feliz.
REFERENCIAS
Bandura, A. Vicarious
and self-reinforcement processes. In R. Glaser (Ed.) The nature of reinforcement. New York: Academic Press, 1971. Pp.
228-278.
Bandura, A. The case of
the mistaken dependent variable. Journal
of Abnormal Psychology, 1974, S3, 301-303.
Bandura, A. and Kupers,
C.J. The transmission of patterns of self-reinforcement through modelling. Journal of Abnormal and Social Psychology,
1964, 69, 1-9.
Bandura, A. and
Mahoney, M.J. Maintenance and transfer of self-reinforcement functions. Behavior Research and Therapy, 1974, 12,
89-97.
Bolstad, O.D. and
Johnson, S.M. Self-regulation in the modification of disruptive behavior, Journal of the Experimental Analysis of
Behavior, 1972, 5, 443-454.
Brigham, T. A. and
Sherman, J. A. Effects of choice and immediacy of reinforcement on single
response and switching behavior of children.
Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 1973,19, 425-435.
Catania, A.C. Glossary.
In A.C. Catania (Ed.) Contemporary
research in op?rant behavior. Glenview, 111.: Scott Foresman, 1968. Pp.
327-349.
Catania, A.C. On the
vocabulary and the grammar of behavior. Journal
of the Experimental Analysis of Behavior, 1969, 12, 845-846.
Catania, A.C. Freedom
and knowledge: an experimental analysis of preference in pigeons. Journal of the Experimental Analysis of
Behavior, 1975,24, 89-106.
Church, R.M. Systematic
effect of random error in the yoked control design. Psychological Bulletin, 1964, 62, 122-131.
Felixbrod, J.J. and
O'Leary, K.D. Effects of reinforcement on children's academic behavior as a
function of self-determined and externally imposed contingencies. Journal of Applied Behavior Analysis,
1973,6, 241-250.
Gewirtz, J.L. The roles
of overt responding and extrinsic reinforcement in "self-" and
"vicarious reinforcement" phenomena and in "observational
learning" and imitation. In R. Glaser (Ed.) The nature of reinforcement. New York: Academic Press, 1971. Pp.
279-309.
Glynn, E.L. Classroom
applications of self-determined reinforcement. Journal of Applied Behavior Analysis, 1910,3, 123-132.
Kanfer, F.H. The
maintenance of behavior by self-generated stimuli and reinforcement. In A.
Jacobs and L.B. Sachs (Eds.) The
psychology of private events. New York: Academic Press, 1971. Pp. 39-59.
Kanfer, F.H. and
Marston, A.R. Determinants of self-reinforcement in human learning. Journal of Experimental Psychology,
1963, 66, 245-254.
Lefcourt, H.M. Internal
versus external control of reinforcement: a review. Psychological Bulletin, 1966, 65, 206-220.
Mahoney, J.H. and
Bandura, A. Self-reinforcement in pigeons. Learning
and Motivation, 1972, 3, 293-303.
Marston, A.R. Variables
affecting incidence of self-reinforcement.
Psychological Reports, 1964, 14, 879-884.
Mischel, W. Theory and
research on the antecedents of self-imposed delay of reward. In B. A. Maher
(Ed.) Progress in experimental
personality research. Vol. 3. New York: Academic Press, 1966. Pp. 85-132.
Montgomery, G.T. and
Parton, D.A. Reinforcing effect of self-reward. Journal of Experimental Psychology, 1970,84, 273-276.
Rachling, H.
Self-control. Behaviorism, 1974,2,
94-107.
Rachlin, H. and Green,
L. Commitment, choice and self-control. Journal
of the Experimental Analysis of Behavior, 1972, 17, 15-22.
Santogrossi, D.A.,
O'Leary, K.D., Romanczyk, R.G., and Kaufman, K.F. Self-evaluation by
adolescents in a psychiatric hospital school token program. Journal of Applied Behavior Analysis,
1973, 6, 277-287.
Skinner, B.F. Verbal behavior. New York:
Appleton-Century-Crofts, 1957.
Skinner, B.F. The
phylogeny and ontogeny of behavior. Science,
1966, 153, 1205-1213.
Skinner, B.F. The
shaping of phylogenic behavior. Journal
of the Experimental Analysis of Behavior, 1975, 24, 117-120.
[1] Esta es una versión
ligeramente revisada de un artículo presentado en la quinta conferencia anual
sobre Análisis del Comportamiento en la Educación, Ciudad de Kansas, Mo, y será
publicado en T. A. Brigham, R. Haykins, J. Scott y T. F. McLaughlin (Ed.). Behavior analysis in educaction:
Self-control and Reading. Dubuque, Iowa: Kendal/Hunt, La preparación del
manuscrito fue financiada en parte por la subvención NSF GB-43251de la
universidad de Maryland en Baltimore. Para reimpresiones, escriba al autor en
el Departamento de Psicología de la Universidad de Maryland en Baltimore, 5401
Wilkens Avenue, Baltimore, MD 21228.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario