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lunes, 21 de octubre de 2019

El mito del auto-reforzamiento


A. Charles Catania
Universidad de Maryland Baltimore County


El catálogo de términos comportamentales con auto- como prefijo es largo. Incluye, entre muchos otros, a la auto-selección, al auto-reporte, al auto-manejo, a la auto-calificación, a la auto-punición, a la auto-evaluación, a la auto-conciencia y al auto-monitoreo (v.g., Bolsad y Johnson, 1972; Felixbroad y O’leary, 1973; Santogrossi, O'Leary, Romanczyk y Kaufman, 1973, para listar solo algunos). Algunos términos, como auto-control, se originaron dentro del vocabulario coloquial. Se derivaron de las observaciones del comportamiento humano en escenarios naturales, y sus análisis, a través de la creación de análogos experimentales en el laboratorio (v.g., Rachlin, 1974; Rachlin y Green, 1972), han demostrado cómo estos fenómenos pueden ser ubicados en el contexto de procesos comportamentales simples. Otros, como el auto-reforzamiento, surgieron independientemente del vocabulario coloquial como un resultado de los análisis experimentales. 
Ellos involucraban la extensión de los principios del comportamiento conocidos (en este caso, el reforzamiento), y el surgimiento de estos ha sido seguido por esfuerzos por demostrar su relevancia en los asuntos humanos diarios. Pero las extensiones del laboratorio a ambientes diferentes al laboratorio pueden ir por un mal camino, especialmente si los fenómenos en los que se basan las extensiones están mal definidos. Por esta razón, lo que sigue es una evaluación crítica de un caso particular: el concepto de auto-reforzamiento. Se examinan sus fundamentos y el concepto se considera defectuoso.
La literatura del auto-reforzamiento es sustancial. No se realiza aquí ningún intento por revisarla exhaustivamente (pero véase Bandura, 1971; Bandura y Kupers, 1964; Gewirtz, 1971; Kanfer, 1971; Lefcourt, 1971; Mischel, 1966). En vez de ello, el énfasis se ubica sobre la lógica del concepto. La conclusión es que el concepto de auto-reforzamiento involucra necesariamente contradicciones internas, y que las situaciones referidas en sus términos son de hecho más relevantes para el concepto de auto-conciencia. No obstante, el desarrollo de ese recuento debe venir luego.
Consideremos en primer lugar un ejemplo hipotético. Un estudiante tiene una tarea que completar; al término de la asignación, el estudiante se invita a sí mismo a ver una nueva película.
En el lenguaje del auto-reforzamiento, se dice que el estudiante refuerza su propia respuesta, la terminación de la tarea, con asistir al cine. El reforzador, mirar la película, está disponible para el estudiante en cada proyección de la película; por lo tanto, su auto-administración por parte del estudiante proporciona una base para juzgar si este ejemplo representa al auto-reforzamiento o no. El efecto del reforzador es presumiblemente aumentar la probabilidad de que el estudiante complete otras tareas en el futuro.

El término reforzamiento, en este y otros casos, no es una explicación; es un nombre para un tipo particular de relación comportamental (Catania, 1968, 1969). Si una respuesta produce una consecuencia y por lo tanto aumenta en probabilidad, entonces el término reforzamiento puede ser aplicado apropiadamente (el término es inapropiado si la respuesta aumenta en probabilidad por otras razones, tales como los efectos elicitantes de su consecuencia; por conveniencia, la especificación de la respuesta como un miembro de una clase operante se omite en el desarrollo que prosigue). Una dificultad histórica es que el término se ha aplicado de forma indiscriminada tanto a los procedimientos que generan esta relación como a los cambios comportamentales que se derivan de estos procedimientos; el mismo término ha servido para la operación de reforzamiento como para el proceso de reforzamiento. En ausencia de contexto, por lo tanto, la frase la respuesta fue reforzada puede significar que la respuesta produjo una consecuencia reforzante o que la respuesta aumentó en probabilidad porque produjo esa consecuencia.
Una complicación adicional es que el uso de reforzar respuestas en vez de reforzar organismos, a pesar de volverse gradualmente estandarizado, todavía no se acepta universalmente (pero compare Skinner, 1966, y Skinner, 1975). La lógica es simplemente que las respuestas son los eventos específicos sobre los cuales operan los reforzadores, y el efecto es un cambio en la respuesta. Además, el uso tiene la ventaja de desalentar frases ambiguas: uno no puede hablar de reforzar una respuesta sin mencionar la respuesta, pero esa omisión es posible cuando uno habla solo de reforzar un organismo.
Pero ¿qué hay entonces del auto-reforzamiento? Para ser consistentes con el uso de reforzar respuestas en lugar de organismos, se debe hablar no de reforzarse uno mismo sino de reforzar las respuestas propias. En el ejemplo anterior, no es el estudiante el que se refuerza, sino la finalización de la tarea por parte del estudiante. El auto-reforzamiento no debe ser equiparado con hacerse algo uno mismo (por ejemplo, hacer que uno se sienta bien dándose uno mismo palmaditas en la espalda), sino más bien con hacerle algo al comportamiento propio. La distinción es fundamental. Si no se especifica la respuesta reforzada, se hace imposible distinguir la auto-administración de un reforzador de la administración de un reforzador a través de alguna otra agencia. Por ejemplo, si una rata privada de alimentos produce comida presionando una palanca, se podría decir que la rata se refuerza a si misma con comida. Todos los casos de reforzamiento se convertirían entonces en casos de auto-reforzamiento, porque el reforzamiento, por definición, debe implicar la entrega de una consecuencia reforzante a un organismo respondiente.
Esta dificultad se resuelve si el uso demanda el reforzamiento de respuestas en vez del reforzamiento de organismos. No es la rata la que es reforzada, sino el palanqueo. El auto-reforzamiento, entonces, no puede involucrar solo una respuesta. Un ejemplo de auto-reforzamiento debe incluir no solo una respuesta que es reforzada, sino también la respuesta del mismo organismo de reforzar esa primera respuesta. Una implicación es que la fuente del reforzador no es un criterio para el auto-reforzamiento (v.g., la masturbación no contaría como un caso de auto-reforzamiento, a pesar de que la consecuencia reforzante no dependa de un agente externo; el término auto-reforzamiento algunas veces sirve simplemente como un sinónimo de auto-estimulación, pero ese uso, con sus propias trampas especiales, no está en discusión aquí: cf. Skinner, 1957, pp. 438 ff.).
Incluso en este punto, sin embargo, las distinciones importantes no han sido agotadas. El auto-reforzamiento, como la relación básica de reforzamiento de la cual deriva, debe involucrar tanto a la operación como al proceso (cf. Bandura, 1974): un reforzador auto-administrado debe depender de una respuesta (operación) y la respuesta debe volverse más probable como resultado de esta dependencia (proceso). La demostración de cualquiera de las partes de la relación sin la otra no es suficiente para juzgar la adecuación de la terminología del auto-reforzamiento. Es interesante, por lo tanto, que la investigación sobre la operación de auto-reforzamiento sea abundante (v.g., Glynn, 1970; Kanfer y Marston, 1963; Marston, 1964), mientras que aquella sobre el proceso de auto-reforzamiento sea escaza (v.g, Montgomery y Parton, 1970). Incluso los datos que se encuentran disponibles no demuestran sin ambigüedad los procesos de auto-reforzamiento (Montgomery y Parton, por ejemplo, destacan las ejecuciones grupales y la evaluación de la significación estadística, y es por consiguiente difícil evaluar el resultado comportamental de su procedimiento. 

Sin embargo, procesos más simples que el auto-reforzamiento parecen adecuados para dar cuenta de los datos. Al comparar las ejecuciones de grupos de niños que podían o no podían entregarse centavos a sí mismos después de pulsar botones debajo de un panel iluminado, es por lo menos tan razonable suponer que la diferencia entre los grupos de auto-reforzamiento y de control se generara por un aumento en la estereotipia de la respuesta cuando los centavos se hallaban disponibles, como lo es atribuir la diferencia a un proceso de auto-reforzamiento). Si existiera una situación análoga con respecto a la relación básica de reforzamiento, habría más investigación sobre las circunstancias bajo las cuales los palanqueos en ratas privadas de comida produjeran bolas de comida y los picoteos de palomas privadas de comida produjeran grano, pero habría poca investigación acerca de si el palanqueo o picar la tecla cambiaría como resultado de estas operaciones. Se argumentará más adelante que las circunstancias que generan el comportamiento de auto-reforzamiento (v.g., el reforzamiento de las propias respuestas) hacen que sea imposible decir si los incrementos en las respuestas auto-reforzadas pueden atribuirse al hecho de haber sido reforzadas.
Una estrategia en el análisis de los procesos comportamentales complejos es la creación de un análogo de laboratorio. Esta estrategia ha sido aplicada al análisis de fenómenos tales como el auto-control (Rachlin, 1974; Rachlin y Green, 1972) y la auto-selección o libertad de elección (Brigham y Sherman, 1973; Catania, 1975). En el caso del auto-reforzamiento, el fenómeno en sí mismo surgió a partir de la elaboración de conceptos de laboratorio (en particular, el concepto de reforzamiento). No obstante, la mayoría de la investigación en auto-reforzamiento ha involucrado sujetos humanos. Así, fue de interés la demostración de laboratorio de fenómenos análogos con organismos no humanos, y se han llevado a cabo experimentos sobre auto-reforzamiento con organismos no humanos (Mahoney y Bandura, 1972; véase también Bandura y Mahoney, 1974).
En la ejecución mantenida por el procedimiento de Mahoney y Bandura, una paloma comía de una tolva de alimentación disponible permanentemente sólo después de picotear una tecla en la pared de la cámara. Por tanto, podría decirse que la paloma estaba reforzando sus propios picotazos en la tecla al comer sólo después de picotear, al igual que podría decirse que el estudiante está reforzando la terminación de la tarea al ir a ver una película sólo después de completar la tarea. Esta ejecución fue generada al reforzar primero los picoteos en la clave con presentaciones de la comida, de la manera convencional, al final de los ensayos sucesivos durante los cuales la tecla estaba iluminada. La presentación de comida se hizo luego independiente de los picoteos y fue gradualmente movilizada desde el final hasta el principio de cada ensayo. Sin embargo, si la paloma se movía hacia el comedero sin primero picar la tecla, la comida era inmediatamente removida. El control mediante este procedimiento llegó a establecerse suficientemente bien que, cuando la comida ya no era posteriormente removida si el acercamiento al comedero no era precedido por el picoteo, el picoteo de la paloma antes de comer continuaba por algún tiempo.
En esta situación, la relación entre picotear y comer parece superficialmente apropiada para el concepto de auto-reforzamiento. Al seguir sus picoteos con comida, la paloma está probablemente reforzando sus propios picoteos. Pero la simple sucesión de dos respuestas, la segunda de las cuales involucra un reforzador, es difícilmente una base suficiente para nombrar una clase especial de procesos comportamentales. Si lo fuera, entonces el ejemplo de una rata cuyos palanqueos producen bolas de comida, rechazado anteriormente como un caso de auto-reforzamiento, sería un ejemplo relevante después de todo: podría decirse que la rata refuerza sus propios palanqueos cuando se dirige al comedero y come después de palanquear.
La resolución es que la situación no debe involucrar únicamente una respuesta a ser reforzada y una respuesta de reforzamiento de la primera respuesta, sino que la última respuesta debe estar disponible incluso si la respuesta a ser reforzada todavía no ha ocurrido. Así, en el análogo del auto-reforzamiento en la paloma, la disponibilidad continua de comida en el comedero es crítica. Sin embargo, aquí de nuevo surge una dificultad. Considere a un comprador en una tienda, frente a una estantería abierta con alguna mercancía. El comprador puede coger la mercancía y salir de la tienda con ella (tal vez corriendo el riesgo de un arresto por robar en tiendas), o el comprador puede salir de la tienda con la mercancía sólo después de pagar al cajero. Debido a que la mercancía está disponible para ser tomada durante todo el tiempo, ¿no es apropiado decir que el pago es una respuesta que es auto-reforzada por la toma de la mercancía? Si se argumenta que el comprador que la coge sin pagar puede ser atrapado, la contestación es simplemente que la paloma también puede ser atrapada, por la remoción de los alimentos, si se mueve hacia el comedero sin picotear primero (y el estudiante que asiste a la película antes de completar la tarea también puede ser atrapado, si una mala nota es la consecuencia de una tarea incompleta). Sin embargo, si estas analogías no ayudan ¿cuál es entonces la esencia del concepto de auto-reforzamiento?

La figura 1 compara el reforzamiento con el auto-reforzamiento, en sus manifestaciones de laboratorio, en tres niveles de análisis. La fila superior (A) muestra las relaciones temporales entre los picoteos, la comida y la alimentación en cada situación. El reforzamiento involucra un picoteo, la entrega consecuente de comida, y la alimentación ocasionada por la comida. En el auto-reforzamiento, el picoteo es seguido por la alimentación a pesar de que la comida se encuentra continuamente presente. En esta comparación, el reforzamiento y el auto-reforzamiento son claramente diferentes.
La fila media (B), sin embargo, elimina la diferencia al sustituir la oportunidad para comer por la presentación de la comida. Dado que en el procedimiento de auto-reforzamiento se retira la comida cuando el acercamiento al comedero no es precedido por el picoteo, ocurre una oportunidad para comer solo después de un picoteo. La similitud va incluso más allá. No solo es la relación entre el picotear y la oportunidad de comer la misma en el reforzamiento y el auto-reforzamiento, sino que en cada caso la probabilidad de que la comida esté presente es mayor si un picoteo ha acabado de ocurrir a que si no ha ocurrido un picoteo. Específicamente, tanto en el reforzamiento como en el auto-reforzamiento, la comida siempre está presente después de picotear; en ambos casos, la ausencia de comida solo puede seguir al no picotear (en el reforzamiento, la ausencia de comida sigue de manera confiable a la ausencia de picoteos, pero en el auto-reforzamiento esta sigue a la ausencia de picoteos solo si ocurre un acercamiento al comedero).

Figura 1. Tres niveles de análisis en la comparación del reforzamiento con el auto-reforzamiento. En A, los dos aparecen diferentes, ya que la comida se encuentra presente solo después de los picoteos en la situación básica de reforzamiento mientras que se encuentra continuamente presente en el auto-reforzamiento. En B, la diferencia desaparece cuando la presencia de comida es reemplazada por la oportunidad de comer; las oportunidades para comer ocurren solo después de los picoteos en el auto-reforzamiento, justo como en la situación básica de reforzamiento, debido a que la contingencia que establece el auto-reforzamiento es la remoción de comida si ocurre la alimentación sin picoteo previo. En C, el reforzamiento y el auto-reforzamiento aparecen nuevamente diferentes, pero de otra forma; el acercamiento al comedero queda bajo el control de la presentación de comida en la situación básica de reforzamiento; pero en el auto-reforzamiento debe quedar bajo el control del propio comportamiento previo del organismo (i.e., hayan ocurrido o no picoteos). De este modo, la esencia del auto-reforzamiento no es que la oportunidad de comer mantenga el picoteo, sino más bien que el picoteo proporciona un estímulo discriminativo para la alimentación. Se podría hablar de la ejecución mejor en términos de auto-discriminación o auto-conciencia que en términos de auto-reforzamiento.

Sin embargo, los procedimientos no son idénticos. La fila inferior (C) expande el análisis al agregar la respuesta de acercamiento al comedero. En la situación básica de reforzamiento, un picoteo produce comida; en presencia de la comida, el acercamiento al comedero puede ser seguido por el comer. La presentación de comida, por lo tanto, es un estímulo discriminativo en presencia del cual el acercamiento a la comida se refuerza por medio de la ingestión de la comida. El acercamiento al comedero en x está bajo el control del estímulo de la presentación de comida. Pero en el auto-reforzamiento, la presencia de comida no puede servir como un estímulo discriminativo que controla el acercamiento al comedero. El acercamiento al comedero en y es seguido por una oportunidad para comer, porque ese acercamiento al comedero es precedido por un picoteo. El acercamiento al comedero en z, sin embargo, es seguido por la remoción de la comida, porque no es precedida por un picoteo. En el auto-reforzamiento, por consiguiente, el estímulo discriminativo que controla el acercamiento al comedero es el propio comportamiento previo de la paloma; haya ocurrido o no un picoteo. Por esta razón, el componente esencial del auto-reforzamiento no es el involucramiento de un proceso de reforzamiento. Más bien, depende del establecimiento de una auto-discriminación o auto-conciencia; el organismo debe discriminar su propio comportamiento.

Pero ahora es apropiado retornar nuevamente al ejemplo del auto-reforzamiento de la terminación de la tarea del estudiante. En este ejemplo, no existe ningún agente externo que vuelva la película no disponible si no se completa la tarea (aunque el fallo en hacer ello podría tener otras consecuencias aversivas). La característica común a la paloma y el estudiante es que ambos involucran la discriminación del comportamiento que precede al reforzamiento. Con la paloma, un experimentador puede mantener criterios para la respuesta apropiada, tales como la fuerza y la topografía del picoteo de la tecla (tal como fue demostrado por Mahoney y Bandura, la ejecución de auto-reforzamiento de la paloma no se mantiene indefinidamente una vez que se finaliza la contingencia entre el acercamiento al comedero sin picoteos y la remoción de la comida). Con el estudiante, los criterios para la terminación efectiva de una tarea no están tan bien definidos. No obstante, el estudiante debe discriminar la adecuación con la que la tarea ha sido completada si el lenguaje del auto-reforzamiento ha de ser apropiado en absoluto. Aun así ¿qué implicaciones tiene tal discriminación para la evaluación de si el auto-reforzamiento de hecho incrementa o no la probabilidad de la respuesta auto-reforzada?
Supón que el estudiante es altamente competente en discriminar una tarea completada efectivamente de una incompleta o completada inefectivamente. El problema en este punto es que el estudiante auto-reforzaría el cumplimiento de la tarea solo si su cumplimiento fuera ya suficientemente importante de modo que el cumplimiento por si solo fuera reforzante de todas maneras (algunos podrían argumentar que la respuesta auto-reforzada necesariamente adquiere propiedades reforzantes condicionadas). ¿Cuál es el punto entonces del auto-reforzamiento? Su ventaja para el estudiante se suponía que era que el estudiante pudiese realizar el cumplimiento de las tareas de manera más probable al auto-reforzarlas sistemáticamente. Cualquiera que sea el impacto de los argumentos precedentes, el concepto de auto-reforzamiento debe mantenerse o caer no en base a si las operaciones de auto-reforzamiento pueden o no ser descritas o sintetizadas, sino más bien en base a si el auto-reforzamiento existe o no como un proceso. ¿Existe alguna evidencia de que el auto-reforzamiento incrementa la probabilidad de las respuestas auto-reforzadas? ¿El auto-reforzamiento refuerza?
Es sintomático de las dificultades del concepto que esta cuestión presumiblemente empírica haya sido abordada tan pocas veces en la literatura del auto-reforzamiento (Bandura, 1974; Montgomery y Parton, 1970). La razón es que el efecto reforzante del auto-reforzamiento no puede ser determinado experimentalmente. Incluso si los problemas clásicos del procedimiento de control ayuntado (Church, 1964) son pasados por alto, ¿qué situación podría proporcionar una línea base contra la cual pudiese juzgarse la probabilidad de la respuesta auto-reforzada? Considérese, por ejemplo, a la paloma que auto-refuerza sus picoteos de la tecla. No sería suficiente demostrar que el picoteo auto-reforzado decrece cuando la comida es completamente removida. Es de esperarse la extinción conjunta del picoteo y el acercamiento al comedero, como la de cualquier otra secuencia de respuesta reforzada. En el auto-reforzamiento, entonces, la demostración relevante de extinción podría basarse en el reforzamiento finalizado por la paloma en lugar de por el experimentador: ¿Qué le pasaría al picoteo si la paloma parase de comer mientras la comida permaneciese presente? (En la analogía del estudiante, ¿se esperaría que el cumplimiento de las tareas decreciera si el estudiante simplemente dejase de ver películas por algún tiempo?). 
Podría ejecutarse el experimento (v.g., mediante la saciación con respecto a la comida), pero el resultado sería predecible: el picotear y el comer disminuirían conjuntamente. Esto es como debería ser, porque el arreglo experimental los creó como una secuencia: la unidad de respuesta que se reforzó (algunas veces llamada una cadena de respuesta) consistía del picoteo, seguido por el movimiento hacia el comedero. La relación importante es la que existe entre las dos respuestas en lugar de la que existe entre cualquiera de ellas y el reforzador, y la presencia o ausencia del reforzamiento para ambas respuestas en conjunto no clarifica esa relación. En el análisis, el fenómeno del auto-reforzamiento se convierte meramente en el fenómeno del reforzamiento.

Podría argumentarse a favor de hablar en términos de auto-control (v.g., la paloma muestra auto-control cuando deja de moverse hacia el comedero si no ha picoteado; el estudiante muestra auto-control cuando se mantiene en el trabajo si la tarea aún no se completado). Pero el auto-control ha sido adecuadamente descrito en términos de consecuencias diferenciales para respuestas alternativas (Rachlin, 1974), y su invocación no salva al auto-reforzamiento. La auto-discriminación se mantiene; el resto es mítico.
¿Qué hay entonces de todos los niños que se han adjudicado a sí mismos fichas o caramelos cuando sus desempeños en una tarea cumplían un criterio que ellos se imponían a sí mismos, o que les era sugerido o modelado por un experimentador? ¿Fueron sus lanzamientos y presiones de botón y sus levantamientos de pesa todo en vano? Felizmente, este recuento no ha sido tan destructivo. Su implicación no es que los fenómenos estudiados bajo la rúbrica de auto-reforzamiento no sean de interés, sino que estos fenómenos han sido mal nombrados y, como consecuencia, no han sido explotados adecuadamente. El estudiante que, a través de un procedimiento llamado auto-reforzamiento por algunos, trata de discriminar un desempeño académico adecuado de uno inadecuado, sin duda, ha aprendido algo importante. Sin embargo, parece razonable suponer que es más probable que se enseñe con efectividad la auto-discriminación o auto-conciencia si aquellos que la enseñan la reconocen como lo que es. 

El lenguaje del comportamiento tiene consecuencias. Si una de las consecuencias del presente recuento es cambiar el lenguaje del auto-reforzamiento a uno que haga hincapié en la auto-conciencia, el auto-monitoreo, la auto-valoración y la auto-discriminación, entonces el mito del auto-reforzamiento puede al menos tener un final feliz.

REFERENCIAS

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[1] Esta es una versión ligeramente revisada de un artículo presentado en la quinta conferencia anual sobre Análisis del Comportamiento en la Educación, Ciudad de Kansas, Mo, y será publicado en T. A. Brigham, R. Haykins, J. Scott y T. F. McLaughlin (Ed.). Behavior analysis in educaction: Self-control and Reading. Dubuque, Iowa: Kendal/Hunt, La preparación del manuscrito fue financiada en parte por la subvención NSF GB-43251de la universidad de Maryland en Baltimore. Para reimpresiones, escriba al autor en el Departamento de Psicología de la Universidad de Maryland en Baltimore, 5401 Wilkens Avenue, Baltimore, MD 21228.

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