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miércoles, 15 de septiembre de 2021

Encontrando el núcleo filosófico: Una revisión de las hipótesis mundiales de Stephen C. Pepper

Artículo original: 

Hayes, S. C., Hayes, L. J., & Reese, H. W. (1988). Finding The Philosophical Core A Review of Stephen C. Pepper’s World Hypotheses. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 50, 97–111.

Traducido por Darwin Gutierrez Guevara


El análisis de la conducta siempre ha tenido conflictos importantes con otras perspectivas psicológicas. En su nivel fundamental, estos conflictos son a menudo filosóficos y se refieren a cuestiones como la naturaleza de lo humano y los propósitos de la ciencia. ¿Por qué son estos los conflictos? ¿Qué podemos hacer al respecto, si es que podemos hacer algo? ¿Podemos resolverlos? ¿Podemos evitarlos por completo simplemente abandonando la filosofía?

 Para responder a estas preguntas, debemos tener clara la filosofía que subyace al análisis de la conducta en comparación con las de otras perspectivas. Sin embargo, ser claro es difícil porque los supuestos y postulados de la posición no se establecen de manera deliberada y sin ambigüedades. Los supuestos fundamentales, las teorías específicas y los accidentes históricos se discuten con demasiada frecuencia al mismo tiempo y sin una diferenciación adecuada en las exposiciones analíticas de la conducta. Los escritos filosóficos de Skinner son especialmente propensos a esta dificultad, tal vez porque está muy involucrado con muchos aspectos no filosóficos del campo.

 En 1942, Stephen C. Pepper, filósofo y esteticista, publicó World Hypotheses: A Study in Evidence. Su idea central fue que los sistemas filosóficos se agrupan en torno a unos pocos modelos centrales, o "hipótesis del mundo", extraídas del sentido común.

 Para hacer comprensible la posición de Pepper, debemos resumir algunas partes del libro de manera bastante extensa. Para mostrar su valor para un campo que él nunca analizó, debemos interpretarlo y ampliarlo. Nuestro propósito no es promover el uso de las categorías conceptuales de Pepper per se; es utilizarlos para iluminar las categorías conceptuales del análisis conductual moderno y de los sistemas psicológicos en competencia.

 

LA NATURALEZA DE LAS HIPÓTESIS DEL MUNDO

 

Una hipótesis del mundo es un modelo del universo de observaciones e inferencias. Las hipótesis mundiales difieren en alcance (es decir, el rango de eventos incorporados) y precisión (es decir, la escasez de interpretaciones alternativas hechas de los eventos incorporados), y su adecuación es una cuestión del grado en que cada una se obtiene. Idealmente, una visión del mundo tiene un alcance ilimitado y es tan precisa que permite una y solo una interpretación de cada evento. En la práctica, todas las cosmovisiones actuales razonablemente adecuadas no alcanzan este ideal. El alcance y la precisión tienden a estar inversamente relacionados: un modelo que especifica con precisión cómo interpretar un evento dado tenderá a no incorporar tantos eventos como un modelo que permite ver un evento dado de diferentes maneras.

 

Pepper argumentó que cada hipótesis del mundo es autónoma. Como un intento de proporcionar una visión completa del mundo, cada hipótesis del mundo crea su propio campo de juego. Dentro de ese campo de juego, las visiones del mundo "en competencia" pueden interpretarse, pero no pueden competir directamente. Este argumento anticipa los puntos de vista similares de Kuhn (1962), entre otros (hay buenas razones para creer que muchas de las ideas de Kuhn se derivaron del trabajo de Pepper; Efron, 1980) y tiene varias implicaciones. Primero, usar las categorías de una cosmovisión para analizar y criticar otra es ilegítimo e inherentemente inútil. En segundo lugar, ninguna hipótesis mundial puede fortalecerse revelando las deficiencias de otra. La debilidad de una cosmovisión no implica en modo alguno la fuerza de otra. En tercer lugar, el eclecticismo, si implica combinaciones de distintas hipótesis del mundo, es intrínsecamente confuso. Cada hipótesis del mundo implica un conjunto diferente de categorías conceptuales, muchas de las cuales son mutuamente contradictorias en diferentes hipótesis del mundo. No parece probable una combinación coherente de las visiones del mundo actualmente populares y ninguna ha tenido éxito todavía. Esto no significa que las formas de integración no sean posibles, pero si Pepper estaba en lo cierto, la integración exitosa solo puede venir mediante combinaciones basadas en otra hipótesis del mundo coherente. Existe una única excepción en las integraciones estratégicas de visiones del mundo subordinadas a una sola visión del mundo. Como se discutirá más adelante, tal integración es posible sólo en una de las visiones del mundo relativamente adecuadas.

 

Según Pepper, las hipótesis del mundo se derivan de "metáforas fundamentales". Una metáfora raíz es una conceptualización de sentido común de un dominio, de acuerdo con la cual se han construido conceptos categóricos. La metáfora raíz estructura la comprensión de las categorías técnicas. Una construcción técnica que no mantiene ningún contacto conceptual con su metáfora subyacente se vuelve vacía y sin sentido.

 

LAS VISTAS DEL MUNDO RELATIVAMENTE ADECUADAS

 

Pepper identificó cuatro hipótesis del mundo actual relativamente adecuadas: mecanicismo, formismo, organicismo y contextualismo. El mecanicismo y el formismo son analíticos: el todo es reducible a sus partes. Las partes son básicas, el todo derivado. El organicismo y el contextualismo son sintéticos: el todo es básico, las partes derivadas. El formismo y el contextualismo son dispersivos: los hechos se relacionan cuando se descubre que lo son, no por suposición. El azar, por tanto, no se niega en estas hipótesis. El mecanicismo y el organicismo son integradores: los hechos están relacionados por suposición y el orden es categórico. Como tal, se niega la posibilidad. Las visiones dispersas del mundo tienden a ser de mayor alcance que de precisión; las hipótesis del mundo integradoras tienden a ser de mayor precisión que de alcance.

 

La descripción de los sistemas psicológicos en términos de Pepper los organiza en conjuntos coordinados de proposiciones e inquietudes relacionadas. Entonces se pueden derivar los probables conflictos entre sistemas psicológicos particulares y proponer soluciones a estos conflictos. Por esta razón, examinar cada una de las cuatro visiones del mundo relativamente adecuadas de Pepper parece potencialmente valioso para un análisis de los sistemas psicológicos.

 

Mecanicismo

La metáfora fundamental del mecanicismo es la máquina. Cualquier máquina de sentido común se compone de partes discretas relacionadas con otras partes de alguna manera sistemática. Sin embargo, las relaciones entre las partes no cambian la naturaleza de las partes, ya que las partes existen independientemente de esas relaciones. Además, en cualquier máquina de sentido común, se ejerce algún tipo de fuerza o energía o se transmite a través del sistema para producir resultados predecibles.

 

Un ejemplo sencillo es la palanca. Una palanca se compone de dos partes discretas e independientes: una palanca y un fulcro. Cuando están relacionados de una manera particular (por ejemplo, la palanca se coloca en el fulcro), una fuerza ejercida en un extremo de la palanca produce un efecto predecible en el otro extremo de acuerdo con la cantidad de fuerza, la longitud de la palanca, la ubicación del fulcro, etc. En máquinas más complicadas, el historial de fuerzas aplicadas también puede ser relevante para el funcionamiento de la máquina. En este contexto, la historia significa que una parte puede no funcionar hasta que otras partes hayan funcionado, o que varias partes se hayan desgastado. Por ejemplo, un reloj no suena hasta que el resorte que controla la manecilla de las horas se ha dado cuerda y ha funcionado durante un período de tiempo predeterminado.

 

Según la hipótesis del mundo del mecanicismo, el universo entero es como una máquina. Diferentes máquinas producen diferentes variantes de mecanicismo. La estatuaria hidráulica de la Edad Media conduce a una teoría, el modelo informático conduce a otra. No obstante, los elementos clave de las máquinas de sentido común y sus medios de operación están siempre presentes.

 

La metáfora de la máquina se extiende tanto al conocedor como al conocido. El conocedor se relaciona con el mundo produciendo una copia interna del mismo, a través de la transformación mecánica. Esta postura epistemológica preserva tanto al conocedor como a lo conocido intactos y básicamente inalterados por su relación, un requisito del mecanicismo. En algunas versiones de mecanicismo, la copia interna es "mental"; en otros es "fisiológico". Independientemente, el conocedor conoce una copia del mundo, no el mundo en sí. La verdad es una cuestión de qué tan bien se corresponde la copia con el mundo, según se evalúa mediante la corroboración entre conocedores independientes. Se requiere corroboración porque la correspondencia entre la copia y el mundo no se puede observar directamente. La correspondencia entre lo que decimos sobre el mundo y lo que vemos en él es relativamente trivial cuando el material descrito está inmediatamente presente.

 

La correspondencia de este tipo limitado no es adecuada para el mecánico por varias razones. El objetivo del mecanicista es descubrir las partes y las relaciones entre las partes de la máquina existente. Debido a que el mecanismo es integrador, se supone que todas las partes encajan. El orden es categórico. Por tanto, los mecanicistas no se limitan a describir partes del mundo del sentido común; más bien, buscan descubrir la verdadera naturaleza de un evento dado especificando qué tipo de parte es realmente y colocándolo correctamente en la máquina. Tal objetivo es ayudado por un modelo o teoría a priori. Los científicos no pueden utilizar la correspondencia entre una construcción verbal de la máquina y los hechos como prueba de la idoneidad de la construcción si los mismos hechos sirven tanto como fuente de la construcción así como medio de verificación. La verdad se establece mejor examinando la correspondencia entre la construcción verbal y una variedad de nuevos hechos implícitos en la construcción. De acuerdo con la calidad integradora del mecanismo, cuanto más derivadas e indirectas sean estas predicciones, mejor (Ericcson y Simon, 1984). La metodología de investigación hipotético-deductiva ejemplifica esta lógica y muchos mecanicistas gravitan hacia ella.

 

El tomismo

La metáfora fundamental del formismo es la similitud. El tipo de similitud implícita aquí es la recurrencia de formas reconocibles: briznas de hierba, hojas de papel, hileras de rosquillas o cosas por el estilo. La posición del formismo inmanente (una de las dos variantes principales) es la siguiente. La percepción de cualquier evento implica el contacto con dos aspectos de ese evento —carácter y particularidad— que son absolutamente distintos pero que no pueden experimentarse de forma independiente. El carácter se refiere a las cualidades y relaciones que están ligadas a un objeto dado: esta rosquilla tiene las cualidades de ser suave, cálida y pegajosa; tiene la relación de lado a lado con las otras rosquillas de esta fila. En teoría, un objeto dado puede tener un número infinito de caracteres.

 

Un carácter dado puede aparecer en un número infinito de detalles. Aun así, esta dona es esta dona y no otra. Esta dona es la particularización de un personaje, así como la caracterización de un particular. La dona implica la participación de uno con el otro.

 

 

Una colección o "clase" de particulares que participan en uno o más personajes es otro concepto categórico en el formismo. “Gorila”, por ejemplo, no es un evento en particular, ni un personaje, ni una participación. Son los tres juntos. Ciertos personajes que participan en un objeto en particular nos llevan a identificar ese objeto como "gorila". Cada otro objeto que se caracteriza de la misma manera es también un "gorila", y todos estos objetos considerados juntos son la clase "gorila".

 

Los formistas no asumen organizaciones sistemáticas de hechos; por tanto, no se requieren principios de funcionamiento (como "fuerza") para explicarlos. De hecho, si todos los hechos estuvieran integrados por un conjunto de principios formistas, entonces esos hechos formarían necesariamente un sistema (la integración misma) y el formismo comenzaría a tener el carácter de mecanicismo. Una ley causal en el formismo no es más que un puente de un conjunto de particularidades caracterizadas a otro. Es una forma.

 

El criterio de verdad del formismo, como el del mecanicismo, es la correspondencia. En el formismo, sin embargo, el sentido más simple de este criterio (correspondencia sin importar cómo se derive) es adecuado dada su cualidad dispersiva.

 

Organicismo

La metáfora fundamental del organicismo es el proceso de desarrollo orgánico, como en los sistemas orgánicos vivos y en crecimiento. En tales sistemas, se da el cambio y se explica la estabilidad. Las versiones del desarrollismo que se basan en modelos escénicos reflejan esta filosofía. Por ejemplo, se supone que una persona pasa de una etapa de crecimiento a otra de manera ordenada. Para explicar la etapa actual de la persona debemos explicar el orden de los cambios de una etapa a otra. En otras palabras, debemos explicar cómo operan las reglas de cambio, asumiendo que el cambio ocurre de acuerdo con reglas de cambio que en sí mismas no cambian (Reese y Overton, 1970). El organicista señala “los pasos involucrados en el proceso orgánico y ... las características principales en la estructura orgánica finalmente logradas” (Pepper, 1942, p. 281).

 

En el organicismo, el todo no es una síntesis de partes; el todo es básico, las partes carecen de sentido excepto en el contexto del todo. El organicista abraza la teleología: “La estructura lograda o realizada es siempre el ideal al que apuntan los pasos progresivos del proceso” (Pepper, 1942, p. 281).

 

El criterio de verdad del organicismo es la coherencia. Cuando una red de hechos interrelacionados converge en una conclusión, la coherencia de esta red hace que esta conclusión sea "verdadera". Todas las contradicciones de la comprensión se originan en un conocimiento incompleto de todo el proceso orgánico. Cuando se conoce el todo, se eliminan las contradicciones y el “todo orgánico” ... se encuentra implícito en los fragmentos” (Pepper, 1942, p. 283).

Epistemológicamente, los organicistas adoptan el constructivismo. El conocedor construye activamente el mundo: no se lo conoce directamente ni se transforma mecánicamente.

 

Contextualismo

El contextualismo es la visión del mundo más importante para nuestros propósitos, por lo que aquí describimos el análisis del contextualismo de Pepper con más detalle. La metáfora fundamental del contextualismo es el acto continuo en contexto. Otro término podría ser el acto histórico, pero no como una descripción muerta de una cosa realizada. Está haciendo lo que se hace, como cazando, comprando o haciendo el amor.

 

Dos categorías fundamentales de contextualismo son "calidad" y "textura". La calidad es la naturaleza experimentada de un acto; la textura son los detalles y las relaciones que conforman su calidad. En el contextualismo, incluso estas categorías pueden cambiar (si lo hacen) porque nada es definitivo o último en nuestro conocimiento del mundo, ni siquiera que el mundo seguirá siendo el mismo. En nuestra época actual, sin embargo, todos los eventos tienen calidad y textura.

 

Cada categoría se define en términos de otras categorías. La calidad, por ejemplo, se compone de "difusión" y "fusión". La difusión se refiere al presente extendido de un acto en contexto. El pasado y el futuro de un acto existen en el acto en curso. El acto se propaga, como decimos, tanto hacia atrás como hacia adelante.

 

La fusión se refiere a la integración de los detalles de textura de un evento dado. La limonada tiene la textura del agua, los limones y el azúcar. La calidad de la limonada es una fusión de estos distintos ingredientes, tan a fondo que los ingredientes son difíciles de analizar. Cocinar una comida se compone de muchos elementos de textura (por ejemplo, recoger una olla, seleccionar ingredientes, mezclar los ingredientes), todos los cuales pueden fusionarse en la calidad general de la cocción de la comida. Si uno se interesa más en el acto de levantar la olla que en el acto de cocinar una comida, la fusión del acto mayor se disuelve. Recoger la olla se convierte en la cualidad experimentada.

 

La textura se define en términos de otras categorías, a saber, "hebras", "contexto" y "referencia". Los hilos son las interconexiones entre los detalles de un acto que contribuyen directamente a su calidad. El contexto se compone de interconexiones entre hilos, contribuyendo indirectamente a la calidad de un acto dado. Los dos no se pueden distinguir completamente porque cada uno contribuye a la naturaleza del otro. Como ejemplo, un cocinero prepara un postre. Los detalles y relaciones de este acto, es decir, su textura, pueden ordenarse en varios tipos. Este acto podría comprender la línea que podríamos llamar "entretener a un invitado a cenar", que ocurre en un contexto del invitado. Podría ser el hilo que llamamos "la actuación del cocinero" que ocurre en un contexto de otras comidas preparadas por el cocinero. Podría ser el hilo de "mezclar los huevos", que ocurre en un contexto de romper los huevos, sostener el tazón, etc. La calidad del acto en cada caso emerge en la interacción del hilo y su contexto.

 

La tercera categoría de textura, la referencia, es simplemente hebras consideradas más íntimamente. La referencia hace hincapié a las relaciones temporales o interconexiones entre los detalles de un acto, específicamente su punto de inicio, curso y satisfacción. El concepto de referencia es digno de mención porque se refiere a cuestiones de similitud y novedad según se interpretan de forma contextualista. La similitud, por ejemplo, no es una característica de los eventos desde un punto de vista contextualista. No hay dos eventos en el mundo que sean inherentemente similares. Más bien, la similitud es una atribución que se hace cuando diferentes iniciaciones convergen en una satisfacción. Plantar un jardín e ir a un restaurante, aunque formalmente diferentes, se consideran similares en la medida en que producen el mismo resultado, es decir, el sustento.

 

La calidad de un acto se ve necesariamente amenazada al examinar su textura porque cualquier hebra dada de esa textura podría experimentarse como una cualidad por derecho propio. Esta circunstancia es una consecuencia del carácter dispersivo del contextualismo: las partes, al ser derivadas, pueden derivarse de diversas formas. Como tal, se podría examinar la textura de esta nueva cualidad, experimentar una de sus hebras como cualidad, y así sucesivamente. Si el análisis se hiciera por sí mismo, nada impediría que este proceso continuara ad infinitum. Para el contextualista, sin embargo, el análisis siempre tiene algún propósito.

 

El criterio de verdad del contextualismo funciona con el éxito. Los análisis son verdaderos solo en términos del logro de metas particulares. No se hace ninguna disposición postulacional para la evaluación de los objetivos en sí. Por tanto, la verdad puede existir con respecto a objetivos relativamente triviales. Esta visión pragmática de la verdad se aplica de manera bastante radical: “La cualidad de sonarse la nariz es tan cósmica y definitiva como la de Newton al escribir su fórmula gravitacional. El hecho de que su fórmula sea mucho más útil para muchas más personas no la hace más real” (Pepper, 1942, p. 251).

 

Una implicación poderosa de este criterio de verdad es que, sobre bases contextualistas, uno puede adoptar la estrategia analítica de una visión del mundo alternativa en una situación dada si hacerlo es útil para algún fin. Por ejemplo, un contextualista filosófico podría adoptar una teoría mecanicista porque es útil para identificar formas de "controlar" el comportamiento. La integración estratégica de este tipo no viola la advertencia de Pepper contra los efectos destructivos del eclecticismo, porque no se implica ninguna integración de las metáforas fundamentales subyacentes. La metáfora de la máquina se utiliza simplemente al servicio de una agenda contextualista; y la veracidad del análisis basado en ese uso se evalúa contra un criterio de trabajo exitoso.

 

IMPLICACIONES PARA EL ANÁLISIS DE COMPORTAMIENTO

 

Pepper no escribió World Hypotheses para psicólogos, ni siquiera para científicos en general. Por lo tanto, la correspondencia entre sus visiones del mundo y las filosofías que subyacen a la ciencia es solo aproximada. Sin embargo, los enfoques particulares de la psicología parecen tener a menudo el carácter predominante de una u otra de las cuatro visiones del mundo relativamente adecuadas de Pepper.

 

El análisis de la conducta como sistema contextualista

 

El carácter predominante del análisis de la conducta, o al menos lo central y distintivo del análisis de la conducta, es contextualista. Entre las características particularmente contextualistas del análisis de la conducta se encuentran el concepto de operante, el criterio de verdad o adecuación, el papel del científico en el análisis científico y la posibilidad de novedad.

 

El concepto de operante. Varias características de la operante se corresponden estrechamente con los conceptos categóricos del contextualismo. Una operante se define como una relación entre el comportamiento y los eventos de estímulo. Los eventos que participan en una operante no pueden examinarse de manera útil de forma independiente porque su naturaleza depende de sus relaciones con los demás participantes. De manera similar, para un contextualista, un acto fuera de contexto no es un acto, categóricamente hablando: “No es un acto concebido como solo o aislado lo que queremos decir; es un acto en y con su escenario” (Pepper, 1942, p. 232).

 

Como el contexto debe incluirse en el análisis de un acto, los contextualistas que analizan un acto se encuentran rápidamente fuera de los límites del evento original de interés (el acto) y en el dominio de otros eventos (el contexto). “La cualidad de un evento son las cualidades fusionadas de sus hebras, y las cualidades de sus hebras salen en parte de su contexto, y ahí estamos fuera del evento” (Pepper, 1942, p. 249). Los paralelismos con el análisis del comportamiento son obvios. Por ejemplo, “No podemos dar cuenta del comportamiento de ningún sistema mientras permanecemos completamente dentro de él; eventualmente debemos recurrir a las fuerzas que operan sobre el organismo desde afuera” (Skinner, 1953, p. 35).

 

La pertenencia a una clase operante no depende de ninguna manera de las características formales del comportamiento involucrado. Las respuestas comparten la pertenencia a una operante en la medida en que producen efectos comunes sobre el medio ambiente: “Las consecuencias definen las propiedades con respecto a las cuales las respuestas se denominan similares” (Skinner, 1953, p. 65). Este tipo de clasificación corresponde precisamente a la concepción contextualista de semejanza derivada de la “convergencia de acción sobre un solo efecto” (Pepper, 1942, p. 255).

 

Una operante no tiene límites fijos. Podríamos hablar de la operante mayor como una composición de elementos más pequeños (en términos de Pepper, hebras de textura), pero hablar de esta manera no excluye examinar los elementos como operantes por derecho propio. De manera similar, se puede examinar cualquier aspecto de una hebra de textura y, en consecuencia, convertirse en la cualidad de interés.

 

Finalmente, el punto de vista analítico de la conducta enfatiza la calidad de verbo de todas las interacciones conductuales (por ejemplo, Hineline, 1980). Este énfasis es precisamente paralelo a la metáfora fundamental del contextualismo.

 

El criterio de verdad o idoneidad. Como señaló Pepper, “El análisis de un evento consiste en la exhibición de su textura, y la exhibición de su textura es la discriminación de sus hebras, y la discriminación total de sus hebras es la exhibición de otras texturas... y así sucesivamente de un evento a otro mientras queramos ir, que sería para siempre o hasta que nos cansáramos” (Pepper, 1942, p. 249). Lo que salva al contextualismo de ser paralizado por su fluidez es su criterio para la adecuación del análisis, es decir, el trabajo exitoso. El trabajo exitoso siempre implica éxito con respecto al logro de algún objetivo potencialmente alcanzable. Por esta razón, el contextualista menosprecia el análisis por el mero análisis. “El análisis serio para [el contextualista] es siempre directa o indirectamente práctico... Si de una textura desea llegar a otra, entonces el análisis tiene un final y una dirección, y algunas hebras tienen relevancia para este fin y otras no, y ... la empresa se vuelve importante en referencia al fin” (Pepper, 1942, págs. 250-251). Asimismo, Skinner comentó: “Es cierto que podríamos rastrear el comportamiento humano no solo a las condiciones físicas que lo moldean y mantienen, sino también a las causas de esas condiciones y las causas de esas causas, casi ad infinitum” pero necesitamos hacer un análisis. sólo hasta el punto en el que “se pueden tomar medidas eficaces” (Skinner, 1974, p. 210). Ese punto es el entorno manipulable, porque sólo allí se puede lograr y evaluar un trabajo exitoso hacia las metas analíticas de la conducta de predicción y control (Hayes y Brownstein, 1986).

 

Varias posiciones analíticas del comportamiento son comprensibles en estos términos. Por ejemplo, los analistas de comportamiento se oponen al análisis de eventos privados como causas porque un evento “es inútil en el control del comportamiento a menos que podamos manipularlo” (Skinner, 1953, p. 34). La búsqueda de causas privadas es, por tanto, una “digresión tediosa y agotadora” (Skinner, 1953, p. 35) cuando se considera en términos de los propósitos del análisis.

 

El compromiso del análisis de la conducta con el trabajo exitoso como criterio de verdad también se demuestra mediante repetidos llamamientos al mismo para criticar otras posiciones. Por ejemplo: "La objeción al funcionamiento interno de la mente no es que no estén abiertos a la inspección, sino que se han interpuesto en el camino de la inspección de cosas más importantes" (Skinner, 1974, p. 165, énfasis agregado), y “el mentalismo ha oscurecido los antecedentes ambientales que habrían llevado a un análisis mucho más efectivo” (Skinner, 1974, p. 165, énfasis agregado). Muchos de estos ejemplos están disponibles en los escritos de Skinner y otros analistas del comportamiento. Skinner en particular ha sido explícito sobre este criterio de verdad:

“[El conocimiento científico] es un corpus de reglas para la acción efectiva, y hay un sentido especial en el que podría ser 'verdadero' si produce la acción más efectiva posible... [Una] proposición es 'verdadera' en la medida en que con su ayuda el oyente responde efectivamente a la situación que describe” (Skinner, 1974, p. 235).

 

Como se mencionó anteriormente, un contextualista puede hacer uso de las estructuras categóricas de otras visiones del mundo sin volverse filosóficamente ecléctico. Los analistas de la conducta han hecho precisamente eso en ocasiones, aunque muy probablemente sin una conciencia total, y para gran confusión de los demás. Por ejemplo, Skinner ha hablado de los humanos como máquinas complejas: “Hemos descubierto más sobre cómo funciona el organismo vivo y somos más capaces de ver sus propiedades similares a las de una máquina” (Skinner, 1953, p. 47). No se convirtió así en mecanicista, porque su visión del mundo y el criterio de verdad que conlleva son contextualistas, no mecanicistas. Simplemente tomó prestados modelos mecanicistas cuando le pareció útil.

 

El papel del científico en el análisis científico. La importancia de un análisis científico de la conducta del científico ha sido reconocida desde hace mucho tiempo dentro del análisis de la conducta (Kantor, 1938; Skinner, 1945). Los analistas de comportamiento creen que los científicos no pueden diferenciarse del mundo bajo análisis; son, más bien, parte de ese mundo. Porque el análisis es en sí mismo un acto en contexto “el contextualista... no hace ninguna excepción a su análisis del análisis, ni siquiera para ese análisis en sí” (Pepper, 1942, p. 252). El valor de cualquier análisis, incluso del contextualismo mismo, debe ser determinado por su utilidad en el logro de algún propósito explícito.

 

Los analistas de la conducta reconocen el hecho de que la ciencia es, entre otras cosas, la acción de los científicos, una acción que sólo tiene sentido por referencia a su contexto. En consecuencia, los analistas de la conducta no suponen que la ciencia esté dirigida hacia la obtención del conocimiento último. El conocimiento último es, por definición, libre de contexto. Como señaló Kantor (1953, págs. 9-25), la ciencia es el trabajo de individuos particulares que trabajan en momentos particulares en lugares particulares con materiales particulares para propósitos particulares. Los productos de las acciones de los científicos llevan el sello inevitable de esos detalles y, por lo tanto, no se puede presumir que caractericen el universo. Pepper resumió la visión contextualista de la ciencia de esta manera: “Esquemas [científicos], como mapas, diagramas, fórmulas, ecuaciones funcionales y sistemas simbólicos... se han desarrollado sobre la base de la experiencia social pasada, y su estatus es muy parecido al de una institución social... Constituyen lo que se llama 'la ciencia' de un período y cambian de un período a otro” (Pepper, 1942, p. 267).

 

La posibilidad de la novedad. Un principio central del contextualismo es la posibilidad de novedad. A primera vista, esta posición parece descalificar el contextualismo como filosofía científica. Sin embargo, la posición no es que los eventos sean nuevos, solo que pueden serlo. Si se encuentra el orden, que así sea. La única evidencia de la verdadera novedad, es decir, el evento completamente sin causa, es “la ausencia de evidencia en contrario” (Pepper, 1942, p. 260); y según este criterio, nunca se ha demostrado una verdadera novedad. En lo que respecta al trabajo exitoso, entonces, se puede ignorar la posibilidad de una verdadera novedad: no hace ninguna diferencia (hasta que lo haga y a menos que lo haga).

 

Este aspecto del contextualismo no parece tener paralelos obvios en el análisis de la conducta. Skinner, por ejemplo, ha señalado que si bien es posible que no seamos capaces de demostrar que la conducta está "totalmente determinada", la evidencia apunta en esta dirección (Skinner, 1974, p. 189). Sin embargo, el concepto contextualista de novedad sí aparece en el análisis de la conducta. Se dice que el comportamiento operante es "emitido", no "provocado". Su emisión es "ocasionada" por ciertos eventos antecedentes, no "causada" por esos eventos en el sentido mecanicista de producción directa. Desde un punto de vista analítico del comportamiento, la predicción y el control no pertenecen a instancias sino a clases de comportamiento. En consecuencia, no es necesario hacer ningún intento por predecir casos específicos de una operante en momentos específicos (Skinner, 1938, págs. 10-12, aunque véase Skinner, 1957, pág. 28).

 

Elementos mecanicistas del análisis del comportamiento

 

Definiciones no funcionales. Para un contextualista, los actos y su contexto son inseparables. El contextualista que pierde de vista esta interdependencia pierde el contacto con la cualidad de un acto, lo que en última instancia conduce a la disolución de la perspectiva contextualista: “Pensar que los contextos existen además o aparte de las prácticas es como imaginar sonrisas al lado de los rostros” (Bhaskar, 1983, pág. 87). Skinner ha enfatizado un punto similar: “Ni [el estímulo ni la respuesta] pueden definirse en cuanto a sus propiedades esenciales sin el otro” (Skinner, 1938, p. 9).

 

El mecanicista no niega el comportamiento del todo, pero afirma que es derivable del comportamiento de las partes. El significado de una parte es su papel en el comportamiento del todo. Este rol puede cambiar a medida que cambia todo. Por ejemplo, la función de una rueda dentada depende de si forma parte de un reloj o se utiliza como punto de apoyo. Una rueda dentada es una rueda dentada en cualquier caso, pero el significado de la parte se define por sus funciones potenciales en relación con las funciones potenciales de las otras partes del todo.

 

Por tanto, las definiciones funcionales de la conducta se pueden incorporar en cualquier visión del mundo. Para el contextualista, se incorporan como una extensión de la metáfora raíz básica; para el mecanicista, como referencia a las funciones establecidas entre las partes de la máquina.

 

Las definiciones no funcionales de comportamiento se pueden incorporar fácilmente en el mecanismo como una descripción de las partes mismas. Para los contextualistas, sin embargo, las definiciones no funcionales presentan un problema mayor.

 

Considere la siguiente definición no funcional de comportamiento: El comportamiento son los movimientos musculares y las secreciones glandulares. La metáfora fundamental del contextualismo es un acto en contexto. En consecuencia, la cualidad experimentada de un acto depende del contexto. En consecuencia, un contextualista tendría dificultades para cumplir con la definición anterior de comportamiento sin perder el contacto con la metáfora raíz contextualista.

 

Tales definiciones no funcionales aparecen ocasionalmente en la escritura analítica del comportamiento. En la medida en que reflejen el pensamiento mecanicista, amenazan la consistencia filosófica del análisis de la conducta.

 

Reduccionismo. El reduccionismo aplicado a la psicología sostiene que los eventos psicológicos se pueden reducir a eventos neuronales u otros eventos biológicos. Esta posición es incompatible con el contextualismo, no porque los eventos biológicos no sean de interés, sino porque en el reduccionismo las partes son primarias y el todo derivado.

 

En Behavior of Organisms, Skinner (1938, págs. 418-432) argumentó en contra de la reducción de la psicología a eventos neuronales, afirmando la legitimidad de una ciencia de la conducta por derecho propio. Esta posición es contextualista. Si un análisis funciona a nivel de todo el organismo interactuando en y con un contexto, entonces funciona. Los análisis a nivel de partes del organismo que interactúan con otras partes son "más verdaderos" que otros análisis solo en términos de objetivos particulares.

 

Sin embargo, muchos conductistas abrazan el reduccionismo biológico. Por ejemplo, algunos argumentan a priori que los pensamientos o sentimientos son "realmente" actividades del sistema nervioso. El propio Skinner ha dicho: “(El fisiólogo del futuro) podrá mostrarnos cómo un organismo cambia cuando se expone a contingencias de reforzamiento” (Skinner, 1974, p. 215). Si quiso decir que los fisiólogos algún día podrán dar a los psicólogos la explicación "real" del reforzamiento, entonces el enunciado es incompatible con el contextualismo, porque se basa en la primacía de las partes sobre los todos.

Esto no significa que el reduccionismo sea siempre mecanicista, ni que todos los mecanicistas sean reduccionistas. La suposición de que el todo es reducible a sus partes tiene un mecanismo categórico; pero la suposición de que la psicología es (en principio) reducible a la biología, por ejemplo, no es necesaria. Una concepción mecánica del pensamiento basada en la metáfora del cerebro como computadora no obliga a preocuparse por la neurología.

 

En el contextualismo, las partes son abstracciones y, por lo tanto, la reducción de algunas partes a otras es simplemente una herramienta conceptual analítica. El reduccionismo de este tipo no implica que el todo sea literalmente reducible a las partes porque las partes no existen independientemente del análisis. Reducir partes a otras partes es una ficción que puede ser útil en un caso dado. Por lo tanto, un contextualista podría sugerir una explicación biológica para un evento psicológico si es útil para comprender el todo. Los mecanicistas pueden decir cosas similares, pero creen que las partes son reales, el todo es ficción. Para el mecanicista, los diferentes dominios científicos están relacionados jerárquicamente y deben encajar en un sistema de conocimiento integrado y completo. Dado este supuesto, la reducción de un dominio a otro es la reducción del todo a sus partes fundamentales (por ejemplo, Bugelski, 1973, p. 62) y, por lo tanto, es mecanicista.

 

Causalidad. Algunos psicólogos (por ejemplo, Howard y Conway, 1987; Sarbin, 1986) creen que la preocupación por la causalidad eficiente es mecanicista: “La descripción de la causalidad eficiente es el objetivo de los científicos que trabajan con uno u otro paradigma dentro de la visión mecanicista del mundo. El conductismo y el empirismo radical ejemplifican movimientos psicológicos y filosóficos comprometidos con esta visión del mundo” (Sarbin, 1986, p. 6). Con base en esta creencia y la adopción analítica del comportamiento de la causalidad eficiente, algunos han concluido que el análisis del comportamiento es mecanicista (por ejemplo, Howard y Conway, 1987).

 

El que el tratamiento analítico de la conducta de la causalidad sea mecanicista depende de los propósitos de este tratamiento y de los criterios por los que se determina la verdad. Si los objetivos de uno son la predicción y el control, como los de Skinner, puede entenderse que llamar a algo como causa significa que se han cumplido los propósitos analíticos del científico: se han conseguido la predicción y el control. Un interés tan pragmático en la causalidad eficiente no implica mecanicismo.

 

Los mecanicistas están interesados ​​en las partes primarias de un sistema, sus relaciones y las fuerzas que las hacen operar. Un interés en la causalidad eficiente puede llevar a uno a decir que "esto causó eso". Tal enunciado causal es mecanicista solo si es una extensión de un sistema de partes, relaciones y fuerzas.

 

Sin embargo, el habla causal puede llevar consigo ciertos supuestos filosóficos, especialmente para aquellos que no han articulado cuidadosamente sus supuestos filosóficos. "Esto provocó que" puede llevar a la opinión de que esto y aquello son partes discretas que existen independientemente de su relación, o del acto del científico de analizar el todo en partes. La construcción de partes independientes invita a comentar sobre la "fuerza" por la cual esto causó eso. Quizás algunos contextualistas adopten solo formas descriptivas de la ciencia (por ejemplo, Rosnow y Georgoudi, 1986b) en un esfuerzo por evitar los efectos seductores de los análisis causales. Si tal seducción es probable, entonces los analistas de comportamiento deben ser especialmente conscientes de sus supuestos filosóficos si quieren mantener su postura contextualista.

 

Conflictos entre el análisis de la conducta y otros sistemas psicológicos

 

Según Pepper, las visiones del mundo son ortogonales entre sí y, por lo tanto, no pueden entrar en conflicto. Los conflictos aparentes son en realidad pseudoconflictos, en los que las críticas a una cosmovisión se hacen en términos de los conceptos categóricos de otra. Este tipo de conflictos son ilegítimos y no se pueden resolver; solo pueden ser reconocidos. Algunos de los conflictos más persistentes entre el análisis de la conducta y otros sistemas psicológicos parecen ajustarse a este patrón.

 

Argumentos entre contextualistas y mecanicistas. Cuando los contextualistas argumentan en contra del mecanicismo, es probable que cuestionen la "cosidad" de las piezas de la máquina mecanicista. Podrían preguntar: ¿Son estas cosas realmente cosas concretas? ¿Pueden realmente ser conocidos de forma aislada y su naturaleza no cambia realmente en virtud de las relaciones en las que entran? En este sentido, un contextualista podría intentar mostrar que las mismas piezas de la máquina funcionan de manera diferente dadas otras historias u otros contextos. Ante este desafío, es probable que un mecanicista argumente que los arreglos históricos y contextuales de este tipo solo cambian el funcionamiento del sistema, no la naturaleza de sus partes. Por ejemplo, “La máquina está construida para ejecutar una instrucción solo cuando se encuentra en un tipo particular de relación con esa instrucción ... En psicología humana, de manera similar, asumimos que las personas están así constituidas” (Stabler, 1984, p. 604). Los contextualistas, conscientes también de la calidad de los eventos y no solo de sus detalles de textura, podrían argumentar además que las estructuras teóricas mecanicistas impiden a los científicos experimentar el mundo como realmente existe. Los mecanicistas podrían responder que lo que es real o verdadero se decide con otros criterios. Finalmente, los contextualistas podrían atacar cualquier fuerza que se invoque para explicar el funcionamiento de la máquina, argumentando que la fuerza se infiere de los eventos que “explica” y es, por tanto, una instancia de cosificación. Sin embargo, desde un punto de vista mecanicista, es necesaria una fuerza impulsora de algún tipo; no es un asunto que dependa de la observación.

 

Por su parte, los mecanicistas pueden atacar los enfoques contextualistas basándose en que son vagos e imprecisos. La flexibilidad de las posibles unidades de análisis en diversas situaciones podría verse como un pensamiento indisciplinado. Hacer un lugar para la aleatoriedad podría verse como una justificación de la ignorancia. Un mecanicista podría argumentar que los contextualistas están confundidos acerca de los propósitos de la ciencia y no tienen ninguna teoría, al menos no comprobable. Podría citarse la calidad post hoc de algunos análisis contextualistas para ilustrar esta insuficiencia. Más especialmente, los mecanicistas podrían sentirse perturbados por el criterio pragmático de verdad que invocan los contextualistas, afirmando que los contextualistas son meramente técnicos, más interesados ​​en cambiar los eventos que en comprenderlos.

 

Los argumentos entre los analistas de comportamiento y otras posiciones parecen ajustarse al patrón que acabamos de describir. Por ejemplo, la teoría del aprendizaje de estímulo-respuesta es un ejemplo clásico de mecanismo dentro de la psicología. Tiene todos los componentes de un sistema mecanicista: piezas estables (por ejemplo, objetos de estímulo), modelos elaborados de las relaciones estructurales de estas piezas (por ejemplo, el sistema de comportamiento de Hull) y fuerzas (por ejemplo, impulsos) para activar el funcionamiento de la máquina. La verdad se evalúa por correspondencia.

 

Los analistas de la conducta han criticado esta formulación de estímulo-respuesta, adoptando, en cambio, el concepto de operante y un énfasis en la selección por consecuencias (Skinner, 1974, págs. 222-225). Las objeciones específicas a la teoría del aprendizaje de estímulo-respuesta son exactamente las que podrían esperarse del argumento de los contextualistas contra el mecanicismo. La estabilidad de los elementos en la teoría de estímulo-respuesta fue desafiada al mostrar límites contextuales en su aplicación. La necesidad de tales elementos fue desafiada al proporcionar explicaciones derivadas más directamente de las relaciones entre eventos contextuales y conductuales. Las diversas fuerzas fueron vistas como mera cosificación. La teorización fue cuestionada sobre la base de que aleja al científico del mundo real y equivale a una construcción vacía (por ejemplo, Skinner, 1950).

 

Los argumentos más recientes de los conductistas contra la psicología cognitiva pueden verse como argumentos de los contextualistas contra el mecanicismo. No toda la teorización cognitiva es mecanicista (Piaget era un organicista, por ejemplo), pero la que se basa en modelos informáticos y simulación informática (por ejemplo, Ericcson y Simon, 1984) lo es claramente. Jenkins intentó desarrollar el cognitivismo como una posición contextualista (1974) pero sin gran éxito porque los conceptos categóricos fueron simplemente tomados de Pepper, sin el desarrollo de un sistema psicológico adecuado per se. Como ocurre con la teoría del estímulo-respuesta, los analistas del comportamiento critican a los cognitivistas mecanicistas por construir teorías innecesarias: “Podemos evitar los métodos hipotético-deductivos... formulando los datos sin referencia a procesos cognitivos, aparatos mentales o rasgos” (Skinner, 1984a, p. 523). Se cuestiona la estabilidad de sus categorías. Se ofrecen explicaciones en términos de contexto.

 

Por su parte, muchos cognoscitivistas ven el análisis de la conducta como algo vago e impreciso: "Los conceptos de "conducta", "respuesta" y "refuerzo" parecen usarse de manera tan amplia que ... casi no hay nada que no parezcan abarcar. Skinner ha ampliado estas nociones” (Kochen, 1984, p. 600). Del mismo modo: “Las propuestas de Skinner tienen una limitación fundamental. Ellos . . . simplemente no son lo suficientemente precisos” (Scandura, 1984, p. 603). También se dice que los analistas de la conducta malinterpretaron el propósito de la psicología como ciencia: “El éxito de la empresa conductista dejaría intacto el problema científico de explicar cómo somos capaces [de comportarnos]... Sólo una descripción de la maquinaria dentro de la piel puede explicar el comportamiento” (Marshall, 1984, p. 637). Y, finalmente, muchos cognoscitivistas ven a Skinner más como un técnico que como un científico: “El énfasis de Skinner en el control es incorrecto... El énfasis debe estar en la comprensión” (Millward, 1984, p. 528).

 

La naturaleza de la respuesta cognoscitivista a la crítica del comportamiento también es esclarecedora. Los analistas de la conducta generalmente critican el mentalismo sobre bases pragmáticas. Una respuesta típica a esta crítica es negar la confianza en entidades y procesos inmateriales: “los procesos mentales son sinónimos de procesos cerebrales” (Ellis y Hunt, 1983, p. 11). Estas respuestas son a veces explícitamente mecanicistas: "Los mentalistas no son ni vitalistas ni fisiólogos, sino ingenieros preocupados por descubrir el tipo de máquina que es el hombre" (Marshall, 1984, p. 637), y "[Las críticas conductuales son irrelevantes para] un forma de cognoscitivismo que no es teleológico sino mecanicista “porque la” analogía básica —la computadora— no involucra propósitos sino sólo programas determinados mecánicamente” (Furedy y Riley, 1984, p. 625).

 

Argumentos entre contextualistas y organicistas. Los contextualistas tienen diferentes preocupaciones con el organicismo. Podrían ver la confianza de los organicistas en la coherencia como una confusión de las reacciones personales del científico con el valor real del trabajo científico. Asimismo, la admisión de los organicistas de las causas finales podría ser cuestionada por los contextualistas, y es probable que produzca balbuceos sobre el razonamiento circular. La adopción del constructivismo podría ser criticada porque ignora el contexto en el que tiene lugar dicha construcción. Además, es probable que la explicación de los organicistas de los acontecimientos apelando a su cambio ordenado se considere una confusión de descripción con explicación.

 

Las objeciones que los analistas de comportamiento tienen al "desarrollismo" muestran la naturaleza del último argumento con bastante claridad. Skinner escribió que “los programas de desarrollo son en realidad programas de entornos cambiantes. . . las etapas son cambios en la forma en que el comportamiento actúa y es reforzado por el entorno (principalmente social)” (Skinner, 1984b, p. 719). Desde la perspectiva de Skinner, “Necesitamos ir más allá de la mera observación a un estudio de las relaciones funcionales” (Skinner, 1938, p. 8).

 

Los analistas de la conducta han intentado revelar las deficiencias del organicismo manipulando las variables contextuales que aceleran o retrasan las transiciones a través de las etapas del desarrollo (por ejemplo, acelerando la adquisición de la constancia del objeto de Piaget a través del entrenamiento directo).

 

Sin embargo, los organicistas no deberían dejarse intimidar por tales datos, porque presumen que los elementos orgánicos están sujetos a interferencias y creen que rechazar las causas finales es no admitir lo obvio. La operación de una causa final en una bellota produce inevitablemente un roble. Si un cerdo se come una bellota, ya no es una bellota y la causa final de una bellota no puede operar sobre ella.

 

Algunos organicistas atribuyen a los analistas del comportamiento la creencia en un organismo pasivo, empujado y arrastrado por fuerzas mecánicas del entorno. Los analistas de comportamiento podrían responder que “el organismo no es ... pasivo en el sentido de sumiso” (Skinner, 1984b, p. 719) pero tal respuesta probablemente no alteraría la conclusión de los organicistas. El criterio de la verdad pragmática del análisis de la conducta podría considerarse que no contribuye en nada a la coherencia intelectual y, por lo tanto, no es importante para la comprensión científica. El interés de los analistas de la conducta en el control podría llevar a los organicistas a considerar el análisis de la conducta como un mecanicismo (por ejemplo, Howard y Conway, 1987).

 

Argumentos entre contextualistas y formistas. Un contextualista podría acusar a los formistas de participar en análisis que no sirven de nada. ¿De qué sirve la mera clasificación de eventos o la catalogación de relaciones entre ellos? ¿Este tipo de actividad hace alguna diferencia? Si lo hiciera, el contextualista se tranquilizaría, pero solo en ese caso específico. Los formistas no tienen utilidad práctica como objetivo del análisis en general. A un contextualista podría preocuparle que la base misma de la similitud, sobre la que se construyen las leyes formistas, sea inestable. Para el contextualista, la similitud es un asunto funcional más que formal.

 

Por su parte, los formistas podrían desafiar a los contextualistas sobre la arbitrariedad de su decisión sobre lo que marca la diferencia. ¿Qué derecho tiene un contextualista a proclamar que sólo valen la pena las relaciones que sirven a sus propósitos? Los formistas también podrían estar desconcertados por la negativa de los contextualistas a reconocer similitudes inmediatamente obvias entre las cosas. Se podría criticar al contextualista por construir similitudes sobre la base de un solo pequeño aspecto de la situación.

 

Por ejemplo, parte del trabajo sobre tipos de personalidad es formista. Se identifica un tipo de personalidad; se exploran sus características; y se articula su relación con otros tipos de personalidad. Desde un punto de vista formista, el análisis no necesita avanzar más y, a menudo, no lo hace. Los analistas de comportamiento responden a esta investigación como se podría esperar que respondieran los contextualistas. Cuestionan si los eventos "similares" son realmente similares, aplicando el concepto contextualista de similitud como prueba. Este punto es el núcleo de la crítica de Skinner al "error formalista" (Skinner, 1969, p. 89). Los conductistas también cuestionan la utilidad de este tipo de investigación. Para un analista de la conducta, las relaciones entre los rasgos de la personalidad no pueden, por sí mismas, lograr directamente propósitos analíticos de la conducta, porque para lograr esos propósitos uno debe tener acceso a las variables contextuales de las cuales se considera que las relaciones son una función (Hayes & Brownstein, 1986).

 

Chomsky (1986) proporciona otro ejemplo. Aunque puede ser visto como un organicista (Overton, 1984), también puede ser catalogado como un "formista trascendente". Platón, uno de los formistas trascendentes originales, usó la idea de normas para explicar cómo las personas saben tanto a pesar de que su base experiencial para el conocimiento es pequeña. Chomsky (1986) se ha ocupado explícitamente de una forma de lo que llamó "el problema de Platón": cómo las personas saben tanto sobre el lenguaje a pesar de que su base experiencial para este conocimiento es pequeña. Las normas preexistentes y no vivenciales proporcionan la respuesta: el lenguaje surge de acuerdo con un plan o norma alojada en un dispositivo de adquisición del lenguaje en la "mente / cerebro", como él lo llama (Chomsky, 1986). Las similitudes subyacentes en la gramática ocurren como aproximaciones a esta norma. Los analistas de comportamiento cuestionan si las regularidades discernidas por Chomsky son regularidades verdaderas (es decir, funcionales).

 

Manejo de argumentos en diferentes puntos de vista del mundo. La lista de argumentos mencionados anteriormente no es exhaustiva. Además, muchos de los argumentos se comparten entre las visiones del mundo. Por ejemplo, es tan probable que los organicistas como los mecanicistas vean el contextualismo como algo vago e impreciso. Todos los demás deberían estar de acuerdo en que los contextualistas confunden tecnología con ciencia. La mayor parte de este tipo de superposición se puede predecir a partir de las cualidades dispersivas y analíticas de las diversas visiones del mundo. En cuestiones relevantes para la primacía de partes versus todos, por ejemplo, tanto los formistas como los mecanicistas estarán en desacuerdo con los contextualistas.

 

Los argumentos filosóficos entre analistas del comportamiento y otros psicólogos son pseudoconflictos entre visiones del mundo. Dado que los argumentos de este tipo son ilegítimos y no se pueden resolver, ¿qué podemos hacer al respecto? Pepper sugirió tres cursos de acción legítimos, que los analistas de comportamiento pueden tomar. Pueden: (a) aumentar la precisión y el alcance del análisis del comportamiento y hacer evidentes estas mejoras; (b) analizar la precisión y el alcance de otros sistemas, cuando se toman en sus propios términos y con relevancia para sus propios propósitos (pero reconociendo que si tal análisis revela debilidades, la fuerza del análisis del comportamiento no aumenta de ninguna manera); y (c) articular claramente los supuestos y propósitos del análisis de comportamiento y notar las diferencias en los supuestos hechos por otros. Por ejemplo, se puede describir con bastante legitimidad un criterio de verdad pragmático y explicar cómo proceder si se adopta tal criterio de verdad; no se puede insistir legítimamente en que se adopte.

 

Conflictos en el análisis de la conducta: los costos de la confusión conceptual.

 

El trabajo científico siempre implica supuestos filosóficos que influyen en los tipos de problemas abordados, los métodos empleados para su solución y la manera en que se interpretan los hallazgos. Cuando se articulan y organizan adecuadamente en un sistema postulacional, estos supuestos sirven como criterios contra los cuales se puede evaluar la consistencia interna y la compatibilidad interdisciplinaria de una determinada empresa científica. Los supuestos filosóficos tienen su origen en circunstancias culturales y, al igual que esas circunstancias, no son todos de una sola pieza. Desafortunadamente, los supuestos filosóficos no dejan de influir en el trabajo científico simplemente porque los investigadores individuales los desconocen. Cuando los supuestos filosóficos no se articulan y organizan adecuadamente en un sistema postulacional, las formulaciones científicas basadas en ellos tienden a ser inconsistentes y confusas (Parrott, 1986).

 

Si el análisis de la conducta se basa en una mezcla no sistemática de postulados mecanicistas y contextualistas, corre el peligro de ser reemplazado por sistemas psicológicos más consistentes y menos confusos. El contextualismo permite el uso estratégico de conceptos categóricos de otras visiones del mundo subordinados a criterios contextualistas. Se puede pensar en Skinner como un filósofo contextualista que a veces utiliza la teorización mecanicista. Aunque tales mezclas estratégicas son consistentes con el contextualismo, conllevan peligros notables.

 

Primero, es difícil evitar las implicaciones filosóficas de conceptos extranjeros. Los elementos mecanicistas del análisis de la conducta, en particular, pueden tomarse erróneamente para representar la base filosófica del análisis de la conducta. Esto es extremadamente peligroso para el análisis del comportamiento porque, como sistema mecanicista, no es muy interesante. La analogía de la computadora es mucho más rica y elaborada, por ejemplo. Inevitablemente, prevalecerá la forma de mecanismo más elegante.

 

En segundo lugar, el préstamo de conceptos debe compararse con la utilidad de desarrollar conceptos desde una visión contextualista del mundo. El uso prematuro de conceptos extraños puede retrasar la construcción de un sistema más coherente y eficaz.

 

En tercer lugar, el uso estratégico de otras visiones del mundo puede degenerar en un pensamiento indisciplinado. Una mera referencia al "trabajo exitoso" no justifica el caos intelectual. Si se van a utilizar conceptos extranjeros, deben utilizarse deliberadamente y compararse con el funcionamiento de conceptos nacionales alternativos.

 

Estos peligros pueden minimizarse, si no evitarse por completo, si los analistas de comportamiento aclaran sus supuestos filosóficos. El análisis de Pepper puede ser útil para este propósito.

 

Los aliados naturales del análisis de la conducta

 

Si el análisis de la conducta es, en principio, un sistema contextualista, ¿quiénes son sus aliados naturales? Muchos otros sistemas científicos comparten postulados contextualistas, incluidas algunas formas de biología evolutiva (por ejemplo, Dawkins, 1982), antropología cultural (por ejemplo, Harris, 1979), marxismo, etología y psicobiología. Sin embargo, la mayoría de los contextualistas piensan que el análisis de la conducta es mecanicista; dadas las sutilezas e inconsistencias del análisis de la conducta, esto no es difícil de entender.

 

Compartir la misma visión del mundo no significa que las diferentes teorías no entren en conflicto. De hecho, según Pepper, todos los conflictos intelectuales legítimos, como todas las formas de colaboración efectiva, ocurren entre defensores de la misma visión del mundo. Los defensores de diferentes visiones del mundo siempre estarán de acuerdo en estar en desacuerdo o se verán unos a otros como enemigos intelectuales. Por tanto, en la medida en que el análisis de la conducta se confunda con un representante de una visión del mundo ajena a él, es imposible una colaboración verdaderamente productiva con otros sistemas científicos compatibles.

 

Debido a que el contextualismo no implica ninguna posición sobre cuál debería ser el objetivo del análisis, cualquier objetivo potencialmente alcanzable puede ser totalmente coherente con el contextualismo. Por ejemplo, muchos hallazgos contextualistas son “específicos, a menudo tomando la forma de relatos justificados por su coherencia” (Fiske, 1988, p. 93). No obstante, el trabajo exitoso puede evaluarse con respecto a algunos objetivos científicos más fácilmente que a otros. El éxito con respecto a las metas articuladas por los analistas del comportamiento, a saber, la predicción y el control, se evalúa fácilmente, al menos en la medida en que estas metas se apliquen a instancias concretas. Por tanto, estos objetivos y el contextualismo parecen especialmente armoniosos (Hayes y Brownstein, 1986). En otro sentido, sin embargo, no lo son. Una amenaza constante es que los análisis que ayuden a lograr estos objetivos se tomen literalmente. Cuando las causas y los efectos se ven como cosas preexistentes en el mundo, la calidad holística del contextualismo se ve amenazada y el mecanismo está a un paso.

 

Otros objetivos también podrían ser completamente consistentes con una visión contextualista del mundo. Un sistema contextualista dirigido hacia objetivos distintos de la predicción y el control puede parecer ajeno o incluso hostil al análisis de la conducta (por ejemplo, Rosnow y Georgoudi, 1986a), pero sólo lo sería en el sentido de ser un rival. Sería un miembro rival de la misma "familia de teorías", es decir, teorías derivadas de una única visión del mundo y, por tanto, comparables entre sí por motivos empíricos (Reese y Overton, 1970). La antipatía entre psicobiología y análisis de la conducta puede ser parcialmente entendido de esta manera porque la mayoría de los psicobiólogos no aceptan el objetivo analítico de la conducta de control.

El análisis de la conducta es un sistema contextualista. Esta conclusión altera significativamente nuestra visión de lo que es fundamental para el análisis de la conducta y lo que es un mero accidente histórico o preferencia teórica. Por ejemplo, cuando se ve como un sistema contextualista, el énfasis analítico de la conducta en las definiciones funcionales y un criterio de verdad pragmático se destacan en alto relieve. Pepper también proporciona orientación en áreas difíciles del desarrollo de sistemas. Por ejemplo, resulta obvio que las leyes causales son formas de hablar, no representaciones de la naturaleza.

 

El análisis de la conducta es una posición con un historial de éxito en el logro de sus objetivos, pero una posición que no se desarrolla es una posición que se desvanece (Reese, 1986). ¿Cómo puede el análisis del comportamiento encontrar su camino, conservando las cualidades útiles que lo convirtieron en lo que es? Pepper muestra a los analistas de comportamiento lo que es verdaderamente inusual e importante acerca de su puesto. Su libro ayuda a poner las manos de los analistas del comportamiento en el timón de su vasija filosófica. Puede conducir mejor desde allí.

 

Referencias

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miércoles, 4 de agosto de 2021

Memorias del I Simposio de Psicología y su relación con otros campos disciplinarios

Diego Marruffo.

Durante los días 23 y 24 de julio del año 2021 se celebró el “I simposio de psicología y su relación con otros campos disciplinarios”- Camino al Bicentenario de la Proclamación de la Independencia. El evento, gratuito y abierto a todo público, estuvo auspiciado por Liceo Investigación, área que forma parte de la Asociación Peruana Contextual Conductual de Psicología.

Este simposio rinde homenaje Al Qhapac Ñan y a la Flor de Amancaes como dos símbolos representativos del Perú. El primero por representar la posibilidad de construir vías compartidas, sin perder de rumbo nuestro sentido de identidad y pertenencia, mientras que la segunda nos recuerda que todo evento a pesar de su efimeridad puede impactar en la sensibilidad genuina de sus participantes.

Objetivos del evento

·         Generar espacios de diálogo entre profesionales de los diferentes campos que desarrolla la psicología.

·         Dar apertura del análisis de la conducta hacia otros espacios disciplinares.

·         Establecer una mayor institucionalidad dentro del campo psicológico.

Los tópicos quienes nos acompañaron en este primer simposio fueron:

·         Los estilos interactivos: una aproximación al estudio de la personalidad por Lorena Merchán.

·         Un análisis del paradigma de la equivalencia de estímulos como teoría del significado lingüístico por Elberto Plazas.

·         Adaptación a la virtualidad de la terapia de interacción padres-hijos en niños con TEA por

Giuliana Salazar.

·         Una introducción filosófica a las neuronas espejo por Hilda Hernández.

·         Explorando la huella genética de nuestra salud mental. Entrevista a David Chaupis.

·         Una psicología objetiva en la pedagogía. Entrevista a Kasely Esteban.

·         Mesa Salud Mental conformado por Giannina Argumé Mendoza y organizadores de Liceo.

Apoyo y financiamiento

La dirección correspondiente al año aprobó la organización del evento y bajo la dirección de Liceo Investigación.

Personal Apoyo

Leandra Ccoyllo Gonzales, Percy Jesus Blancas Guillen, Francesca Ramírez Bontá, Bryan Guerrero Trujillo, Darwin Gutierrez Guevara, Gian del Río Díaz

Organizadores

Lando Guillén Chávez

Diego Marruffo -Presidencia

 

Proyecciones y retos para futuras presentaciones

·         - Se promueve la equidad de género y mayor representatividad de las diferentes regiones peruanas y países en América Latina.

·        -  La naturaleza de este simposio es la confluencia amplia de expertos (biólogos, médicos, enfermeros, sociólogos, entre otros) que representen instituciones formales para garantizar acuerdos de investigación, búsqueda de foros y consensos y oportunidades. Por lo cual se proyecta mantener dicho espíritu en posteriores ediciones.