Darwin Gutierrez
Miembro de Liceo Contextual
Hace ya algunas veces (solo una y por casualidad)
que me lo han preguntado. La mayor parte atino a señalar que la raíz
epistemológica de los procedimientos contextuales proviene de una filosofía
conductista, pero cuando voy por la tercera palabra y observo el bostezo
sospecho que no es el momento indicado para explayarme. Aprovecharé el medio
para hacer un top 4:
Visión
Acción-Circunstancia
Desde Watson (1913), se consideró a la conducta
como objeto de estudio, señalando que no se requería más elementos que este y
su ambiente para ser analizados. Aunque esta última parte fue descuidada por
los críticos, tratando de propagar la idea de que el conductismo solo le
interesa la conducta entendida como acción visible, e incluso metodológicamente
obviada por algunos investigadores posteriores; las terapias contextuales
rescatan la importancia de ver lo psicológico como la relación
conducta-contexto. Perez-Alvarez (2014) utilizando a Ortega y Gasset (1985) nos
colocan a la “acción en su circunstancia” como centro de su aproximación
conceptual de hombre. Resaltando una visión no fatalista (ni mecanicista), sino
posibilitadora de una variedad de reacciones del organismo, en especial del ser
humano. Siendo compatible con los postulados de Kantor (1990) con respecto a lo
imposible que es ver el acto humano sin tener en cuenta el sentido que le
otorga su cultura vigente y su historia.
Principios vs.
Técnicas: Una forma divertida de extrapolar conocimiento
La generación de técnicas psicológicas parecían
suficiente en los lejanos 60’ y 70’, su relativa fácil protocolización y
manualización hacían posible anexarse a paquetes terapéuticos de distinto
origen. Uno de los resultados más notables y exitosos de esta visión la podemos
encontrar en la TCC estándar (Labrador, 2008). Sin embargo en los últimos años
se observó que su participación solo explica un bajo porcentaje del cambio
terapéutico. Las habilidades del terapeuta, el manejo del marco explicativo
vinculado con la comodidad con la misma, se convierten en una pieza fundamental.
Por lo tanto los conductistas de antaño, que debido a la vigencia de la TCC
usaban procedimientos cognitivos y cuya eficacia podría verse afectada,
tuvieron que elegir entre volver a un entendimiento mediacional o dedicarse
exclusivamente al trabajo teórico-experimental. Las terapias contextuales
permiten no tener que elegir entre efectividad y coherencia, haciendo posible
la compatibilidad entre lo que se hace-dice en terapia y lo manejado en el
trabajo de ciencia básica, con buenos estándares de evidencia (Behavioral
activation, ACT y DBT figuran en el recuadro de terapias con evidencia empírica
de la APA, Crespo, Bernaldo de Quirós, Roa, Gómez y Roa, 2012). Esta relación,
psicología experimental-terapia contextual, recibe el nombre de principio terapéutico;
además haciendo posible el análisis de otras aproximaciones terapéuticas sin
necesidad de eclecticismo.
Los formadores como
science-boys
Al convertir a los principios terapéuticos como el
contexto de cambio, algo así como la cereza del pastel, se hace necesario su
aprendizaje mediante una aproximación por competencias. Esta no se logra
solamente por personas que manejan sus procedimientos sino por aquellas que
manejan la generación/vigencia de dichos principios. No es casualidad que la
mayor parte de entrenadores calificados hayan o estén realizando investigación
experimental de ciencia básica. De esta forma sirviendo de inspiración para que
nuevas generaciones sientan atracción por el trabajo de psicología
experimental, no solo degustando de la cosecha sino también disfrutando de la
siembra. Una conversación de ciencia nunca está de más en las capacitaciones.
Evaluación
habilidades- competencias
Desde antes de que se declarada formalmente a la
morfología (solo lo observable o describible con palabras) como el enemigo
número uno de la psicología científica (Ribes, 1994), el conductismo resaltaba
la importancia de analizar la función del comportamiento. Siendo inevitable las
discrepancias con los diversos manuales diagnósticos existentes en la galaxia
(DSM-5 y CIE-10), encontrando una tregua momentánea en el abordaje TCC
estándar. Investigaciones de diversas tradiciones y movimientos sociales han
dado la alerta de la necesidad de incorporar nuevas formas evaluativas que
promuevan la adherencia al tratamiento (Miller y Rollnick, 2008). Las terapias
contextuales de este modo proponen conceptos funcionales para analizar las
problemáticas de salud mental, reafirmando que las personas “no tienen algo
malo dentro suyo” sino una relación con su contexto que le causa dificultades
vitales, la cual puede ser expresada en competencias-habilidades evitando el
prejuicio y la estigmatización.
Estas son solo
algunas de las razones. Ya volveremos por más…
Referencias:
- Watson,
J. (1913). Psychology as the behaviorist views it. The
psychological Review, 20, 158-177.
- Ortega y Gasset, J. (1985). La
rebelión de las masas. México: Planeta.
- Perez-Alvarez, M. (2014). Las
terapias de tercera generación como terapias contextuales. España:
Síntesis.
- Labrador, F. (2008). Técnicas
de modificación de conducta. España: Pirámide.
- Ribes, E. (1994). El análisis de la
conducta humana: la morfología como enemigo público número uno. En: Hayes,
L; Ribes, E; Lopez, F. Psicología interconductual: contribuciones
en honor a J.R. Kantor. México: Universidad de Guadalajara.
- Kantor, J.R. (1990). La
evolución científica de la psicología. México: Trillas.
- Crespo, M; Bernaldo de Quirós, M;
Roa, A; Gómez, M.M. y Roa, R. (2012). Guía de Referencia
Rápida de Tratamientos Psicológicos con Apoyo Empírico.
Recuperado 08/12/15 del sitio web del Departamento de Personalidad,
Evaluación y Tratamientos Psicológicos I de la Facultad de Psicología de
la Universidad Complutense de Madrid: http://www.ucm.es/info/psclinic/guiareftrat/index.php
- Miller, W. y Rollnick, S.
(2008). La entrevista motivacional: preparar para el cambio de
conductas adictivas. Barcelo: Paidos.
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