Stephen Ray Flora
Youngstown State University
Todos
los analistas de la conducta, profesores y padres pueden usar el elogio como un
reforzador. Los análisis conductuales experimental y aplicado han establecido que
el elogio, la atención y el afecto de hecho si funcionan como reforzadores. La interacción social es tanto un
reforzador primario como uno condicional. La interacción social contingente
puede moldear la conducta operante (palanqueo) de las ratas y mantener la
respuesta en programas de razón fija que no difieren de manera significativa de
la conducta moldeada y mantenida con reforzamiento alimenticio (Evans, Duvel,
Funk, Watson y Neuringer, 1994). Las ratas pueden ser moldeadas para que
presionen una palanca cuando el único reforzamiento es ser acariciado y
elogiado (“Buena chica”) por un humano (Davis y Perusse, 1988). Como sugiere el
término “hambriento de afecto”, la aprobación social y el afecto funcionan
también como reforzadores para los humanos.
Cuando el afecto adulto es
contingente sobre la vocalización, la vocalización infantil aumenta y cuando la
vocalización infantil ya no produce más atención adulta, las vocalizaciones se
reducen (extinción; Rheingold, Gewirtz y Ross, 1959). Justo como la privación y
la saciación de comida alteran la efectividad del alimento como un reforzador,
las operaciones de establecimiento tales como la privación y saciación de
aprobación alteran sistemáticamente la efectividad de la aprobación como un
reforzador. Cuando los niños son privados de aprobación, la efectividad de la
aprobación como un reforzador aumenta. Por el contrario, cuando los niños están
saciados de elogios y admiración, la efectividad de la aprobación como reforzador
disminuye (Gewirtz y Baer, 1958). Cuando el contacto visual y la sonrisa de un
adulto son contingentes sobre la sonrisa del infante, la sonrisa es reforzada
(aumenta); y el llanto, el alboroto y el fruncir el ceño disminuyen (Etzel y
Gewirtz, 1967).
De
hecho, la atención y el elogio están tan bien establecidos como reforzadores
que el uso de estos raramente se cuestiona en el análisis de la conducta
aplicado. La atención es regularmente identificada como un reforzador en los
análisis funcionales (v.g. Berg, Peck, Wacker, Harding, McComas, Richman y
Brown 2000; Durand y Carr; 1991; Meyer, 1999). El elogio y el reconocimiento
son reconocidos como motivadores efectivos por algunos en el mundo de los
negocios. “Hay dos cosas que las personas desean más que el sexo y el dinero”,
de acuerdo a Mary Kay Ash, fundadora de Mary Kay Cosmetics, “reconocimiento y
elogio” (Nelson, 1994, p. 9). En consecuencia, Robert Preziosi, presidente de
Management Associates, argumenta que “nunca parece haber suficiente reconocimiento.
Después de un día brutal, acércate a los empleados y di: ‘Estuviste muy bien.
Estoy tan contento por lo que hiciste hoy’. Te sorprenderá que tan lejos
llegará un simple gesto” (Nelson, 1994, p.137).
Como
un reforzador libre, virtualmente siempre disponible, el elogio es un
reforzador muy pragmático para los analistas de la conducta, los educadores,
los padres, los clínicos, los entrenadores y los trabajadores sociales. Cuando
se les enseña a los profesores de estudiantes con “desorden emocional y conductual”
(DEC) a incrementar sus tasas de elogio especifico a la conducta, aumentan las
tasas de la conducta en la tarea de los estudiantes (Sutherland, Wehby y
Copeland, 2000). Los estudiantes universitarios que reciben elogio verbal por
hacer las tareas pasan más tiempo completando sus tareas asignadas (Hancock,
2000). Cuando se les enseñó a los padres de niños pequeños con “problemas
conductuales” a elogiar la obediencia y el enfrascamiento en tareas de sus
hijos, el aumento resultante del elogio produjo una mejoría de la obediencia y una reducción de la conducta
inapropiada (Greene, Kamps, Wyble y Ellis, 1999). El
“procedimiento de instigador, pausa y elogio” es una técnica remedial efectiva
y recomendada para niños que realizan un progreso lento en la lectura (Merrett,
1998)
Desafortunadamente, a
pesar de la efectividad probada del elogio como un reforzador y de su costo
libre, el elogio es ampliamente infrautilizado. En un análisis de los estudios
conducidos en EE.UU, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Hong Kong y
Santa Helena, Rbyn Beaman y Kevin Wheldall de la Macquarie University en Sídney,
Australia, encontraron que “hay poca evidencia para sugerir que los profesores,
universal y sistemáticamente despliegan un elogio contingente como reforzamiento
positivo a pesar de la considerable literatura que testifica sobre su
efectividad. En particular, se observa solo raramente el elogio de la conducta
social apropiada del salón de clases (2000, p. 431).
De acuerdo con Alfie
Kohn, autor de Punished by Rewards: The
Trouble with Gold Stars, Incentive Plans, A’s, Praise and Other Bribes, cuanto
menos elogios se usen en la galaxia, mejor. En su capítulo “El Problema del
Elogio”, Kohn argumenta que “las palabras de elogio en la forma de recompensas
verbales generalmente hacen más daño que bien, particularmente cuando son
repartidas como parte de una estrategia deliberada para reforzar ciertas formas
de comportarse” (1993, p. 101-102). Kohn argumenta que los niños “deberían
simplemente hacer lo que se espera de ellos sin necesidad de aliento o
justificación” y concluye el capítulo de “El Problema del Elogio” con el
comentario despectivamente sarcástico “dar recompensas de manera menos
frecuente o más estricta no solucionará el problema subyacente, porque el
problema es el conductismo en si” (p. 116).
Por supuesto, es
imposible para alguien saber “lo que se espera” sin algún tipo de aliento o
justificación. En términos analítico-conductuales, debe haber algún tipo de antecedente – estimulo discriminativo, establecedor
de ocasiones u operación de establecimiento – que ocasione la respuesta
“esperada”. Con los niños el antecedente es frecuentemente el dar ánimos o una
“justificación verbal”. Debido a la creencia en el mito de que el “interés
intrínseco” o la “auto-determinación” son “socavados” por las “recompensas
extrínsecas”, se argumenta en contra del uso sistemático del elogio en
específico, y el reforzamiento en general. Pero en realidad, los reforzadores, considerados como
“recompensas extrínsecas”, incluyendo el
elogio, incrementan el interés intrínseco y la auto-determinación percibida
(v.g., Overskeid y Svartdal, 1998). Eisenberger ha encontrado que el pago por
desempeño – reforzamiento – incrementa la auto-determinación percibida, la
creatividad y la motivación intrínseca de los niños, estudiantes universitarios
y empleados de una cadena de tiendas grandes de electrónica y electrodomésticos
(v.g., Eisenberger y Rhoades, en prensa; Eisenberger, Rhoades y Cameron, 1999).
Durante
el último cuarto de siglo Harve Rawson, Ph.D., ha estudiado los efectos de los
programas de modificación de la conducta dentro de programas escolares de
verano de corto plazo en el logro académico y problemas conductuales de
muchachos “en riesgo”, todos los cuales tienen cierta combinación de
dificultades de aprendizaje, desordenes conductuales, problemas de ajuste, son
de un trasfondo socioeconómico bajo, hogares rotos y considerados cultural y
socialmente privados (McIntosh y Rawson, 1988; Rawson, 1992, 1973; Rawson y
Cassady, 1995; Rawson y McIntosh, 1991; Rawson y Tabb, 1993). Se ha encontrado
que estos programas producen aumentos en el auto-estima, reducciones en la
ansiedad, un aumento del locus interno y percibido de control, niveles
reducidos de depresión.
En 1992, Rawson investigó específicamente los efectos
del programa de remediación intensiva a corto plazo sobre la motivación
intrínseca académica. El fundamento del programa era el reforzamiento y el
elogio deliberados. “El programa presentaba…el uso de un sistema de economía de
fichas…Todos los profesores…empleaban consistentemente las siguientes técnicas
de enseñanza independientemente de la situación de aprendizaje: elogio verbal frecuente;…gestos físicos continuos de aprobación y
afecto…para la conducta socialmente apropiada;…premios ceremoniales públicos (tres veces al día) por éxitos y
logros personales” (Rawson, 1992, p. 277, énfasis agregado).
En
el estudio de Rawson (1992), las comparaciones de los puntajes de post-test y
pre-test en el Children’s Academic Intrinsic
Motivation Inventory encontraron que el programa de hecho si aumentaba la motivación intrínseca. Se encontraron ganancias significativas en
el interés intrínseco para la lectura, las matemáticas, los estudios
sociales, la ciencia y para el interés general en lo académico. Como un
producto del programa de reforzamiento deliberado, que incluía fuertes dosis de
elogio contingente, el aprendizaje se convirtió en un proceso naturalmente
reforzante. “La alegría de aprender era a menudo evidente en el programa.
[Había] un cambio en el deseo de un niño por aprender porque ahora sabía que
podía aprender” (Rawson, 1992, p. 282). El siguiente año escolar los profesores
reportaron que el 69% de los participantes estaban “desempeñándose notablemente
mejor en clase” (p. 283). Estos resultados refutan de manera concluyente el
mito de que las recompensas extrínsecas socaban la motivación intrínseca. El
reforzamiento, incluido el elogio contingente, aumentan el interés intrínseco.
De
hecho, el poder del elogio como un reforzador beneficioso que cambia la vida es
tan abrumador que argumentar en contra de su uso sistemático es indefendible.
El elogio específico a la conducta puede ser la herramienta fácilmente disponible más efectiva para
mejorar el logro en escuelas de alta pobreza. En 1995 en la Cascade Elementary
School en Atlanta, una escuela con una población negra del 99% y una población
de bajos ingresos del 80%, los estudiantes de 5º grado obtuvieron puntajes en
el percentil 44 en lectura y en el percentil 37 en el Iowa Test of Basic
Skills. Pero en 1999 los estudiantes de 5 grado obtuvieron puntajes en el
percentil 82 en lectura y en el percentil 74 en matemáticas. Mejoras similares
fueron vistas también en todos los otros grados. Lo que dio cuenta de la mejora
fue que el director Alfonso L. Jessie institucionaliza un programa basado en
tres factores: atención personal
inmediata, prueba, y un foco en habilidades básicas. “‘Los niños necesitan
aliento constante’, Jessie comenta, ‘pero nuestro aliento tiene que ser
dirigido al aprendizaje…Hallamos cada oportunidad que podamos para decir algo
positivo, pero nos aseguramos de que estemos reforzando su nivel de habilidad
al hacer ello’” (Carter, 2000, p. 50).
Cinco a uno hace el
trabajo
El
poder benéfico del elogio no solo emerge como una fuerza que cambia la vida a
lo largo de una amplia gama de situaciones humanas, sino que se identifica una
razón particular, una razón de cinco aprobaciones – cinco expresiones de elogio
– por cada desaprobación, como una razón efectiva entre aprobaciones y
desaprobaciones. Cinco expresiones de elogio por cada reprimenda producen
resultados. Acorde a lo reportado en su libro Meaningful Differences (1995), Betty Hart, Ph.D., y Todd Risley,
Ph.D., de la University of Kansas, estudiaron las interacciones madre/padre-hijo
de padres con asistencia social, padres de clase trabajadora y padres de clase
profesional durante varios años, centrándose en las ganancias en el vocabulario
y los cambios de C.I. de los niños a los 3 años y nuevamente a las edades de
9-10 años.
El estilo de crianza, no la clase socioeconómica, emergieron como el
predictor más fuerte de las ganancias en el vocabulario y los aumentos en el
C.I. Los niños que obtuvieron las ganancias más grandes tenían padres que
hablaban más con sus hijos, eran más afirmativos y brindaban más elogios. Un
“tono de retroalimentación” parental de aproximadamente 5 confirmaciones,
elogios y aprobaciones por cada critica o depreciación dio como resultado las
mejoras más grandes. “El tono de retroalimentación estaba…relacionado
fuertemente con la tasa de crecimiento del vocabulario y los logros generales
estimados por el puntaje de C.I…. Cuanto
más positivo sea el afecto durante la interacción, más motivado estará el niño
para explorar nuevos temas, intentar relaciones tentativas, escuchar y
practicar, agregar palabras a las ya acumuladas, y notar los hechos y
relaciones que los evaluadores del C.I. preguntan” (p. 155). Cinco a uno hace el trabajo.
John
Gottman, profesor de psicología, University of Washington, y cofundador del
Seattle Marital and Family Institute, conocido popularmente como el
“laboratorio del amor” ha observado más de 2000 parejas interactuando en una
variedad de temas. Él es capaz de predecir con más de un 90% de precisión que
matrimonios terminaran en divorcio y que matrimonios serán exitosos. Aquellos
matrimonios que contienen al menos cinco aprobaciones o cinco interacciones
positivas por cada crítica o interacción aversiva son exitosos. Los matrimonios
con una razón entre aprobación y desaprobación de menos de cinco a uno son muy
poco probable que duren (v.g., Gottman, 1994, Monaghan, 1999). “el modelo de
razón…sugiere que lo que es importante es la cantidad relativa entre afecto
positivo y negativo…la razón entre interacción positiva y negativa durante la
resolución de conflictos era de 5 a 1,
mientras que la razón era de 0.8 a 1 en los matrimonios inestables” (Gottman,
Coan, Carrere y Swanson, 1998, p. 9).
Además, Gottman
encuentra que un alto conflicto matrimonial de los padres (es decir, parejas
con una razón baja entre interacción positiva y negativa) afecta aversivamente
la salud física, el afecto y el rendimiento académico de sus hijos.
Afortunadamente, Gottman también encuentra que la técnica parental del
“andamiaje/elogio” puede actuar como un “amortiguador” contra los efectos
coercitivos del conflicto marital. El andamiaje/elogio incluye atención
parental, responsividad, directividad positiva, emoción, elogio y afecto físico (Gottman, Katz y Hooven, 1997). Los
analistas de la conducta pueden reconocer estos procedimientos como aquellos
que describen el instigar y el reforzar aproximaciones sucesivas
(moldeamiento).
La asignación:
En
adición a los hallazgos de Heart y Risley y los hallazgos de Gottman, se ha
demostrado que brindar cinco aprobaciones por cada desaprobación es una razón
beneficiosa entre las aprobaciones y desaprobaciones al cambiar la conducta de
delincuentes juveniles (Stuart, 1971), y para establecer en general una conducta
apropiada (Madsen y Madsen, 1974). En base a estos resultados, Martin y Pear
(1999, p. 43) sugieren un ejercicio en donde los estudiantes adultos intentar
alcanzar una razón entre aprobación y desaprobación de 5 a 1 durante una hora
empleada con niños. Como se describe a continuación, requiero una modificación
de este ejercicio para los estudiantes de pregrado que toman Análisis de la
Conducta Aplicado y para los docentes que toman un curso de postgrado en
Aprendizaje. Los participantes casi invariablemente experimentan resultados
beneficiosos. La asignación podría ser utilizada productivamente por analistas de
la conducta en muchas situaciones aplicadas.
Primero
se requiere que los estudiante registren sus aprobaciones y desaprobaciones
durante un periodo “estándar” de tiempo por al menos una hora al día durante
varios días como una línea base. Dependiendo de las circunstancias de cada
estudiante, la línea base se puede llevar a cabo durante prácticas deportivas,
en un turno del trabajo, mientras se enseña una clase, durante la comida
familiar, o durante las tareas o a la hora de dormir de los niños. Después del
periodo de línea base, los participantes deben continuar registrando sus
aprobaciones y desaprobaciones e intentar alcanzar una razón de cinco
aprobaciones por cada desaprobación durante el mismo marco temporal estándar
usado durante la línea base. El “tratamiento” es conducido por aproximadamente
10 días (los días absolutos varían según las circunstancias personales). Los
participantes reportan sus razones de aprobaciones y desaprobaciones durante la
línea base y el tratamiento, cualquier confusión que experimenten, y cualquier
cambio objetivo o subjetivo que noten tanto en sus conductas como en las
conductas de los blancos de las aprobaciones y desaprobaciones.
Por
supuesto, en términos de un análisis experimental de la conducta o un análisis
funcional, esta asignación es inaceptable. No hay confiabilidad entre
evaluadores. No hay definiciones conductuales de las aprobaciones o
desaprobaciones. “Eso está bien, cariño” podría ser una aprobación, pero dicha
sarcásticamente es una desaprobación. Lo mismo para una palmadita no verbal en
la espalda. Frecuentemente ocurre la reactividad (cambiar la conducta porque
está siendo registrada) durante la línea base. No hay fase de retiro o
reversión. En el mejor de los casos, cada participante está llevando a cabo su
propio diseño de línea base-tratamiento (AB), el cual no es suficiente para
establecer causalidad. Finalmente no hay una identificación o reporte
especifico de las conductas de los niños que están recibiendo aprobación o
desaprobación previa a la recolección de datos. Las conductas sobre las que cada
participante reporta son dependientes de sus propias circunstancias únicas.
A
pesar de estas numerosas deficiencias, la asignación ha resultado beneficiosa
para prácticamente todos los participantes: los “experimentadores” y los
“blancos”. Además, los resultados respaldan la afirmación de que cinco a uno es
una razón efectiva entre aprobaciones y desaprobaciones a lo largo de una
amplia gama de situaciones. A continuación, presento los resultados de una
clase de estudiantes de pregrado de Análisis de la Conducta Aplicado (ACA) y en
una clase de maestros graduados.
Durante
la línea base la razón reportada promedio de aprobaciones/desaprobaciones de
los profesores fue 2.59 y durante el tratamiento la razón fue 4.32, un aumento
estadísticamente significativo [t(21) = 4.7, p. < 0.001]. En consecuencia, aunque en promedio
ninguna clase alcanzó una razón de 5 a 1, cada clase aumento significativamente
la razón entre aprobaciones y desaprobaciones. ¿Qué efecto tiene esto? En la
clase de ACA, el 100%, de los participantes, es decir todos los estudiantes, sugirió que durante el período en que las
aprobaciones aumentaron ambas conductas mejoraron, la del niño objetivo y la del estudiante experimentador. Para
los profesores, 23 de 28 reportaron que mejoraron tanto sus conductas como la
conducta de sus estudiantes. Una reportó que su conducta empeoró y los reportes
de los cuatro profesores restantes no fueron concluyentes.
Aparte
de razones entre aprobaciones y desaprobaciones, los datos recolectados fueron
narrativas anecdóticas, haciendo que los análisis gráficos, cuantitativos u
otros análisis objetivos, sean problemáticos. No obstante, varios hallazgos
consistentes emergen con relevancia directa para los analistas de la conducta
aplicados. Los profesores reportaron consistentemente que creían que eran positivos
en sus clases y dispensaban grandes cantidades de aprobación (inicialmente).
Sin embargo, después de registrar objetivamente el número de aprobaciones que
brindan, reportaron que estaban “sorprendidos”, “asombrados” o “conmocionados”
de cuantas desaprobaciones y cuantas pocas aprobaciones brindaban en sus
clases. Los padres, y tanto los profesores como los estudiantes de pregrado de
ACA, también reportan frecuentemente la misma sorpresa de cuan a menudo
realmente desaprueban y cuando infrecuentemente aprueban las conductas de sus
niños. Por lo tanto, al menos, la asignación proporciona una importante lección
acerca de las diferencias entre los recuerdos subjetivos sobre las tendencias
comportamentales personales y el registro objetivo de la conducta.
Afortunadamente,
los participantes si logran disminuir sus desaprobaciones y aumentar sus
elogios, lo que a su vez resulta en cambios reportados en las conductas de
quienes reciben las aprobaciones. Por ejemplo, una madre soltera declaró que,
antes de aumentar las aprobaciones: “Mi hija y yo discutimos usualmente todo el
tiempo que pasamos trabajando en su tarea”. Pero, “las aprobaciones nos ahorraron
el tiempo empleado en hacer la tarea además de mejorar la forma en que Alexis y
yo nos comunicamos.
Reducimos nuestras discusiones y ahora esperamos ansiosamente
hacer las tareas juntas”. Cuando el blanco de las aprobaciones es la conducta
de una esposa, las relaciones maritales típicamente mejoran. Una esposa
reportó: “Que se dieran más aprobaciones creó una atmósfera mucho mejor en
nuestro hogar. De hecho vi un aumento en los intentos de mi esposo de ayudar
con las tareas domésticas mientras más lo elogiaba, y se volvió mucho más
sensible (sonreía, contaba chistes, estaba dispuesto a escuchar y afectuoso).
Antes la negatividad pareciera una bola de nieve”. A lo largo de los años
varios de estudiantes participantes han reportado que ¡un aumento del elogio
durante el día resultaba en un aumento de la intimidad durante la noche!
Cuando
la conducta de un niño es elogiada, los profesores y los padres a menudo hallan
que otros niños imitan luego la conducta. “Cuando le di una aprobación verbal a
un niño, muchos de los niños involucrados en la actividad empezaron a trabajar
más duro en un esfuerzo por obtener también un elogio”, reportó un profesor.
“Si comentaba cuanto me gustaba lo que un estudiante estaba haciendo entonces
muchos otros niños empezaban a hacer la misma cosa”.
Una
conducta criticada o reprendida puede ser de hecho una aproximación sucesiva de
una conducta apropiada. Por ende, en vez de aumentar las conductas apropiadas,
las desaprobaciones de la conducta “inapropiada” pueden de hecho punir las
aproximaciones hacia las conductas deseables. Esta
desventaja de la desaprobación a menudo se pone de manifiesto durante la
asignación. Un miembro del equipo de béisbol de la universidad reportó
exactamente este efecto de las desaprobaciones sobre las conductas de “flojo”
de un compañero de equipo en la sala de pesas: “Estas desaprobaciones no lo
hicieron levantar más, en realidad le
hizo no querer levantar más con nosotros”. Afortunadamente el elogio
revirtió esta situación.
“Para mi asombro esto (el elogio) en realidad
funcionó, me refiero a que no levantaba como Hércules o algo así, pero siempre
estaba allí, esperando para levantar pesas y era más serio cuando levantaba”.
De manera similar, los entrenadores reportaron consistemente un mejor
rendimiento cuando se reducen las desaprobaciones y aumentan las aprobaciones.
“Cuando di una aprobación, todos parecían mucho más receptivos a aprender y
participar”, reportó un entrenador de atletismo de escuela secundaria.
“Respondían mejor a la crítica constructiva después de recibir una aprobación
de su conducta que después de recibir una desaprobación...Mayor aprendizaje continuó
como resultado de la tarea de aprobación y desaprobación”. Además, los
estudiantes a menudo encuentran que las desaprobaciones para una conducta
inapropiada era lo que estaba manteniendo las conductas inapropiadas en primer
lugar. “Mientras estaba aumentando mis aprobaciones, necesité usar menos las
desaprobaciones”, escribió un profesor.
Para
cumplir la razón de 5 a 1 entre las aprobaciones y las desaprobaciones los
profesores ocasionalmente “bajan sus estándares” para que puedan elogiar una
conducta que formalmente habrían desaprobado. Pero, debido a que las conductas
criticadas a menudo son aproximaciones sucesivas de las conductas deseadas
(v.g., completar parte de una asignación de tarea es una aproximación de
completar la asignación total), estos profesores encuentran que el aumento de
las tasas de elogio resultan en un mejor trabajo que cuando “sus estándares
eran más altos”. “No baje mis expectativas sobre lo que en última instancia
quería que lograsen”, escribió un profesor. “Pero si empecé a elogiar más a
menudo por una menor cantidad de trabajo conseguida durante el tiempo asignado.
Me sorprendió descubrir que estos pocos estudiantes, como con todos los
estudiantes, tendían a trabajar más duro, y me mantuve involucrada con sus
trabajos de manera más completa cuando aumentaba el elogio”.
“Cuando elogiaba a
un estudiante, que previamente no había estado completando sus asignaciones,
por haber completado una tarea más que el día anterior en un día particular”,
escribió otro profesor, “ese estudiante al siguiente día” tuvo más asignaciones
hechas”. Reforzar las aproximaciones sucesivas con elogios podría ser el método
más rápido para que los profesores construyan las conductas académicas de sus
estudiantes.
Como
la muestra anterior de resultados sugiere, esta asignación tiene una amplia
gama de aplicaciones conductuales. La línea base tiene valor diagnóstico y
establecer una razón de cinco aprobaciones por cada desaprobación puede ser un
tratamiento efectivo para muchos problemas. Aquellos que trabajan con familias,
matrimonios y otras relaciones interpersonales, aquellos que trabajas con
discapacidades del desarrollo, entrenadores, profesores y aquellos que trabajan
en administración, todos pueden beneficiarse de registrar objetivamente las
tasas de aprobación y desaprobación propias y de sus clientes. Si creen que ya
son muy positivos, entonces la línea base proporcionara una prueba. Si no
proporcionan muchas aprobaciones, pero creen que la crítica y el sarcasmo son
herramientas efectivas de manejo de la conducta (una creencia demasiado común),
entonces una fase de prueba de cinco aprobaciones por cada desaprobación dará
como resultado una peor conducta (no lo hará) y sus críticas y sarcasmos
tendrán una justificación. Por el contrario, el resultado probable de una fase
de prueba de cinco aprobaciones por cada desaprobación es que el aumento de
aprobaciones dará como resultado un mayor desempeño y mejores relaciones
interpersonales.
Precauciones:
Personas
han reportado ocasionalmente que brindar aprobaciones “se siente falso”,
“incomodo”, o que sus “personalidades” son ser despreciativos y sarcásticos,
por lo que es bastante difícil repartir aprobaciones. Pero brindar aprobaciones
es una conducta como otras conductas. Para ser fluido y “natural” al dar
aprobaciones, necesita moldearse y reforzarse frecuentemente, y quizás
practicarse, el brindar aprobaciones. El juego de roles con un profesional
conductual puede ser incluso necesario. Pero típicamente, a medida que el
elogio se brinda más frecuentemente, se siente menos incómodo, más natural, y
los cambios resultantes en las personas que reciben el elogio a su vez
refuerzan la conducta de dar elogios. El elogio puede ser informativo o
afectivo, o ambos, pero para ser un
reforzador efectivo el elogio debe ser específico de la conducta. Por
ejemplo, los niños elogiados por su inteligencia o habilidad son más propensos
a desempeñarse peor en una tarea esforzada que los niños elogiados por su
esfuerzo (Mueller y Dweck, 1998).
Por qué 5 a 1:
Gottman
y colegas (1998) sugieren que las situaciones interpersonales en donde no
existe critica alguna “parecían ser una versión del infierno relacional de
Sartre. Todo está bien siempre tiene
tanto significado objetivo como todo está
mal siempre. Por lo tanto, si solo se brindan aprobaciones el efecto
funcional de estas sobre la conducta puede volverse minúsculo. Sin embargo,
como la evidencia revisada anteriormente sugiere, el elogio es muy poderoso y
solo se necesitan pocas cantidades de desaprobaciones para mantener el valor
del elogio en máximo, cantidades tan pequeñas como los de la mayoría seguirán
brindando suficientes cantidades de desaprobación incluso al intentar eliminar
la desaprobación por completo. Debido a que el elogio funciona como un
reforzador, como otros reforzadores, uno puede llegar a saciarse del elogio.
Para reducir esta posibilidad el elogio debería variarse (Le doy a mis
estudiantes “101 frases de elogio”).
El
elogio es un reforzador muy poderoso pero muy infrautilizado, considerando
especialmente su costo – ¡es gratis! Cuando los individuos aumentan sus razones
entre aprobaciones y desaprobaciones de cinco a uno, las conductas y el afecto
de todos los involucrados mejoran
invariablemente. ¡Cinco a uno hace el trabajo!
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¡Me ha encantado el artículo! Muchas gracias por esta información, para mí, tan útil y bien sustentada.
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