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viernes, 12 de julio de 2019

“Sal de tu mente, entra en tu vida. Una teoría no terapéutica del todo” I parte: Sobre el mito como autoengaño universal

“Sal de tu mente, entra en tu vida.
Una teoría no terapéutica del todo”

I parte: Sobre el mito como autoengaño universal
Ps. Bryan Félix Aguirre Jaqui.

Objetivo del texto:
El presente texto trata de un ensayo literario luego de revisar Investigaciones filosóficas y Zettel dl filósofo Ludwig  Wittgenstein. Tiene como objetivo el iniciar las dudas con referencia a la crisis conceptual en Psicología, por el cual la mayoría de otras disciplinas y profesiones también pasan. Muchos problemas nacen de enredos conceptuales. La ciencia u otro tipo de “teoría” se supone que trata de entender el mundo de las cosas, con el problema de que, al hacer ello, las confunde más en 3 formas: dice más de lo que teoriza, no dice todo lo que teoriza, o dice algo distinto de lo que quiere teorizar o entender. Por ello, estas dos partes tratan de un esfuerzo ensayístico de reacción intelectual (y emocional) de un “psicólogo”, ante las ideas del máximo exponente de la filosofía analítica y uno de los filósofos más importantes del siglo pasado.


Acompáñenme a relatarles una historia en donde ustedes serán los principales protagonistas…

- Imagínate que alguien estás parado en un segundo piso y ve algunos patios de casa. En forma general, se nota la existencia de tres patios. La primera tiene varios cordeles como líneas al costado de las otras (casi como todo el mundo lo hace) que es posible percibir sus límites: es el patio de “Esencio”. En la segunda, sólo hay un cordel con un largo patio que no es posible ver el final: el patio de “Mentalito”; y en el tercer caso, varios cordeles pero de una forma particular (como una malla) tal cual no sea posible percibir cuantas conexiones y hasta donde acaba la malla en el horizonte: propiedad del amigo “Ludwig”. Así, se inicia esta historia fascinante. Tú, desde arriba, ves que una persona se dispone a colgar la ropa en cada caso. En el primer patio, Esencio cuelga la ropa con respecto a cada línea de cordel, en la primera línea se cuelgan las medias de un color particular, en la otra, otras medias pero de color rojo, en la tercera se cuelgan los pantalones, en la cuarta se cuelgan los ternos negros, en la quinta se cuelgan las cortinas y así sucesivamente hasta poder encontrar todos los tipos de prenda y los colores básicos que hemos establecido para así colgarlas todas. En el segundo caso, Mentalito cuelga las zapatillas, los ternos, los polos, los pantalones, las sábanas, medias hasta las cortinas en un único cordel hasta no acabar, “algo así como si las cosas de la vida marchasen de manera normal”. En el tercer caso, ocurre algo peculiar, Ludwig cuelga la ropa y mientras lo hace, pasa de una malla a otra, no importando el tipo de prenda, cuelga un terno y una media en un determinado pedazo de cordel, a veces cuelga mucha ropa en un pedazo de cordel y de la más variada, siempre pasando desapercibido de un cordel a otro sin tener problemas y completando más o menos el cordel que se pierde al horizonte. Pero sucede que esta persona trae camisas marrón, luego marrón combinado con azulino, otras veces pantalones con algunos detalles y todos estos de manera diferente, formas y colores, no deja de traer siempre prendas nuevas y extravagantes.

Entonces, sucede que la persona del segundo patio, Mentalito, de un solo cordel interminable, se le ocurre querer ordenar, sistematizar o de alguna forma entender la ropa y esta pueda colgarse de una forma mejor. Digamos que su cordel, es el cordel de la vida, donde “todo transcurre” con naturalidad sin ponerse a pensar y comprender lo que sucede en ella. Por esto, no quiere decir que Mentalito tenga problemas cuando las tiende de manera ininterrumpida. Sólo digamos que se le ha ocurrido recién ordenar su ropa y quiere saber cuál es ese orden que encierre “la esencia”, de cuando las cuelga con normalidad e ininterrumpidamente. Esto es, Mentalito “quiere teorizar sobre la tendida de ropa”. Entonces, le pregunta a la persona del patio de la izquierda, del primer caso, a Esencio, de los cordeles uno tras otro. Éste le dice que el orden de la ropa que la persona del segundo caso cuelga es posible, así como lo hace él, de una forma que puedan definirse tipos de cordeles de acuerdo a lo común a todos ellos, si son camisas, un cordel de camisas, si son ternos, un cordel de ternos, si son medias, un cordel de medias, si son polos, un cordel de polos y así sucesivamente y también de acuerdo a los colores. Además, eso hará posible que lo ordenase de una forma que al fin podrá acabar de colgar la ropa puesto que observará en su patio, los límites que encierran toda la ropa que pueda haber con dicha división (para luego irse a tomar unas vacaciones). La persona del patio del medio (del segundo caso), se entusiasmó al ver tal proeza, entonces sin preguntar a la otra persona del tercer patio, a Ludwig, puesto que le era en ese entonces “un desconocido”, se dispuso a concebir la división de cordeles ordenados por tipo, a creer en esa forma de ordenamiento, fue instruido para dicho ordenamiento. Sin embargo, justo en el momento de disponerse a ordenar (puesto que antes no obedecía a algún patrón de colgar u ordenar), sucedieron algunos percances:

  1. Anteriormente, nunca tuvo problema alguno en ordenar la ropa que siempre recibía así por así, no trataba de entender el por qué de la ropa o su significado, el tender le era fácil, corriente, ordinario, y podía desenvolverse en su tender continuo sin inconvenientes a pesar de no entender ordenamiento alguno. Sin embargo, cuando intentó tender la ropa “por cordeles cada prenda”, se dio cuenta lo incómodo y extraño que se sentía al tender su ropa en cordeles diferentes, como si estuviera cortando la hilaridad y normalidad de un proceso continuo a un proceso discontinuo e insuficiente (Habla con alguien por 05 minutos, pasado ese tiempo, trata de explicar, ordenar o entender lo hablado de acuerdo a las “categorías gramaticales clásicas” de verbo, adverbio, sustantivo, etc. … , ¿cómo te sientes?, ¿es posible eso? Claro que no).
  2. Este estilo supuestamente "formal", no eran tan "normal" como en el primer caso: le era normal tender diversa ropa de todos los colores, formas, tallas y diseños, y ahora no le era posible clasificarlos al detalle de acuerdo con dichas formas, a veces tenía polos manga larga, polos que se parecían a chompas, polos con capucha, polos manga cero, de diferentes colores, etc., y así hasta nunca acabar. No le era posible, de acuerdo al consejo, clasificarlos según lo común a todos ellos, tenía diferentes cosas y sólo apreciaba semejanzas (esto es, diferencias parecidas) entre su ropa, y no equivalencias. Llegó a percatarse que, según una división de acuerdo a lo común, a lo único, ¡a cada prenda de ropa únicamente le pertenecía un cordel y sólo uno!, entonces el problema era mayor. Se sentía raro porque no le era continuo el colgar además de que no era posible determinar alguna división por lo común, y que al fin y al cabo, nunca iba a terminar de colgar toda la ropa puesto que ni llenaba algún cordel de dos a más prendas, y así se paso día y noche, semanas y semanas, meses, años, no era posible terminar con esa forma de clasificación, no le encontró solución al ordenamiento, se sentía extraño porque había cada prenda por cada cordel, y este debate de si el polo de este cordel es el único polo o el polo verdadero o la esencia del polo y no los otros, ya lo había desgastado un par de siglos. Más aún sentía no acabar pues conforme pasaba el tiempo “aparecían otros tipos particular de prenda, así como desaparecían otros”.
  3. En este primer tipo de ordenar para entender la ropa que cuelga de manera ininterrumpida, terminó en confundirse cada vez más (situación que no se encontraba en el principio) y sin embargo, se desplazaba algunas veces de dicha forma porque ya lo había aprendido así. Cada vez que no quería entender la ropa que había colgado y sólo tenderla, no sucedía ningún problema, era muy claro para él hacer ello sin sentirse extraño, sino, muy natural (es decir, (a) entender, estudiar o teorizar cómo se cuelga la ropa, es diferente a, (b) colgarla de manera natural). Pero cuando se disponía a querer entender lo colgado o lo que va a colgar, terminaba en las mismas prácticas formales de trabajar más creando más cordeles, por lo que nunca se pudo explicar porque el otro caso sí lo podía hacer ante la creencia (y recuerde bien lo que cree él): ¡¿Por qué él puede entenderlo así, si es la misma ropa?! ¡Quiero estar de vacaciones¡ ¡Quiero entender la esencia de colgar la ropa, y dejarla así como está ella, como debe¡

Cuando exclamo esto, se pudo escuchar la voz de la otra persona en el otro patio. Ludwig dijo: “Mira bien, no es una persona la del primer patio, es un pasaje de una leyenda, de un mito, a lo mucho, de la situación de tus ancestros; además es posible decirle que fue una ilusión de tu propio colgar de ropa. Así sucede pues, con todos”. Nuestro protagonista Mentalito respondió – “¿Quién ha dicho eso? No, al parecer tú eres el fantasma, creí solamente que existíamos la otra persona del primer patio y yo. Nunca he escuchado tu voz, por lo que la leyenda o la ilusión eres tú”. Luego Ludwig le respondió: -“Eso te pasa por que no has estado preparado, por otro lado, colgar la ropa y encontrar prendas tan semejantes, nos hacen parecer que es posible algo en común, como un cordel para todos ellos, o un hilo rojo para cada aguja. Bueno, al parecer has podido llegar hasta ahí, pero es posible que estés en tus límites, cansado del debate teórico interminable de qué prenda es el polo en sí, o qué pantalón es el pantalón verdadero. Te recomiendo que vuelvas a tu colgar anterior y no trates de entenderlo como tal. ¡Aquello se ha vuelto algo intolerante¡”-.

Luego de percatarse que la voz venía del patio de la derecha y de sorprenderse que había otro patio, cuestionó: “¿Y tú como cuelgas tu ropa en el patio?, supongo que sólo estás colgándola sin ordenarla, así uno no se hace problemas”. Ludwig respondió: “Las dos cosas, las he ordenado y al mismo tiempo me es muy claro entenderlo o teorizarlo y seguir con la sensación natural de tenderlo normalmente”. Y de forma inmediata, nuestro protagonista del patio del medio tenía que saber cómo había hecho, y sin preguntarle la forma del cómo se debería de tender, pues saltó en el muro de su patio y asomó la cabeza para avizorar a un hombre alto de una seriedad imborrable que tendía de la forma más extraña la ropa que no hubiera podido imaginársela. En un principio, dudo y titubeó de dicha forma (antes mencionada), pero al percatarse más de ello, se dio cuenta de la naturalidad de ese ordenamiento en malla. Era un ordenamiento que, el que lo practicaba, no se sentía extraño, sino tan natural como si esta fuera la forma esencial de nuestra práctica de tender.

Entra en escena una nueva persona, la que miraba los patios desde el segundo piso, esa persona viene a constituirse el autor de quien escribió este cuento: Yo (… fíjate como “Yo”, significa “esta persona que…”, y no lo que dicen por ahí algunas teorías). Digo: “Lo que te dice ese hombre es verdad, yo de acá no veo tres patios, sólo dos, el que tú estás, y el del hombre que te está hablando, Ludwig. Al parecer, no existe tal cosa como el patio en donde se arreglan en una división común, todas las prendas hasta encontrar el límite de éstas… tú lo has creado en tu mente, el tender ropa por mucho tiempo te ha hecho parecer esa ,manera formal de hacerlo, es más, crees que ordenar es sinónimo de alguna estructura formal, y al parecer, acabaste mal, justo por haber empezado mal”-. Entonces replicó nuestro Mentalito: -“Pero lo he hecho bien, la prenda a la que llamo “pensar”, trato de ponerlo en el cordel llamado “pensar”, “la prenda a la que llamo pensamiento trato de ponerla en el cordel “pensamiento”; sin embargo, cuando me refiero a la prenda “recuerdo”, “mente”, “consciencia”, no me es posible ordenarlas porque siento que también deberían de estar en el cordel de pensar o de pensamiento, o no sé, que estos estén en este cordel. A veces creo que en el cordel de “mente”, tienen que estar varias prendas de distintos nombres por que cuando uso dicha palabra, remito varios significados, o peor aún, muchas veces pensé que todas las prendas deberían de ordenarse según un sólo cordel que agarrase la esencia del lenguaje, quise a veces llamarla física, a veces ciencia, en algunos casos gramática, muchas veces lógica; y sin embargo no quedo de acuerdo. Pero esto no como lo que hago en la cotidianidad que me es natural cuando no es mi intención ordenar, sino de que cada prenda y conjunto o palabra y oración (del lenguaje), sea el casillero fiel y ordenado de la representación de la prenda en sí misma (de la realidad) por mi imagen o pensamiento (mental)”.

“¡No hay nada más allá de tu lenguaje como la realidad misma proyectada por tu pensamiento ¡– exclamó Ludwig. Y Yo exclamé: -“Desde luego podrás saber quién es este sujeto misterioso, pero lo más importante es saber: ¿Quién crees que es la persona que creyó en una falsa imagen del lenguaje? ¿Quién crees que es la persona que en un momento se encuentra en dos posturas totalmente distintas? ¿Quién es la persona que no deja de embrujarse con las esencias y que ahora, pide claridad y luz a sus reflexiones? Esa persona eres tú, quien lee, tú eres mi protagonista de esta historia, el del segundo patio. Tú quien lees esto eres Mentalito. Y de ahora en adelante, serás el aprendiz de colgar la ropa en orden (o entender el significado de cada palabra), de la persona del tercer patio, de quien en su momento fue, es, y seguirá siendo, el filósofo más importante de la historia.

Pero primero, métete empáticamente en el lugar del personaje protagonista de la historia: Mentalito. Cuando hablas en tu cotidianidad, lo haces tan natural, colgando la ropa una tras otra, algunos conjuntos, y pasas de una a otra o de otros conjuntos a otro de manera silenciosa, consciente o inconsciente. En estos momentos de que estás leyendo esto, estás pasando de ropa en ropa o de conjunto en conjunto y no tienes ningún problema, esto es, no necesitas un ordenamiento posterior (anterior) para poder después entender lo que experimentaste en el momento de que estuviste leyendo, sólo lo leíste. Pregúntate si necesitaste de normas a priori como lo es la enseñanza de la gramática para entender el lenguaje, es posible una afirmación, pero recuerda que hay personas que hablan bien un segundo idioma pero no saben nada de gramática, además de que la gramática es posible considerarse como un lenguaje primitivo referencial para desenvolverse más o menos, los niños con las prácticas de los adultos. Por otro lado piensa en el reduccionismo de una gramática, cualquiera que sea, lo más compleja posible, para entender las prácticas humanas cada vez más realmente es insuficiente (por ello recurren a la “Pragmática” que dota realmente de significado). Por otro lado, utiliza las categorías gramaticales a ver si pueden coincidir con la lógica de tu comportamiento. Es evidente el error. Así como lo es procurar que un entendimiento formal y posterior del lenguaje nos posibilitaría desenvolvernos solamente en él. Es por ello que no trates de buscar una esencia del lenguaje, porque si bien es cierto, la hay, pero no en la forma de unas categorías a priori o normativas para ello (¿sería posible una ciencia del lenguaje propiamente?, es otro debate), no trates de colgar toda la ropa o entender el lenguaje, para así irte de vacaciones, quiero decir, que nunca se va de vacaciones cuando se trata de entenderlo:
“Imagínate el lenguaje hace 50 años, o los lenguajes de todo el mundo, o los infinitos juegos de lenguaje que se están creando con las nuevas prácticas, ¿sería posible tender toda la ropa e irnos de vacaciones?”.

(Continuará).

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