Dermot Barnes-Holmes e Yvonne Barnes-Holmes
National University of Ireland, Maynooth
Veronica Cullinan
University
College, Cork
El presente artículo sugiere
una posible síntesis del tratamiento de Skinner (1957) sobre la conducta verbal
con la interpretación conductual más reciente del lenguaje conocida como teoría
del marco relacional. Se esboza primero la razón para intentar combinar
estos dos enfoques. Posteriormente, cada una de las operantes verbales
descritas por Skinner es examinada y sometida a un análisis de marco
relacional. En cada caso, se identifican dos tipos de operantes; una basada en
contingencias directas de reforzamiento, y la otra basada en la respuesta
relacional aplicable arbitrariamente. Las últimas operantes son designadas como
verbales porque pueden ser distinguidas de otras formas de conducta social, y
parecen poseer las cualidades simbólicas o referenciales a menudo adscritas al
lenguaje humano. Al aplicar la teoría del marco relacional a las operantes
verbales de Skinner, pretendemos contribuir al desarrollo de una agenda
investigativa analítica-conductual moderna en el lenguaje y la cognición
humanos.
Palabras clave: conducta verbal,
teoría del marco relaciona, operantes verbales, lenguaje, cognición.
El propósito del
presente artículo es proporcionar una posible síntesis del tratamiento de
Skinner sobre la conducta verbal con el tratamiento conductual más moderno del
lenguaje conocido como teoría del marco relacional (RFT[2])
(v.g., Hayes, 1991; Hayes y Barnes-Holmes, en prensa). El presente artículo no
contendrá una descripción detallada de estos dos enfoques separados porque este material ya se encuentra disponible. Además, no intentará
revisar ninguna de las pruebas empíricas ya sea a favor de la Conducta Verbal de Skinner o la RFT.
Nuestro objetivo aquí es simplemente sugerir un modo en el que dos enfoques
aparentemente dispares para el estudio del lenguaje humano, dentro del análisis
de la conducta, pueden combinarse a un nivel puramente conceptual. Si tenemos
éxito en este sentido, suponemos que la investigación empírica posterior o apoyará
o contradecirá el presente trabajo. El artículo empezará delineando el fundamento
para intentar una síntesis de los enfoques skinneriano y de la RFT para el
lenguaje, y después intentaremos lidiar sistemáticamente con las operantes
verbales descritas por Skinner (1957), y sujetaremos cada una de ellas a un
análisis RFT funcional.
FUNDAMENTO PARA LA SÍNTESIS PROPUESTA
Hay una
tendencia dentro de algunas áreas del análisis de la conducta a interpretar el
reciente aumento de la investigación sobre equivalencia de estímulos,
relaciones derivadas de estímulos y fenómenos verbales como un rechazo del recuento
de Skinner (1957) sobre la conducta verbal (v.g., véase Sidman, 1994, pp.
562-573). Aunque ciertos investigadores de la RFT han criticado ciertos
aspectos del trabajo de Skinner (v.g., Hayes, 1994; Hayes y Wilson, 1993),
sería un error suponer que no existe ningún mérito a ser encontrado en su
recuento desde una perspectiva RFT. De hecho, creemos que combinar el trabajo
de Skinner con la RFT nos ayudará a desarrollar una agenda investigativa clara
y útil para el estudio analítico-conductual del lenguaje y cognición humanos.
El lector puede
sorprenderse al saber que hace casi 10 años Chase y Danforth (1991) sugirieron
un modo en que las formulaciones de Skinner podían integrarse con la RFT. Estos
autores adoptaron una definición de las relaciones verbales que era consistente
con el análisis de Skinner, pero añadieron una característica crítica.
Definieron la conducta verbal como una relación en la que:
(a) Una respuesta es
emitida por un individuo; (b) la consecuencia crítica es proporcionada por la
conducta de otro individuo (el oyente): (c) la conducta del oyente está
explícitamente condicionada a responder a los estímulos producidos por el
primer individuo y (d) el condicionamiento explícito del oyente involucra el
condicionamiento ante relaciones estimulares arbitrarias.
Los autores señalaron que la
característica “a” distingue a la conducta de los eventos no conductuales, la
característica “b” distingue a la conducta social de la conducta no social, y
la característica “c” especifica el requisito de que la conducta del oyente sea
condicionada a los estímulos producidos por el hablante con el fin de que el
oyente pueda proporcionar confiablemente consecuencias para la conducta del
hablante. Chase y Danforth añadieron la característica “d” a la definición de
Skinner por dos razones principales. En primer lugar, la mayoría si no toda la
conducta social involucra las cualidades descritas en las características “a”,
“b” y “c”, y así se necesita al menos otra característica definitoria para
distinguir la conducta verbal de prácticamente todas las demás formas de conducta
social. En segundo lugar, ejemplos de conducta que a menudo son descritas como
verbales incluyen una cualidad simbólica o referencial (Barnes y Holmes, 1991;
Hayes, 1991; Hayes y Hayes, 1989; Skinner, 1986) o relaciones generalizadas
entre estímulos arbitrarios (Hayes, 1994; Hayes y
Hayes, 1989; Skinner, 1986; véase también Barnes-Holmes y Barnes-Holmes, en
prensa). Al añadir la característica “d”, sin embargo, Chase y Danforth (1991)
concluyeron “que la conducta verbal involucra relaciones sociales o
determinadas culturalmente entre eventos en el mundo, símbolos, imágenes,
gestos y sonidos” (p. 206).
Consistente con Chase y Danforth (1991)
(Característica “d” anterior), la RFT argumenta que la conducta verbal
involucra una historia de reforzamiento para la respuesta acorde con un rango
de relaciones aplicables arbitrariamente y controladas contextualmente
conocidas como marcos relacionales. Los tipos de historia y los procesos
conductuales involucrados en los marcos relacionales han sido considerados, a un nivel conceptual,
en varias otras fuentes (véase Barnes-Holmes y Barnes-Holmes, en prensa, para un
examen detallado de esta cuestión; véase también Barnes, 1996; Barnes y
Hampson, 1993, 1997; Barnes, Healy y Hayes, en prensa; Barnes y Roche, 1996;
Hayes, Gifford y Wilson, 1996). En resumen, la RFT argumenta que la respuesta
relacional derivada es establecida, en gran parte, mediante una historia
apropiada de entrenamiento en múltiples ejemplares.
Por propósitos ilustrativos, considere
el ejemplo de la nominación derivada, que se considera que es uno de los marcos
relacionales más tempranos y más importantes (Barnes-Holmes, Barnes-Holmes y
Roche, en prensa). Un cuidador a menudo pronunciará el nombre de una persona en
presencia de un niño pequeño y luego reforzará cualquier respuesta de
orientación hacia esa persona. Esta interacción puede describirse como oír el
Nombre A
mirar a la Persona B. Algunas veces el
cuidador también le preguntará al niño el nombre de una persona en presencia de
estos y luego modelará y reforzará un tacto apropiado (Skinner, 1957). Esta
interacción puede describirse como Ver a la Persona B
Escuchar y decir el Nombre A. Durante las
etapas tempranas del entrenamiento en lenguaje, cada interacción puede requerir
reforzamiento explícito para que se establezcan en el repertorio conductual del
niño, pero después de que se han entrenado un número de ejemplares
nombre-persona y persona-nombre (junto con otras relaciones nombre-evento y
evento-nombre), se establece la clase de respuesta operante generalizada de
“nominación derivada”. En otras palabras, a partir del entrenamiento en
ejemplares múltiples la nominación derivada del niño queda bajo control
abstracto de las señales contextuales específicas. Suponga, por ejemplo, que se
le dice a un niño con esta historia de nominación de ejemplares múltiples:
“Este es Steve”. Las señales contextuales, tales como la palabra es y el contexto de nominación en sí,
serán ahora discriminativas para la respuesta simétrica entre el nombre y la
persona. Por lo tanto, en presencia de mayor entrenamiento, el niño ahora
apuntará a Steve cuando se le pregunte “¿Dónde está Steve?” (Nombre A
Persona B) y dirá “Steve” cuando se le
presente a la persona y se le pregunte “¿Quién es este?” (Persona B
Nombre A) (Véase Hayes y cols., 1996). De
hecho, investigación empírica reciente ha empezado a explorar el papel del
entrenamiento en ejemplares múltiples en la adquisición de marcos relacionales
en niños pequeños, y esto ha proporcionado evidencia (aunque limitada) para
apoyar el enfoque RFT a la conducta verbal (v.g., Barnes-Holmes y cols., en
prensa; véase también Lipkens, Hayes y Hayes, 1993).
En base a un trabajo tanto conceptual
como empírico en RFT, tomamos la postura de que la conducta tanto de los
oyentes como de los hablantes es esencialmente verbal si involucra, hasta
cierto grado, la transformación derivada de las funciones del estímulo acorde
con los marcos relacionales (véase Barnes, 1994; Barnes y cols., en prensa;
Barnes y Holmes, 1991; Hayes, 1994; Hayes y Barnes-Holmes, en prensa; Hayes y
Hayes, 1989). Desde esta postura, se vuelve posible usar la definición de Chase
y Danforth (1991) sobre la conducta verbal para reexaminar las clases
principales de operantes verbales descritas por Skinner (1957), e
interpretarlas desde una perspectiva RFT. Haremos esto presentando primero un
recuento skinneriano de cada una de las clases principales, en el mismo orden
en que aparecen en el texto de Skinner (i.e., mandos, conducta ecoica, conducta
textual, transcripción, tomar dictado, intraverbales, tactos, tactos
extendidos, autoclíticos), seguido por una interpretación RFT de cada clase.
Esto requerirá distinguir dos formas diferentes de cada operante verbal, una
basada en las contingencias directas de reforzamiento y la otra basada en la
respuesta relacional aplicable arbitrariamente. Las primeras operantes serán
etiquetadas como no verbales porque no pueden ser distinguidas con facilidad de
cualquier otra forma de conducta, y no poseen ninguna de las cualidades
referenciales o simbólicas usualmente adscritas a los eventos verbales. A las
últimas operantes las etiquetaremos como verbales porque pueden ser
distinguidas de otras formas de conducta social, y si parecen poseer las
cualidades simbólicas adscritas a menudo al lenguaje humano.
Creemos que realizar esta distinción será
útil, en tanto constituye un paso importante hacia la especificación de los
procesos conductuales que son responsables de la naturaleza emergente o generativa
del lenguaje humano. De hecho, Skinner (1957) era claramente conciente de esta
cualidad cuando escribió, por ejemplo:
Así, podemos escuchar
a un hombre llamado Jones y verlo
responder apropiadamente a su “vocativo”. Como resultado, también podemos
dirigirnos a él como Jones, o luego responder Jones a la pregunta ¿Quién
está ahí? o designarlo correctamente cuando se nos pregunte ¿Qué hombre es Jones? Pero esto no
sucede en el hablante u oyente ingenuo; es el resultado de un largo proceso de condicionamiento verbal
[itálicas añadidas]. El niño pequeño que escucha que a alguien se le llama
muchas veces Jones, por consiguiente,
no lo llamará Jones, ni por esta
razón reportará que Jones estaba presente,
ni apuntará a Jones en contestación a
la pregunta ¿Cuál es Jones? (pp.
359-360).
En ese momento, por supuesto, Skinner no
tenía acceso a los datos o al trabajo conceptual sobre relaciones derivadas de
estímulos, por lo que no se encontraba en una posición fuerte para especular
sobre la naturaleza del “largo proceso de condicionamiento verbal” involucrado
en tales fenómenos del lenguaje emergente. La investigación en relaciones
derivadas de estímulos está ahora disponible, así que quizás hoy en día estamos
en una mejor posición para especular de manera útil sobre los procesos a los
que Skinner aludió y proporcionó la base conceptual y empírica para analizar y
sintetizar estos procesos en los escenarios investigativos básico y aplicado
(véase Hayes y Barnes-Holmes, en prensa, para un ejemplo de cómo puede lograrse
esto).
A fin de cuentas, sin embargo, algunos
podrían argumentar que el estudio de las relaciones derivadas de estímulos, y la
RFT en particular, proporcionan muy poco más allá de lo proporcionado por
Skinner, excepto quizás más especulación. En respuesta, argumentaríamos que
aunque la RFT de hecho sí incorpora cierta especulación en cuanto a los
procesos involucrados en la generación de la respuesta relacional derivada y del
lenguaje humano en general, también ha ayudado a proporcionar los
procedimientos experimentales y la nomenclatura técnica con la que estos
procesos especulativos pueden ser estudiados (véase Hayes y Barnes-Holmes, en
prensa). De hecho, como se indicó anteriormente, cierto trabajo bien reciente
ha empezado a proporcionar evidencia para apoyar la visión RFT de los procesos
involucrados en el desarrollo de habilidades verbales específicas en niños (Barnes-Holmes
y cols., en prensa; véase también Lipkens y cols., 1993). Por lo tanto, como
mínimo, la RFT promete complementar el trabajo inicial de Skinner sobre el
lenguaje ayudando a integrarlo de manera más general con el estudio de las
clases de equivalencia y las relaciones derivadas de estímulos. Dada la
importancia de estas dos áreas para el análisis de la conducta, lograr tal
integración debe ser seguramente un objetivo que vale la pena. Pasamos ahora a
los detalles de la integración conceptual de la Conducta Verbal de Skinner (1957) y la RFT, que es el foco
principal del presente artículo.
TEORÍA DEL MARCO RELACIONAL Y
CONDUCTA
VERBAL DE SKINNER
El
mando
Skinner definió
un mando como “una operante verbal en la que la respuesta es reforzada por una
consecuencia característica y esta, por lo tanto, bajo el control funcional de
unas condiciones relevantes de privación o estimulación aversiva” (1957, pp.
35-36), o más coloquialmente como una operante verbal que “especifica” su
reforzamiento. Imagine, por ejemplo, que en presencia de un cuidador un niño
hambriento dice “caramelo”, y este mando es entonces reforzado por la
presentación de un caramelo real. El reforzador
(en este ejemplo el caramelo) no necesita estar presente para que la
respuesta ocurra, pero debe haber seguido de manera fiable a las instancias
previas del mando. Una pregunta que puede surgir en este punto es como dar
cuenta del mando de un objeto nuevo que (a) nunca ha reforzado al mando en el
pasado, (b) nunca ha reforzado a un mando diferente que puede inducir al mando
actual (i.e., inducción de respuesta), (c) no se asemeja físicamente a un
objeto que reforzó previamente al mando (i.e., generalización primaria de
estímulos), y (d) nunca ha sido apareado con un objeto que ha reforzado
previamente al mando (i.e., condicionamiento respondiente) (Se remite al lector
a Barnes y Roche, 1997, y Hayes y Hayes, 1989, 1992, por material sobre los
límites del condicionamiento respondiente, incluido el condicionamiento de
orden superior y el precondicionamiento sensorial, como explicaciones adecuadas
para una amplia gama de la conducta verbal; Leader, Barnes y Smeets, 1996, y
Roche y Barnes, 1997, por evidencia empírica relevante).
Sin embargo, la
teoría del marco relacional puede resolver el problema anterior distinguiendo
entre dos tipos diferentes de mando que referiremos como verbal y no verbal. El
tipo no verbal. El tipo no verbal involucra el entrenamiento explícito de un
mando particular ante un objeto particular, como cuando un niño en una tienda
de juguetes manda por un carro de juguete porque en el pasado el mandar por un
carro de juguete resultaba en que el padre le compraba realmente el juguete el
carro de juguete y se lo presentaba al niño. No obstante, el tipo verbal
involucra al estímulo mandado participando de marcos relaciones con otros
estímulos. En este ejemplo, el marco puede contener juguetes en general. El
niño aprende a decir “juguete” en presencia de carros, juegos de trenes,
muñecas, y así sucesivamente, y el niño aprende a mandar al menos un juguete.
Luego, el niño no necesita aprender a pedir cada juguete específico desde cero;
el niño tiene que responder simplemente al objeto como participando de un marco
de coordinación con otros juguetes. La “función del juguete” se transfiere a
través del marco de coordinación desde el carro de juguete hasta el juego de
trenes, y, de este modo, no se requiere reforzamiento explicito para que el
niño mande el juego de trenes (cf. Hall y Sundberg, 1987). De hecho, el niño
puede mandar repetidamente por el juego de trenes, a pesar del hecho de que el
mando nunca es reforzado con el objeto mandado (i.e., la madre/el padre siempre
se rehúsa a comprar el juego de trenes).
Antes de
continuar, deberíamos enfatizar que el mando verbal “puro” probablemente ocurra
solo en raras ocasiones. En efecto, muchos mandos a menudo son seguidos por
consecuencias apropiadas, y así la mayoría de mandos tendrán alguna historia de
reforzamiento diferencial explícito. No obstante, un mando explícitamente
reforzado debería ser definido todavía como verbal, cuando el mando también
participa en un marco relacional. Por ejemplo, el mando “¿Chocolate?” de un
niño puede haber sido reforzado en el pasado en muchas ocasiones, pero las
relaciones derivadas entre la respuesta “chocolate” y otros eventos también
pueden estar presentes en el repertorio conductual. Por ejemplo, chocolate, caramelo y golosinas
pueden participar en un marco de coordinación, y cada una de estas palabras
puede participar en un marco de diferencia con palabras tales como manzana y naranja. De este modo, si se le preguntara al niño: “¿Te gustaría
otra cosa diferente al chocolate?”, la respuesta podría ser “manzana”, lo que
sugiere que el mando original “¿Chocolate?” era verbal porque participaba en
marcos relacionales con otros eventos.
El punto general
que se realiza aquí es tan importante que merece énfasis. La ausencia de reforzamiento explicito (o
inducción de respuesta, o generalización primaria de estímulos, o
condicionamiento respondiente) no define a un evento verbal. De acuerdo con la
tesis actual, es la presencia de una
respuesta relacional aplicable arbitrariamente, ya sea con o sin otros procesos
conductuales, lo que define a una relación verbal. Este enfoque para la
definición de los eventos conductuales como verbales se aplica a todas las
clases de conducta verbal discutidas posteriormente en el presente artículo
(retornaremos a esta cuestión en el contexto del tacto).
Conducta
ecoica
Esta suele ser la primera demostración
externa de conducta verbal vocal en un niño pequeño. Su desarrollo se puede
resumir de la siguiente manera:
1.
El
balbuceo produce una variedad de sonidos de habla humana.
2.
Solamente
los sonidos del habla materna son reforzados por los cuidadores.
3.
El
balbuceo evoluciona en auto-repeticiones, y nuevamente solo se refuerzan los
sonidos del habla nativa.
4.
Escuchar
que su propia voz reproduce los sonidos del habla materna se vuelve reforzante
porque estos sonidos han sido apareados con los reforzadores primarios
entregados por los cuidadores.
5.
Mediante
inducción y generalización el infante comienza a repetir los sonidos del habla
tanto de los demás como los suyos.
Aunque la
conducta ecoica es típica de las vocalizaciones infantiles, no es solo una
característica de la adquisición del lenguaje; también es exhibida por los
hablantes adultos. Skinner no distinguió entre las respuestas ecoicas de los
infantes y los adultos, pero la RFT sugiere que hay dos tipos diferentes de
conducta ecoica, no verbal y verbal. El tipo no verbal involucra típicamente a
la imitación simple y casi infantil de la palabra mamá, en donde mamá no
participa en un marco de coordinación con la madre del niño. El tipo verbal de
la ecoica requiere que mamá participe
en marcos relacionales. Por ejemplo, la palabra mamá puede ingresar a un marco relacional de coordinación con la
madre real del niño y palabras y frases tales como madre y progenitor. Otros
marcos también pueden estar involucrados, tales como diferente (v.g., mamá es diferente que dada). Por lo tanto, en resumen, la
unidad de la conducta ecoica es definida por las correspondencias vocales
(ecoica no verbal) y también, en muchos casos, por los marcos relacionales
(ecoica verbal) que pueden estar involucrados en esta unidad conductual.
Conducta
ecoica
Como la conducta ecoica, la conducta
textual es conducta verbal bajo el control de un estímulo verbal. En este caso,
sin embargo, el estímulo verbal es visual, como en un texto escrito (o táctil,
como en el Braille), en lugar de auditivo. Una interpretación RFT de la
conducta textual involucra un análisis similar a aquel ofrecido para la
conducta ecoica. Sugiere dos tipos diferentes de conducta textual. La primera
de estas es la conducta textual no verbal, que involucra a un hablante que
pronuncia una respuesta vocal ante un material escrito sin que las palabras o
frases participen en relaciones de equivalencia (u otras) con otras palabras,
frases o eventos. El segundo tipo sugerido por la RFT es la conducta textual
verbal (con “comprensión”), que involucra que la respuesta vocal participe en
marcos relacionales. Para ilustrar la distinción entre estos dos tipos de
conducta textual, imagine a un padre leyéndole un cuento antes de dormir a su
hijo. A medida que el padre lee las primeras páginas del texto, las funciones
de los eventos descritos en el cuento participan en marcos relacionales (i.e.,
conducta textual verbal). El padre, si se le pregunta, podría describir los
eventos con sinónimos, completa
los detalles como si estuviera “viendo” los eventos, y así sucesivamente. Sin
embargo, en un momento posterior, puede darse cuenta de que a pesar de que ha
estado leyendo con precisión las palabras en la página (evidenciado por la
falta de quejas del niño), no tiene idea del contenido de lo que ha leído más
recientemente. En otras palabras, el texto evocó las respuestas vocales
apropiadas, pero no produjo o produjo muy pocas de las funciones de los eventos
que fueron descritos (i.e., conducta textual no verbal).
Transcripción
y toma de dictado
Todas las conductas examinadas hasta el
momento han involucrado respuestas vocales. La toma de dictado y transcripción
involucran respuestas motoras ante estímulos vocales (dictado) o escritos
(transcripciones). Consistente con los análisis previos, la RFT distingue entre
conducta de toma de dictado verbal y no verbal y conducta de transcripción
verbal y no verbal. Los tipos verbales de estas respuestas involucran “escribir
con significado”, por lo cual las palabras o frases escritas participan en
marcos relacionales.
Es decir, cada palabra o frase que es
transcrita o escrita como dictado produce funciones psicológicas específicas
para el individuo. Por ejemplo, si la frase “Los productos serán entregados
mañana” es dictada (o escrita), esto puede causar que la persona tome el
dictado (o transcriba) para “ver” privadamente la llegada futura de los
productos, y quizás hacer arreglos para la llegada de estos después de que
termine la sesión de dictado (o transcripción). Los tipos no verbales de
transcripción y toma de dictado no producen ninguna función psicológica vía
marcos relacionales. Por ejemplo, un(a) secretaria(o) experta(o) puede algunas
veces tomar dictado exitosamente sin ninguna “conciencia” del contenido de lo que
fue dictado y escrito (i.e., las palabras habladas y el texto escrito no
producen ninguna o producen solo algunas de las funciones de los eventos
descritos allí). En este caso, él o ella pueden fracasar en hacer los arreglos
necesarios para la llegada de los productos mencionados en la carta dictada.
La
intraverbal
Las intraverbales involucran respuestas
ante estímulos cuando no existe correspondencia formal entre el estímulo y la
respuesta. Por ejemplo, cuando se les presenta el estímulo “dos más dos”, la
mayoría de los angloparlantes competentes en matemática responderán con un
“cuatro”, o cuando se les pregunta “¿cómo estás?”, en el curso de un encuentro
casual, la mayoría de los hablantes contestarán “bien, gracias”,
independientemente del estado físico presente de estos. Nuevamente, la RFT
realiza una distinción entre los tipos verbal y no verbal de esta clase
operante. Para apreciar esta distinción, considere a un loro que es entrenado
mediante reforzamiento explícito a emitir una respuesta intraverbal, tal como
responder “uno, dos, tres” cuando se le presenta el estímulo “cuenta hasta
tres”. En tal caso, la respuesta no participaría en marcos relacionales con
otras palabras o eventos en el mundo, y por lo tanto sería considerada como una
intraverbal no verbal. En contraste, una intraverbal verbal puede involucrar a
la respuesta participando de una red de relaciones con otras palabras, frases o
eventos en el mundo. Así, por ejemplo, un niño razonablemente competente en
matemáticas puede responder apropiadamente no solo ante el estímulo “Cuenta
hasta tres”, sino también ante “Cuenta hacia atrás desde tres” o “¿Qué viene
entre uno y tres?”. En efecto, las palabras individuales uno, dos, y tres
participan en un marco relacional de comparación, de modo tal que la respuesta
intraverbal de contar “uno, dos, tres” implica “tres después de dos después de
uno” o implica “uno antes de dos, y tres después de dos”.
El
tacto
La conducta verbal bajo el control de los
estímulos del “mundo de las cosas y los eventos sobre los que se dice que un
hablante ‘habla’” (Skinner, 1957, p. 81) ha sido llamada tacto. Skinner
consideró al tacto como la operante verbal más importante debido al control
único ejercido por el estímulo previo. Este estimulo previo puede ser un objeto
o evento particulares o cierta propiedad de un objeto o evento. Por ejemplo, si
un niño aprende a decir “cuadrado” en presencia de un cuadrado, se dice que el
niño está tactando el cuadrado. Esta conducta es establecida mediante una
historia de reforzamiento diferencial por emitir la respuesta vocal “cuadrado”
en presencia de un cuadrado.
Un análisis de marco relacional de la
conducta de tactar argumenta que el tacto, tal como fue descrita por Skinner,
no es necesariamente una respuesta verbal porque puede no involucrar estímulos
que participan en relaciones aplicables arbitrariamente con otros estímulos.
Por consiguiente, la RFT distingue entre tacto verbal y no verbal de la
siguiente manera. Imagine que un cuadrado ocasiona la respuesta “cuadrado”
porque, en el pasado, la respuesta ha sido reforzada en presencia de cuadrados.
Este tipo de relación conductual es funcionalmente similar a la relación que es
establecida cuando una paloma aprende a picotear la tecla por comida en
presencia de un cuadrado proyectado en una tecla de respuesta translúcida. Esto
es muy diferente de la relación de tacto verbal, para la cual no se quiere
ninguna historia explícita de reforzamiento para que emerja la relación de
tacto. En el tacto verbal, un niño puede responder con “cuadrado” en presencia
de una caja cuadrada, por ejemplo, porque la caja participa en un marco
relacional con la palabra cuadrado y
otros objetos cuadrados (i.e., nunca se ha proporcionado reforzamiento
explicito para el tacto). Imagine, por ejemplo, que se le enseño al niño a
tactar una caja (v.g., una caja de cereales) y después se le dijo que una caja
es a menudo cuadrada (i.e., la caja de cereales, la palabra cuadrado y cajas cuadradas reales ahora
participan en un marco relacional de coordinación). Como resultado, cuando se
le presente una caja y se le pregunta “¿Qué es esto?”, el niño puede producir
un tacto derivado o verbal respondiendo “cuadrado” en vez del tacto
explícitamente reforzado (i.e., “caja”).
En el ambiente natural, el tacto verbal
puro probablemente ocurre solo raramente; la mayoría de los tactos no ocurren
sin consecuencias (i.e., uno no se mueve alrededor del ambiente personal
tactando cada cosa que uno ve). Así, la mayoría de los tactos tendrán alguna
historia de reforzamiento diferencial explícito. Consistente con nuestra
discusión previa de esta cuestión (en el contexto del mando), es útil definir
un acto explícitamente reforzado como verbal cuando el estímulo tactado
participa en marcos relacionales con otros estímulos. Al hacer ello,
establecemos una clara distinción funcional entre respuestas formalmente
similares que surgen de historias conductuales muy diferentes. Si los analistas
de la conducta ignoran o le restan importancia a estas historias diferentes,
pueden encontrar difícil, en ciertos contextos, predecir y controlar la
conducta de tactar. En el caso anterior, por ejemplo, “caja” fue reforzado
explícitamente como un tacto, pero en una ocasión posterior el tacto “cuadrado”
fue emitido en presencia de una caja. Distinguir entre tacto verbal y no verbal
ayudará a predecir y controlar estos resultados conductuales aparentemente
inesperados.
El
tacto extendido
“Si una respuesta es reforzada en una
ocasión o clase de ocasiones determinada, cualquier característica de esa
ocasión o común a esa clase parece ganar cierta medida de control. Un estímulo
nuevo que posea tal característica puede evocar una respuesta” (Skinner, 1957,
p. 91). Las respuestas ante estímulos nuevos que se asemejan a otros estímulos previamente
presentes fueron descritas por Skinner como tactos extendidos. Hay muchas
maneras diferentes en las que los estímulos nuevos pueden asemejarse a los estímulos
previamente presentados, y por ende fue necesario para Skinner definir varias
formas de tactos extendidos. Estos incluían, por ejemplo, a la extensión
genérica, la extensión metafórica, la nominación, el adivinar y la abstracción.
Por propósitos actuales, abordaremos solo la abstracción (en principio, los
siguientes análisis podrían ser aplicados a cualquier forma de tacto
extendido).
Abstracción.
“Cualquier propiedad de un estímulo presente cuando una respuesta verbal es
reforzada adquiere algún grado de control sobre esa respuesta, y este control
continua ejerciéndose cuando la propiedad aparece en otras combinaciones”
(Skinner, 1957, p. 107). La habilidad de responder a propiedades abstraídas de
los estímulos evita el caos que podría resultar a partir del hecho de que cada
estímulo comparte propiedades con potencialmente muchos otros estímulos. Si la
abstracción no fuera posible, entonces podría esperarse que cada estímulo
controle una gran variedad de respuestas. Por lo tanto, se demuestra
abstracción cuando se tacta una sola propiedad de un estímulo. Por ejemplo, la
propiedad de la rojez puede controlar la emisión de la respuesta vocal “rojo”,
ya sea que la respuesta sea ocasionada por una manzana roja, una pelota roja o
un libro rojo.
La distinción tacto verbal-no verbal se aplica
a la abstracción de la misma manera que se aplica a la relación de tacto
simple. De acuerdo a la RFT, para que una relación de tacto abstraído sea
verbal, la propiedad abstraída debe no solo controlar la respuesta de tacto
sino también debe participar en un marco o marcos relacionales con la respuesta
y quizás otros estímulos. Por ejemplo, la abstracción no verbal de la propiedad
de rojez puede ser el resultado de una historia de reforzamiento explicito por
responder “rojo” en presencial de manzanas roja, pelotas roja, libros rojo y
así sucesivamente; sin embargo, esta forma no verbal de abstracción no
conduciría con facilidad a la respuesta relacional bidireccional característica
de la conducta verbal, en este caso apuntar a los objetos rojos cuando se
pregunta: “Apunta al rojo” (i.e., entrenando a ver objetos rojos
decir “rojo” no produce automáticamente
escuchar “rojo”
apuntar a los objetos rojos). La abstracción
verbal de la propiedad de rojez requiere que la propiedad abstraída controle la
respuesta de tacto y que tanto la
propiedad como la respuesta participen en un marco o marcos relacionales con
otros estímulos (v.g., propiedad y respuesta se coordinan en una relación
bidireccional, y quizás participan en una relación de diferencia con otros
eventos, tales como la palabra hablada “verde” y el color verde).
La interpretación en curso de la
abstracción tiene implicaciones para otros casos de la relación de tacto.
Considere, por ejemplo, que la conducta de tacto tanto verbal como la no verbal
pueden ser controladas por propiedades extremadamente sutiles de los estímulos,
y que estas propiedades pueden incluir relaciones entre estímulos. Términos
tales como arriba y abajo, cerca y lejos, o más grande más pequeño tactan las
propiedades formales o físicas de los estímulos en relación al uno con el otro
o al hablante; por ejemplo, cuando un objeto es descrito como “más grande” o
“más pequeño” que otro. El lector debería notar que, aunque no se requiere
responder de acuerdo con marcos relaciones para este ejemplo de respuesta
relacional, parece probable que ella usualmente estaría involucrada de alguna
manera (v.g., las palabras más grande pueden
participar en un marco de coordinación con más
amplio). En cualquier caso, la conducta de tacto verbal está probablemente
involucrada cuando estos tipos de
relaciones son arbitrarios en oposición a los no arbitrarios en naturaleza. Por
ejemplo, las palabras pequeño y grande pueden participar en una relación
opuesta, aunque ambas son palabras pequeñas en relación a colectivo y diminuto, que
ambas contienen más letras. En efecto, las relaciones entre estas palabras no
pueden basarse en únicamente en sus propiedades físicas. Más bien, las
relaciones son arbitrarias porque han sido determinadas por las prácticas de la
comunidad verbal, y por ende los marcos relaciones casi ciertamente se
involucrarán cuando una o más de estas relaciones sea tactada.
Esta misma distinción entre tacto verbal
y no verbal pueden realizarse cuando se considera la cuestión del control
condicional sobre la respuesta tactadora. Claramente, cualquier evento o
situación puede tener muchas propiedades que pueden ser tactadas. Si alguna
propiedad es tactada y que propiedad es tactada dependerán de otras variables
que pueden actuar sobre el hablante. Este hecho no presenta dificultad alguna,
porque la conducta puede estar determinada de múltiples maneras. Por ejemplo,
uno puede tactar el color de un manzana cuando se le pregunta sobre su color y
puede tactar su olor cuando se le pregunta a que huele. Si esta respuesta
tactadora condicional involucra únicamente contingencias de acción directa
(v.g., reforzamiento explicito, inducción de respuesta, generalización de
estímulos, condicionamiento respondiente), entonces puede ser definida como un
tacto condicional no verbal. Sí, no obstante, el tacto condicional involucra
responder, al menos hasta cierto grado, acorde a marcos relaciones, entonces
puede ser definido como un tacto condicional verbal. Por ejemplo, los estímulos
condicionales y las respuestas pueden participar en marcos de coordinación con
otros estímulos y respuestas, de modo que cualquiera de los últimos puede ser
sustituido por los primeros sin afectar seriamente la función del tacto
condicional (v.g., un oyente respondería de manera similar a cualquiera de las
posibles combinaciones mostradas en la Figura 1). Este ejemplo también sirve
para ilustrar la red extensiva de marcos de coordinación que puede ocurrir
incluso en la más simple de las interacciones verbales – considere también que
solo se muestran marcos de coordinación; otros posibles marcos podrían
incluirse. Note también que la respuesta que un sujeto emite cuando tacta puede
participar también en marcos relacionales con otras posibles respuestas.
Claramente, el tacto verbal constituye un caso sustancialmente más poderoso de
conducta “verbal” que su contraparte no verbal.
Conducta
verbal bajo el control de estímulos privados.
Al tactar un estímulo externo, tanto el hablante como el oyente tienen acceso
al objeto que se tacta, pero este no es el caso con los estímulos privados. Por
ejemplo, al tactar un dolo solamente el hablante puede tener contacto con el
objeto o evento real (i.e., el dolor) que se está tactando. Skinner sugirió
cuatro maneras en las que la comunidad verbal puede establecer tactos sin
acceso directo al estímulo privado: (a) El reforzamiento puede basarse en “un
acompañamiento publico común del estímulo privado” (1957, p. 131), por ejemplo,
se le puede enseñar a un niño a decir “eso duele” después de una caída que
resulta en una rodilla raspada o algún otro síntoma físico obvio; (b) la
comunidad verbal puede reforzar una respuesta vocal que describe un estado
interno que es consistente con alguna conducta física manifiesta del hablante;
por ejemplo, tactar un dolor de muela puede reforzarse en presencia de una
conducta tal como sobarse la mandíbula o tocarse las encías; (c) un tacto pude
establecerse ante un estímulo público, y la respuesta puede luego transferirse
a un evento privado por virtud de las propiedades comunes entre el evento
público y el privado; por ejemplo, tactar un dolor punzante puede surgir a
partir de la extensión metafórica de tactar objetos punzantes; y (d) un tacto
puede establecerse ante alguna conducta publica del hablante, y si la conducta
manifiesta luego se reduce en magnitud hasta el punto de ser imperceptible para
los demás, el estímulo privado que acompañó a la conducta publica puede
continuar siendo tactado por el hablante; por ejemplo, se le puede enseñar a
una muchacha, en ciertos contextos, a tactar su propio llanto como “tristeza”,
pero a medida que madura algunos de los eventos privados que acompañaron su
llanto pueden persistir en ausencia de un llanto manifiesto y, de este modo,
como una adulta, puede tactar “tristeza” sin llorar realmente.
Figura
1. Representación esquemática de los tactos condicionales verbales que muestran
algunos de los posibles marcos relacionales que pueden estar involucrados en la
conducta tactadora condicional verbal.
La interpretación en curso del control
por estímulos privados es fácilmente aceptable desde la perspectiva de la RFT.
Sin embargo, la RFT distingue entre responder a eventos privados basado en una
historia de reforzamiento explicito (o en condicionamiento respondiente o en
las propiedades formales por si solas de los estímulos) y tal respuesta basada
en la derivación de relaciones estimulares. De acuerdo a la RFT, por ejemplo,
cuando un niño verbalmente capaz aprende a tactar un estímulo privado como un
dolor de muelas, es probable que la palabra dolor
de muelas y el evento interno real llegarán a participar en un marco de
coordinación. Esto también ocurrirá cuando se tacten otros estados internos.
Por ejemplo, la mayoría de individuos en la comunidad de habla inglesa
responderá, en algunos contextos, de acuerdo con relaciones de coordinación
entre las palabras tristeza, miseria y desesperación, y una conducta manifiesta tal como llorar o fruncir
el ceño. El punto importante aquí es que mediante distinguir entre tacto verbal
y no verbal de los estímulos privados, uno puede estar mejor posicionado para
predecir ciertos resultados conductuales que no podrían predecirse fácilmente
en términos de contingencias de acción directa. Imagine, por ejemplo, una
muchacha que aprende a tactar el llanto con la respuesta “tristeza”, y luego
aprende que miseria es otra palabra
para tristeza, y que desesperación es otra palabra para miseria (i.e., el llanto manifiesto y
las palabras tristeza, miseria y desesperación participan en un marco de coordinación).
Como se esbozó al final del párrafo
anterior (Punto d), Skinner sugirió una manera en que la muchacha puede llegar
a tactar eventos privados como “tristeza” en ausencia de un llanto real. Sin
embargo, basado en el marco relacional de coordinación, la chica también puede
llegar a tactar estos eventos privados como “miseria” y “desesperación”, sin
enseñársele explícitamente a realizar ello. Además, dada la naturaleza
bidireccional de los marcos relacionales, en ciertos contextos puede ser
posible usar la historia de tacto verbal para generar algunos de los eventos
privados de la tristeza para la chica como oyente. Imagine, por ejemplo, que un
hablante le pregunta a la chica (en algún momento posterior cuando está
relativamente feliz) que recuerde la última vez que experimentó desesperación
real. De acuerdo a la RFT, al menos algunos de los eventos privados que fueron
previamente discriminativos para el tacto “tristeza” pueden ahora ser producidos
por la palabra desesperación (por
virtud de la transformación de la función acorde con el marco de coordinación)
(véase Dymond y Barnes, 1994, 1995, 1996, y Roche y Barnes, 1997, por evidencia
empírica relevante). En efecto, estos tipos de efectos conductuales
impredecibles son entendidos con facilidad si uno distingue entre el tacto no
verbal y verbal de los eventos privados.
Autoclíticos
La conducta que “es evocada por o actúa
sobre otra conducta del hablante” (Skinner, 1957, p. 131) fue descrita por
Skinner como conducta autoclítica. Puede argumentarse que es este tipo de
conducta la que da al lenguaje humano su riqueza y complejidad. Varios tipos de
autoclíticos se encuentran disponibles para el hablante maduro. Los autoclíticos descriptivos son utilizados
cuando un hablante produce conducta verbal descriptiva de su propia conducta;
por ejemplo, “Yo veo”, “Yo recuerdo”, “Yo te digo”. Estos autoclíticos también
pueden referirse a la fuerza de una respuesta; por ejemplo, “Yo creo”, “Yo
estimo”, “Yo sugiero”. Los autoclíticos
calificadores califican la intensidad o dirección de la conducta de un
oyente. Una de estas es la negación,
del cual los ejemplos más comunes son “no” y “nunca”. Por ejemplo, el enunciado
“El correo no ha sido entregado todavía” no puede ser un tacto porque el evento
(el correo) no está presente y, por lo tanto, no puede ser tactado (i.e., uno
no puede tactar la ausencia de un evento). En este caso, la palabra no funciona como un autoclítico
calificador para la parte restante de la oración que se refiere a la llegada
del correo. El uso de tal autoclítico afectará normalmente la conducta de un
oyente de un modo tal que refuerza la conducta consistente con el autoclítico
(i.e., el oyente no verificará para ver si el correo ha sido entregado). Otro
autoclítico calificador es la aserción.
Al igual que la respuesta vocal “no” puede afectar la conducta de un oyente en
una dirección, una respuesta tal como “definitivamente” puede afectar la
conducta de un oyente en la dirección opuesta, de modo tal que puede alentarlo
o alentarla a continuar con la conducta en cuestión. Por ejemplo,
“Definitivamente esta es la ruta correcta a Maynooth” puede alentar al oyente a
tomar la ruta especificada con más facilidad que el enunciado “Esta es la ruta
correcta a Maynooth”. Los efectos de los autoclíticos pueden ser cuantitativos
así como cualitativos. Por ejemplo, respuestas vocales tales como “todos(as)”,
algunos(as)” o “muchos(as)” modifican la reacción del oyente ante las
respuestas que ellas acompañan. El afirmación “Todas las arañas negras en
Nevada son venenosas”, por ejemplo, quizás causará una mayor evitación de tales
arañas a que si la afirmación empezará con “algunas”. De manera similar, los
artículos un(a) y el/la indican la relación entre una
respuesta y su estímulo controlador. Por ejemplo, la afirmación “La araña
peligrosa ha sido atrapada” tendrá un efecto diferente sobre un oyente a que si
la afirmación empezara con “Una” (i.e. La
implica solo una araña, mientras que Una
implica otras arañas aún a ser atrapadas).
Desde la perspectiva de la RFT, muchas
respuestas autoclíticas serán modeladas y reforzadas explícitamente durante las
etapas iniciales del aprendizaje lingüístico complejo y son consideradas, por
ende, como ejemplos de autoclíticos no verbales (de acuerdo con la tesis
actual, también incluimos en esta categoría a los autoclíticos que son
establecidos a través de procesos tales como el condicionamiento respondiente,
la generalización de estímulos y la inducción de respuestas). Sin embargo, la
teoría del marco relacional también predice que
el establecimiento de marcos relacionales generará también autoclíticos enseñados
no explícitamente, que son definidos, por lo tanto, como verbales. Por ejemplo,
imagine a una muchacha que ha aprendido a decir: “Va a llover”, cuando nubes
negras están presentes. Posteriormente, un cuidador puede enseñar
explícitamente una respuesta autoclítica descriptiva de modo que la chica
responderá al hecho de que las nubes negras no siempre conducen a la lluvia. Es
decir, se le puede decir a la chica que diga: “Creo que va a llover”, para que
el oyente no considere como un hecho que la lluvia está a punto de ocurrir. En
un momento posterior, la chica también aprende que en algunos contextos creer es equivalente a sentir y sentir es equivalente a predecir,
y así estas tres palabras pueden participar en un marco de coordinación. En
este punto, por lo tanto, la chica puede decir ahora: “Predigo que va a llover”
cuando nubes negras están en el cielo, aunque esta afirmación nunca ha sido
modelada o reforzada explícitamente en el pasado. En este caso, legítimamente podemos
llamar a esto un autoclítico verbal porque implica responder de acuerdo con
marcos relacionales en representación del hablante. Interpretaciones similares
también podrían hacerse para la gama completa de autoclíticos esbozados por
Skinner (1957). En la siguiente sección examinaremos una de tales
interpretaciones (del autoclítico relacional) porque nos ayudará a abordar una
de las críticas más comunes del enfoque conductual al estudio del lenguaje.
Gramática
y sintaxis como procesos autoclíticos.
En Skinner (1957), las propiedades de la gramática y la sintaxis son
explicadas, en parte, apelando a lo que él llama autoclíticos relacionales.
Palabras tales como de, antes o debajo son autoclíticos relacionales en el sentido de que pueden
especificar eventos solo por mediante su relación con otras respuestas. Por
ejemplo, la palabra debajo no tiene
significado sin referencia a lo que está encima. La manipulación de palabras o
frases, por ejemplo, agrupando u ordenando esas respuestas en secuencias
específicas es también conducta autoclítica relacional. Como Skinner lo
describió: “el hablante no solo emite respuestas verbales apropiadas a una
situación o a su propia condición, él aclara, arregla y manipula esta conducta”
(Skinner, 1957, p. 344). Por lo tanto, un arreglo de palabras tales como “el
hombre golpea al perro” es una combinación de tactos y objetos (hombre y
perro), un evento (golpe) y varias propiedades relacionales y temporales de
estos objetos y eventos. En la visión de Skinner, la estructura sintáctica de
las oraciones puede ser determinada, en parte, mediante discriminaciones
enseñadas explícitamente de un número de objetos y eventos en el mundo y las
relaciones entre esos objetos y eventos. Además, Skinner dio cuenta de la
naturaleza generativa de la gramática apelando a ambientes nuevos que organizan
discriminaciones previamente establecidas en secuencias nuevas. Imagine, por
ejemplo, que una historia previa de reforzamiento explicito generó dos
enunciados: “el niño se cayó” y “el perro corrió”. Imagine ahora que el
hablante ve un perro caer por primera vez. En este caso, las discriminaciones
individuales contenidas dentro de los dos enunciados reforzados explícitamente
pueden combinarse en este ambiente nuevo para producir el nuevo enunciado “el perro
cayó”.
Aunque el ejemplo en curso ilustra una
manera en la que pueden producirse nuevos enunciados por parte de un hablante,
de acuerdo a la RFT este es un ejemplo de autoclítico relacional no verbal
porque no involucra necesariamente marcos relacionales. Desde la perspectiva de
la RFT, los autoclíticos relacionales verbales involucran relaciones derivadas
de estímulos. A pesar de que los agrupamientos de palabras ocurren casi
ciertamente, en parte, a través del reforzamiento directo de un número de discriminaciones
que luego son organizadas de nuevas maneras por ambientes nuevos, todavía es
necesario explicar como un hablante adulto generaliza desde estas oraciones
organizadas ambientalmente hasta oraciones nuevas para las que no existe
ambiente que pueda posiblemente organizar la oración. Por ejemplo, la oración
sin sentido “Las ideas verdes duermen furiosamente” es gramáticamente correcta,
pero no hay claramente un ambiente físico que pudiera posiblemente organizar la
oración de esta manera (véase Chomsky, 1959). Por lo tanto, surge la pregunta
¿cómo el análisis de la conducta puede dar cuenta de este tipo de generatividad
en el lenguaje humano? En otras palabras, ¿cuáles son las clases funcionales a
través de las cuales las secuencias del orden de las palabras que son
organizadas por eventos ambientales reales se transfieren a casos nuevos en los
que un evento ambiental no es directamente responsable de la organización de
esa secuencia? La teoría del marco relacional sugiere al menos un modo en el que
esto puede ocurrir.
Desde la perspectiva de la RFT, grandes
cantidades de palabras pueden participar en varios marcos relacionales. Por
ejemplo, en algunos contextos puede haber un grupo de palabras que participen
en un marco de coordinación (v.g., “palabras de cosas” o sustantivos) y otro
grupo que participa en otro marco de coordinación (v.g., “palabras
descriptoras” o adjetivos). Estos dos marcos pueden también participar en una
red relacional en la que se responde a todos los sustantivos como diferentes de
los adjetivos (i.e., dos marcos de coordinación relacionados entre sí vía un
marco de diferencia). Durante las interacciones verbales tempranas de un niño,
es probable que se le enseñe explícitamente (v.g., vía modelamiento y
reforzamiento) a él o a ella a pronunciar algunas de las palabras de estas dos
clases en un orden particular (sustantivo-adjetivo). Después de este
entrenamiento explicito, el ordenamiento de palabras puede luego transferirse a
otros miembros de los dos marcos de coordinación (adjetivo y sustantivo) sin
mayor entrenamiento. La producción de una secuencia de palabras, sin sentido o
no, que se basa hasta cierto grado en la transferencia de las funciones del
orden de las palabras acorde con marcos relacionales es por definición una
respuesta autoclítica relacional verbal. Sin embargo, es importante indicar que
las secuencias de palabras a menudo cambian en contextos lingüísticos
diferentes. Por ejemplo, si se le enseña al niño a usar es en una secuencia sustantivo-adjetivo, entonces la secuencia de
palabras es revertida (i.e., “el gato grande” se vuelve “el gato es grande”).
En efecto, la secuencia de las palabras es condicional a la presencia o
ausencia de la palabra es.
Presumiblemente este efecto de ordenamiento condicional también se transferirá
a través de marcos relacionales (véase Wulfert y Hayes, 1988).
Generar
una oración sin sentido involucra transferir palabras
(indicadas
por un asterisco) desde una oración normal
vía
cuatro marcos de coordinación a una sola oración
|
|||
Sustantivo
|
Adjetivo
|
Verbo
|
Adverbio
|
Oraciones normales (generadas por
eventos ambientales reales)
|
|||
Pasto
|
Verde*
|
Saludar
|
Gentilmente
|
Personas
|
Cansado
|
Dormir*
|
Felizmente
|
Ideas*
|
Bueno
|
Trabajar
|
Bien
|
Personas
|
Agresivo
|
Pelear
|
Furiosamente*
|
|
|
|
|
Una
oración sin sentido (generada mediante la transferencia de palabras
individuales desde oraciones normales)
|
|||
Ideas
|
Verdes
|
Duermen
|
Furiosamente
|
Estos tipos de transferencia a través
marcos relacionales gramaticales pueden ayudar a explicar la naturaleza
generativa de la gramática y la sintaxis (cf. Ellenwood y Chase, 1997;
Goldstein y Mousetis, 1989; Streifel, Wetherby y Karlan, 1976; Wetherby, 1978),
y en particular sugieren una interpretación interesante de la formación de
oraciones sin sentido. En efecto, las oraciones sin sentido pueden ser posible
porque las palabras que las constituyen son miembros de marcos relacionales de
coordinación que contienen grandes cantidad de otras palabras. Así, una oración
sin sentido puede ser generada cuando las palabras individuales dentro de los
marcos gramaticales de coordinación de diversas oraciones normales son
transferidas a una sola oración hasta que esa oración es discriminada como
descriptora de evento ambiental “irreal”. El resultado es una oración sin
sentido nueva, tal como “Ideas verdes duermen furiosamente” (véase la Tabla 1).
Esto ilustra como el autoclítico relacional combinado con la formación de
marcos relacionales (i.e., autoclítico relacional verbal) puede dar lugar a
oraciones sin sentido nuevas.
CONCLUSIÓN
En este artículo
hemos intentando mostrar cómo integrar la RFT con Conducta Verbal de Skinner (1957) puede generar un tratamiento
analítico-conductual moderno de la conducta del hablante que es susceptible a
la investigación reciente en relaciones derivadas de estímulos. Deberíamos
añadir que algunos aspectos de la conducta verbal son demasiado complejos de
abordar dada las restricciones de un solo artículo como este, así que los hemos
dejado para ser descritos en otra parte. Por ejemplo, Stewart y Barnes-Holmes
(en prensa) discuten los procesos involucrados en enunciar y entender una
metáfora (véase también Barnes, Hegarty y Smeets, 1997; Chase y Parrott, 1986;
Hayes y Grundt, 1997). No pretendemos, por lo tanto, que el trabajo presente
sea definitivo o final, sino verlo simplemente como ayudar a generar una agenda
investigativa conductual moderna en lenguaje y cognición humanos (Hayes y
Barnes-Holmes, en prensa). En resumen, al aplicar la RFT a las operantes
verbales de Skinner, apuntamos a desarrollar una comprensión moderna,
coherente, naturalista y puramente funcional-analítica del lenguaje humano que
proporcionará un poderoso desafío para los muchos enfoques no conductuales que
abundan en la literatura psicológica.
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[1] Este
artículo es dedicado a la memoria de B. F. Skinner. Expresamos nuestra gratitud
a los revisores por brindar muchos comentarios constructivos y útiles sobre las
versiones tempranas del trabajo actual. ¡También agradecemos a Steve Hayes por
todo!
Pedidos
de reimpresiones deben ser dirigidos a Dermot Barnes-Holmes, Departamento de
Psicología, National University of Ireland, Maynooth, Maynooth, County Kildare,
Irlanda.
[2] Nota
del traductor: Se mantienen las siglas en inglés para Relational Frame Theory.