Por: Darwin Gutierrez
Miembro de Liceo Contextual
La morfología del comportamiento resulta ser la descripción exhaustiva de los
movimientos o cambios físicos que experimenta un organismo. No es casual que
las primeras definiciones de conducta se resuman de forma conveniente en “todo
lo que hace el organismo”, pero de forma inesperada pronto los investigadores
experimentales encontraron serias dificultades. ¿En verdad todo lo que hace el organismo es de
interés científico?, ¿acaso la psicología no interferiría con la fisiología
(tan experimentalmente sólida en aquellos momentos)?, ¿el habla de un loro y de
un humano es el mismo por su efecto de cambio acústico?
Además de lo
imposible que suena compendiar y enumerar todas las formas de comportarse del
organismo (al igual que a un físico hacer lo mismo con toda la materia del
mundo) gran parte de las definiciones morfológicas de las conductas dependen
más del observador que del fenómeno en estudio, por ejemplo la mayor frecuencia
de reportar cambios motores se debe a su fácil observación en comparación de
las emanaciones químicas del organismo; por estas razones los experimentadores
apelaron a definir la conducta a partir de la función que determinada respuesta
del organismo entabla con el entorno (Ribes, 1994).
Mientras que diversas
líneas de investigación compartían esta postura contestataria, esta tradición
dentro de la psicología se autodenominó como conductista, teniendo como
principal inspiración metodológica la reflexología pavloviana y la postura
teórica de Watson (1913). Sin embargo, no todos los que compartían la crítica
pertenecían al club cuyo enemigo público número uno era la morfología (Ribes,
1994); es decir si bien se familiarizaban con dicha preocupación no solo no se
comprometían con la metodología y/o teoría conductual, sino la criticaban arduamente.
Uno de ellos Lev Vigotsky,
psicólogo ruso de principios de siglo XX interesado en el estudio experimental
de los llamados procesos mentales superiores y uno de los principales teóricos
de la psicología del desarrollo (número 83 en el ranking de psicólogos más
influyentes elaborado por la APA, pueden ver más http://bit.ly/2n55ZpY), quien
mostró abiertamente su inconformidad con el análisis morfológico: “cuanto mayor
es la organización y diferenciación de las estructuras psicológicas, más
insuficiente resulta un puro análisis morfológico”, pero al mismo tiempo
combate ferozmente las hipótesis iniciales de la postura conductista sobre el
comportamiento complejo. Por ejemplo la posición inicial del pensamiento como
habla subvocal “Watson dice que no sabemos en qué momento de la organización de
su habla pasan los niños del habla abierta a la murmurada y finalmente a la
interna, porque ese problema ha sido estudiado sólo incidentalmente. Nuestras
propias investigaciones nos llevan a creer que Watson plantea el problema
incorrectamente. No hay razones válidas para suponer que el habla interna se
desarrolla de un modo mecánico, mediante la reducción gradual de la audibilidad
del habla” (Vigotsky, 1986, p. 150). (Pueden ver más sobre este tema en: https://goo.gl/OLRkM3)
Vigotsky señalaba: cuanto mayor es la organización y diferenciación de las estructuras psicológicas, más insuficiente resulta un puro análisis morfológico
Un detalle
cronológico relevante es que el mencionado club, o “cartel” con un enemigo en
común no se consolida hasta la aparición del conductismo radical (sí, la imagen
de Skinner como el Pablo Escobar del grupo puede aparecer) por las décadas de
1940 y 1950. Las repercusiones extra-académicas a un nivel cultural sin
precedentes para la psicología se recopilan posteriormente en “Más allá de la
libertad y dignidad” (Skinner, 1971); material que bien podría considerarse
como un discurso político para dar respuesta a los ataques provenientes de los
académicos de ciencias sociales y humanidades, sus más fervientes
perseguidores; una especie de DEA que defendía los postulados de libre albedrío
y derechos civiles haciendo ver una supuesta incompatibilidad entre el proyecto
de ciencia conductual y los pilares de la sociedad norteamericana. Tomando el
bien documentado interés de Skinner de afectar y contribuir a la sociedad a un
nivel cultural (y por lo tanto político) como un peligro potencial.
Otro ejemplo de la
cercanía del autor ruso, citado en un párrafo anterior, con la causa
anti-morfología podemos observarla en su desconfianza en catalogar al habla
como un criterio de complejidad comportamental. “El desarrollo (morfológico)
del habla en los animales, señala Bastian Schmid, no se puede usar como medida
de su comportamiento o inteligencia. En lo relativo al habla, la gallina y el cerdo
son animales más avanzados que el caballo y el elefante” (Vigotsky, 1986, p.
158). Mostrando una postura alternativa funcional y genética de cómo el
organismo se va a ajustando a los requerimientos ambientales, tanto físico pero
sobretodo sociales en el caso del ser humano.
Al observar la
producción literaria de Vigotsky se evidencia una cercanía en las críticas
innegable, a tal punto en que fácilmente podrían confundirse con las
reflexiones conductuales contemporáneas (sí, de esos autores que ya citamos
hasta el cansancio por este blog). Si bien ya en un terreno de su propuesta
teórica (la suya vinculada fuertemente con el constructivismo) florecen por
doquier las discrepancias, nos sirve para recordar que las críticas pueden ser valoradas y
sostenibles por sí solas. En un contexto académico en donde la búsqueda de la verdad es el criterio
último, las ideas se vuelcan como las únicas protagonistas sin importar el
grupo (corriente, escuela, etc.) del cual provengan o su posible efecto social
(criterio lógico que obedece a un plano tecnológico). Como en antaño, cuando eras fiel lector de Sócrates : Las ideas tienen que aprender a defenderse por sí solas.
Por último, podemos
recalcar que la amenaza de la morfología como criterio suficiente en el estudio
de la conducta es constante. Por ejemplo (Skinner, 1979) en “La conducta de los
organismos” reconocía que quizá el comportamiento verbal era una de las formas
de conducta que no se podrían ajustar a la clasificación respondiente-operante,
al parecer basándose en la morfología de la respuesta. Posteriormente, en su
propuesta funcional para estudiar el lenguaje: “Conducta Verbal” (Skinner, 1957),
vuelve a aparecer el fantasma de la morfología al seleccionar las categorías
definitorias a partir de las características físicas de los estímulos
discriminativos (estímulos verbales y no verbales). Ni que hablar en la
distinción entre conducta gobernada por la regla (gobernada por estímulos
verbales) y moldeada por las contingencias (gobernada por estímulos no verbales).
Al parecer la historia nos demuestra que estaremos constantemente tropezando
así que más vale contar con buenos críticos alrededor. Ya saben el conocido
refrán: “mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca”.
Referencias:
Ribes,
E. (1994). El análisis de la conducta humana: la morfología como enemigo
público número uno. En: Hayes, L., Ribes, E. y López, F. Psicología
interconductual: Contribuciones en honor a J. R. Kantor. México: Universidad de
Guadalajara.
Skinner, B. F (1979).
La conducta de los organismos: un análisis experimental.
Barcelona, Fontanella.
Skinner,
B. F. (1957). Conducta verbal. Mexico: Trillas
Skinner,
B. F. (1971). Beyond freedom and dignity. EE.UU:
Ackett Publishing Company.
Vigotsky,
L. (1986). Pensamiento y lenguaje. España: Paidós.
Watson,
J.B. (1913). Psychology as the behaviorist
views it. The Psychological
Review, 20 (2), 158-177. Recuperado de http://pages.pomona.edu/~rt004747/lgcs11read/Watson13.pdf
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