IV. B: “Aclaraciones
adicionales y el Cognitivismo sofisticado”
BRYAN FÉLIX AGUIRRE
JAQUI
67. Es necesario precisar el objetivo de
este ensayo en el resumen inicial. Se mencionó la evitación, no negación ni
rechazo, al cognitivismo tradicional u ortodoxo
(Froese 2009, en Segovia, A., La
cognición como acontecer biológico desde la teoría de la enacción y la
corporización de la actividad psicológica, Universidad Nacional de
Colombia, encontrado en la web), no en el sentido de estar contra los datos de sus investigaciones, sino en
naturaleza de su teoría que agrega.
También se precisó que el ensayo consistía en un trabajo filosófico, pero no
desde un ismo psicológico y que este
tipo de actividad es necesario, para tener en la revisión de los trabajos
teóricos por lo que se aclara que el público objetivo principal son todos los
estudiantes de pregrado que están revisando a los teóricos cognitivos ortodoxos
(cognitivistas clásicos según Francisco Varela, se amplía posteriormente). Es
claro que el ensayo también es pertinente para quienes han revisado estos
autores y a los cognitivos sofisticados actuales. La filosofía analítica como
método filosófico no necesariamente viene a definir qué se tiene que investigar
o no, sino que si ello que se va a investigar o se estuvo investigando
realmente no entra en confusión con los mismos u otros conceptos usados en otros
contextos. Para tal caso, desde esta cuarta fase, parte B del ensayo, se podría
usar este título que, aunque largo, encierra con justicia su objetivo
principal: ¿Por qué “podría” no ser un
psicólogo cognitivo ortodoxo? Porque lo psicológico es disposicional. “Podría”,
puesto que la claridad conceptual la considero un criterio necesario pero no
determinante para una teoría científica. A continuación argumentaré las dos
grandes razones de “considerar” este criterio necesario:
68. La razón filosófica: ¿Por qué considerar relevante este ensayo? Siempre quise escribirlo
desde pre-grado, hace algunos años justamente para mostrar a los estudiantes de
Psicología no un criterio demarcatorio de lo que es ciencia o no, pero sí un
criterio, entre muchos, de lo que se puede considerar un criterio para una
ciencia menos confusa. Los análisis
de Wittgenstein en Investigaciones filosóficas hacen ver que el dualismo
cartesiano incurrió en cuantiosos errores en cuanto a la comprensión de la
naturaleza y el espíritu humano. Las teorías de la mente y otras que provengan
del dualismo cartesiano también caen en este malentendido de comprender la
realidad externa como una representación mental subjetiva en las cabezas de las
personas. La mayoría de teorías psicológicas de la mente son
representacionales; recién en las últimas décadas han salido algunas propuestas
sofisticadas, que serán luego analizadas ampliamente.
68.1. Por el momento, sustento aquí que
con el solo enunciado de la pregunta en forma de ¿qué es la mente?, entonces ya
estamos partiendo mal por considerarse una pseudopregunta. Hemos dicho
anteriormente que la mente es ontológicamente absurda y epistemológicamente sin
consenso, y esto se comprueba en el análisis realizado por Mario Bunge en su
libro El problema mente-cerebro. Un
Enfoque psicobiológico. Aquí se considera a “la mente” como un ente de la
cual se derivan problemas filosóficos genuinos
en forma de diversas preguntas sobre su significado, relaciones, dinámica, y
proceso; entonces podríamos enumerar diversos enfoques sobre lo mental. Bunge
(198,5, p. 26) realiza el siguiente cuadro sobre diez concepciones del problema
de la mente(ψ)-cerebro
(φ):
Para su ampliación recomendamos revisar el libro de Mario Bunge de 1985.
De acuerdo a como se asimila cada perspectiva filosófica, la lógica de los
conceptos mentales será distinta, en estos casos, algunas más semejantes que
otras dependiendo. Notemos de manera didáctica mediante gráficos, estas 10
concepciones (Bunge, 1985, p. 30):
68.2. Los anteriores gráficos muestran la
disparidad filosófica en torno al problema de lo mental. Hasta el momento hemos
desarrollado una postura analítica, la cual evade este problema al no tomar a
la mente como un ente que deba ser entendido, sino en forma de conceptos
mentales con lógicas disposicionales en el sujeto que deban ser esclarecidos.
Disentimos en la clasificación que hace de algunos conductistas y filósofos
aquí. Por ejemplo, proponer a Gilbert Ryle y a Ludiwg Wittgenstein como un
monista psicofísico y a un dualista psicofísico respectivamente. Una lectura
ampliada de los autores confirman que ambos no están de acuerdo en que el
problema de la mente sea un problema filosófico genuino, y por ende, su
esclarecimiento forme parte de una “tesis” o “perspectiva” a la discusión de lo
mental. Justamente la filosofía del lenguaje comprueba que este pseudo problema
no es un problema genuino, y que lo psicológico, que se evidencia en algunos
conceptos de alusión mental, se expresa en forma de conceptos en primera y
tercera persona de manera diferenciada, en forma de disposiciones gramaticales
distintas. Que un problema haya agotado millones de hojas, pensamientos y
centenas de años, no quiere decir que nunca pueda resolverse y esclarecerse
para analizarse desde una perspectiva clara y científica de un momento a otro.
Ojo, no se están invalidando los datos experimentales al respecto, sino
sugiriendo la confusión conceptual mantenida y actualmente sofisticada para
seguir manteniéndose.
69. La razón teórica-metodológica: Las ciencias cognitivas (en general) como las
ciencias conductuales generan conocimiento científico objetivo e importante
para conocer el comportamiento. Operacionalizan sus conceptos “según su sistema
semántico” en el cual adquieren significados técnicos para conocer determinada
parcela de la realidad. Sin embargo, adelantando algunas de las conclusiones
finales, hemos argumentado que han confundido los conceptos de alusión mental y
ello ha tenido implicancias importantes no sólo a nivel teórico, sino también
metodológico. No sólo presentan el sesgo de “reducir” el concepto (el fenómeno)
con su metodología experimental misma (tanto cognitivos como conductistas),
sino también están estudiando conceptos confusos. Trataré de ordenar
secuencialmente estos argumentos:
69.1. Es común escuchar: “bajo mi programa
de investigación científica el concepto es este…”; “bajo mi marco teórico las
definiciones son estas…”; “de acuerdo a mi instrumento, la variable se
conceptúa de esta forma…”. La operacionalización científica, es una actividad
formal necesaria para poner al llano empírico los conceptos teóricos que pueden
estudiarse, llamadas “variables”.
69.2. Después de encontrar un problema de
investigación y previamente a las formas de medir la variable de estudio, es
importante definir dicha variable, y el análisis conceptual de esta sería claro
y útil. La claridad conceptual se recomienda antes de operacionalizar la
variable en sus indicadores observables o criterios de existencia. Pienso
también que podría realizarse después de operacionalizar la variable, ya que
hacer esto último no garantiza necesariamente, en la Psicología, el
entendimiento de la lógica disposicional u otra de los conceptos.
69.3. En Psicología existe amplia
disparidad conceptual entre sus variables de estudio, pero esto no quiere decir
que sean contradictorias o excluyentes entre sí. Por ello suecede que estas
definiciones y operaciones diferentes correlacionan altamente en sus medidas
(validez de criterio). Sin embargo, el análisis conceptual viene aquí a evitar
que existan estas contradicciones lógicas, por ende cumple un papel “sugerente”
y “evitativo”. El motivo anterior explica el porqué se desestima el análisis
conceptual: las diferencias no son problemáticas,
aunque sí puede serlo si existe contradicción e injusticia al fenómeno que
alude el concepto (reducción, expansión y error). La primera consecuencia se ha
normalizado y abusado, y la segunda no es evidente.
70. Damos la sorpresa de aplazar la
propuesta disposicional y las reflexiones finales para la IV parte, letra “C”,
para poder agregar aquí algunas aclaraciones adicionales de la discusión que
consideramos importantes, además de analizar el cognitivismo sofisticado con
las luces de la filosofía analítica. Iniciamos dando de conocimiento que en la
literatura existen análisis relevantes de conceptos mentales que pueden (y
deben) revisar. Entre ellos tenemos:
-
Los
análisis de diversos conceptos referidos al mundo sensitivo, la percepción, la
imaginación, el ver cómo, el saber, el conocer, el yo, desde Wittgenstein en su
libro Investigaciones filosóficas;
- Los
análisis de Gilbert Ryle y su libro El
concepto de lo mental con exhaustivos análisis de los criterios o reglas de
conceptos referidos los sentimientos, emociones, estados de ánimo, la
motivación, la inteligencia, la voluntad, volitivo libre albedrío, la
consciencia, el autoconocimiento, el yo, la sensación, percepción, la visualización,
la imaginación, la memoria, el fingir, entre otros conceptos afines;
-
El
puntual esclarecimiento de John Austin en su libro Cómo hacer cosas con palabras sobre los enunciados como acciones
concretas en contexto con un factor “intencional”;
- Los
análisis precisos y refinados de Norman Malcolm en Thought and knowledge sobre conceptos psicológicos relevantes y sus clasificaciones al estilo
de Gilber Ryle;
-
Las
diversas evaluaciones conceptuales que Alejandro Tomasini brinda sobre estos
conceptos dentro y fuera de la teoría psicológica y;
-
El
análisis y propuesta que será vista en la última parte, de Emilio Ribes en Psicología General, sobre la
clasificación funcional de las disposiciones de lo mental como lenguaje
interfase entre los usos del conocimiento ordinario y el estudio científico por
medio de conceptos especializados.
71. Mientras los investigadores sigan
creyendo que sólo, o lo más importante son el desarrollo de sus programas de
investigación y no tanto el análisis y lógica de sus conceptos, esta disparidad
de “investigación de lo mismo y aisladamente” seguirá prevaleciendo. Otras
veces sabiendo sobre la existencia de esta confusión, so pretexto de priorizar
el desarrollo de los programas de investigación en la ciencia, se ha trivializado el análisis conceptual y
se cae en una operacionalización sin límites ni fronteras. Los PIC (programas
de investigación científica) son el quid de la ciencia, pero las “sugerencias”
del análisis filosófico de sus conceptos son relevantes no en términos de lo
empírico (y por seguro por la despreocupación), sino en términos de lo que puede ser y no ser investigado sobre sus
conceptos.
72. Antes de pasar al análisis de la
psicología cognitiva, en su vertiente sofisticada, hacemos hincapié en que la
filosofía analítica sólo sugiere claridad conceptual, no determina que las
relaciones empíricas dadas “estén erradas”, sino sólo que están confundidas. No
trata de negar los hechos experimentales de la psicología cognitiva ni
conductual, mucho menos obstaculizarla. Estas actividades especializadas
llamadas científicas son sumamente valiosas, simplemente a la filosofía
analítica no le interesan en tanto actividad. La perspectiva de análisis
conceptual es “descriptivista” de lo que ya está y lo conocido. Es una
actividad “terapéutica” del lenguaje que desata
nudos para liberar la tensión, que abre
la puerta al ave que choca constantemente contra su jaula:
“Era cierto que nuestras
consideraciones no podían ser consideraciones científicas. La experiencia 'de que
se puede pensar esto o aquello, en contra de nuestros prejuicios' — sea lo que fuere lo que esto pueda querer
decir — no podría interesarnos. (La
concepción neumática del pensamiento). Y no podemos proponer teoría ninguna. No
puede haber nada hipotético en nuestras consideraciones. Toda explicación tiene
que desaparecer y sólo la descripción ha de ocupar su lugar. Y esta descripción
recibe su luz, esto es, su finalidad, de los problemas filosóficos. Éstos no
son ciertamente empíricos, sino que se resuelven mediante una cala en el
funcionamiento de nuestro lenguaje, y justamente de manera que éste se
reconozca: a pesar de una inclinación a malentenderlo. Los problemas se
resuelven no aduciendo nueva experiencia, sino compilando lo ya conocido. La
filosofía es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento por medio de
nuestro lenguaje” (Wittgenstein, L., Investigaciones Filosóficas, 1999,
109).
73. En el siglo pasado proliferó el modelo de la mente
como un procesador lógico en donde se encontraban los procesos mentales, todos. El cuerpo con el sistema neural
y el ambiente eran simples entradas de estimulación en donde solamente en este computador se
realiza, interiormente, simbólicamente,
el procesamiento específico y gradual en complejidad. Los conceptos mentales fueron entendidos como
procesamientos que sucedían en la mente, cerebro o ambos. De aquí que todos los
fenómenos psicológicos que conocemos en las ciencias cognitivas ortodoxas
entienden como atención, memoria, percepción, pensamiento, lenguaje, sensación,
entre otros, como las categorías básicas de la Psicología científica y sus
elaboraciones teóricas posteriores. Si bien se identifican aquí diversas
perspectivas y autores, todos comparten esta noción general de la mente
cartesiana en analogía como un computador avanzado. Desde la década de los 90,
con la proliferación de las tecnologías de neuroimagen, el avance de la
neurofisiología y, principalmente, las críticas que se elaboraron al enfoque
cognitivo ortodoxo, desarrollaron una perspectiva aún local en la literatura
cognitiva, sobre la cognición (y los procesos mentales clásicos) como un fenómeno que implica no secundariamente, sino en
su propia definición, lo corporal (neural y no neural), la situacionalidad, lo
ambiental, lo interactivo, etc. Se
piensa con todo el cuerpo, se piensa con el ambiente, siempre se piensa
interactuando con el ambiente, y acción con reacción es un proceso sincrónico.
La cognición es pensamiento con emoción, con su comportamiento, con su cuerpo
en general y sus sistemas; y todo esto en interrelación. Se desarrollan así,
en países latinoamericanos, europeos y de habla inglesa, las psicologías cognitivas corporizadas: un
nuevo molde de hacer ciencia cognitiva que abre algunas formas nuevas (metodologías y fenómenos) de investigar.
74. Aclaremos primero: la evaluación a
luces de la filosofía analítica que puede darse a estos modelos (porque también
se tratan de diversas perspectivas sofisticadas), sólo roza parte del aspecto
conceptual de su teoría. Este nuevo enfoque va más allá que una perspectiva de
los conceptos mentales, puesto que se establece como un enfoque onto-epistémico
de la psicología en su vertiente cognitiva, una forma distinta de entender el
comportamiento, para ellos, de forma más integral. Lo que podríamos decir desde
la filosofía analítica son los mismos tipos argumentos que hemos mencionado al
conductismo y cognitivismo ortodoxo.
75. En primer lugar usaremos un ejemplo
para ir entendiendo como habrían cambiado los “procesos mentales clásicos”:
Para los cognitivos sofisticados, la mente ya no es una ficción metafísica o un
cerebro actuando, ni tampoco ahora es el guión computarizado el que apreciamos
en el teatro, ahora quien se comporta en el estrado es el actor en conjunto, de
acuerdo a todo su cuerpo y en circunstancias de escenografía pertinentes. Los
criterios de observación (del concepto mental) son pertinentes y no son la
consecuencia, son parte de la cognición. Lo interior del cuerpo sólo es el
cuerpo mismo, “lo mental” es todo el cuerpo en situación. Hasta aquí, las
semejanzas epistemológicas con el Conductismo se hacen hasta familiares.
76. Si bien existen diversas posturas de este nuevo enfoque, encontramos por
ahí 8, en otros 6 criterios, otros menos estrictos dicen 3. En general, la
mente es extendida: el ambiente, como un cuaderno de apuntes, es también parte de la cognición); la
mente es corporizada: la
cognición no son sólo mecanismos formales de información para que el sujeto se
adapte a su mundo, pues en este se encuentran aún más situaciones cambiantes,
imprevisibles, donde se despliega conducta espontánea que no obedece a ninguna
regla explícita, por lo que sólo se aprende en
cada acto o haciendo algo con el cuerpo; la mente es enacción
(cognición=enacción): Enacción
como poner en ejecución. La mente ya no es algo
separado, interior y abstracto del organismo, ya no es representación sino es ejecución siempre activa del sujeto con
todas sus estructuras. Los procesos mentales dejan de ser esos mecanismos
cartesianos privilegiados, sino patrones de conducta de una corporalidad en
contexto.
77. Un representante de este movimiento,
Francisco Varela, propone el estudio de la experiencia por medio de la ciencia
por ser una institución confiable en saberes, y en relación con la
fenomenología de Merleau-Ponty con el budismo puesto que se trata de una
práctica milenaria de un ser carente de
yo. Con esto mismo critica, junto a diversos autores, la concepción del
enfoque cognitivo ortodoxo de concebir a la mente como la representación de un mundo que es independiente de nuestra actitud
perceptiva a través de un sistema cognitivo que existe independientemente del
mundo (F. Varela, E. Thompson, E. Rosch, 1992, De cuerpo presente. Las ciencias cognitivas y la experiencia humana,
p. 22). Varela menciona que desde diversas perspectivas y tres enfoques de las
ciencias cognitivas, se ha dicho distintas cosas sobre la mente (y por ende,
sobre los conceptos de alusión mental), refiriendo que aún no son ciencia
madura como en otras disciplinas. Pondremos aquí el gráfico que nos muestra el
autor para dar cuenta sobre la problemática objetivo de este ensayo: Que no se invalida las investigaciones
experimentales, pero sí se sugiere esclarecer la confusión conceptual. Este
gráfico nos muestra un aspecto
distinto de aquel elaborado por el filósofo Mario Bunge, son formas distintas
de concebir no lo mental, sino el estudio de lo mental. Diversas perspectivas
científicas y formas de estudio pueden concebir un mismo fenómeno, de acuerdo a
su heurística particular. La elaborada por el filósofo se trataba de una
perspectiva ontológica, y la ciencia con su método agrega su perspectiva
epistémica particular. Por tanto, notamos que para el estudio de estos
conceptos mentales, en las ciencias cognitivas, también han existido
perspectivas desde:
(a) distintas disciplinas científicas y formales;
(b) distintos autores a través del tiempo, y
(c) distintas filosofías de lo mental (cognitivismo, emergentismo y
enactivismo).
Enfoques y disciplinas de las ciencias cognitivas según Francisco Varela
(1992, p.31)
78. Por tanto, tenemos esta situación
sobre la perspectiva de lo mental:
-
Varios
conductismos ortodoxos y sofisticados con perspectivas ontológicas diferentes,
pero semejantes de lo mental, y estudiándolos mediantes unidades y metodologías
de análisis diversos.
-
Varios
cognitivismos ortodoxos y sofisticados con perspectivas semejantes de lo
mental, y estudiándolos mediantes unidades y metodologías de análisis diversos.
-
Dentro
de cada grupo de enfoques existen más semejanzas para la comunicación y crítica
entre ellos (y por ende su identificación como un enfoque particular).
-
Entre
estos grupos de enfoques es más distante teóricamente la comunicación (aunque
sí la crítica), sin embargo, es posible una comunicación parcial.
-
Los
enfoques sofisticados del Conductismo de a pocos han considerado el estudio de
lo que acontece “en el sujeto”; y los cognitivismos sofisticados han
considerado de a pocos “lo que acontece fuera de él”. Esta noción interactiva
del comportamiento podría abrir mejores puentes de comunicación entre ambos
grupos de enfoques.
79. Veamos en qué consiste el estudio de
lo mental para dos enfoques sofisticados. El Enactivismo de Francisco Varela y
el Interconductismo de J. R. Kantor. Veremos que existen similitudes en cuanto
a la introducción de un investigador que conoce, lo que se entiende en forma de
un organismo, y ambos personajes situados siempre en un contexto físico,
social, cultural, filosófico.
Estudio de la mente según Francisco Varela.
Estudio de la mente según J. R. Kantor.
80. Continuando con el Cognitivismo
sofisticado, notamos (a) en primer lugar el uso de los mismos conceptos de
procesos mentales como la sensación, percepción, pensamiento, entre otros; (b)
y su re interpretación posterior, en forma interdisciplinar y bajo situaciones
molares e interactivas, lo que abren de esta manera nuevas (i) metodologías,
(ii) fenómenos, y (iii) líneas de investigación nuevas. Ejemplo es la sensación
donde reflotan perspectivas interactivas relegadas (Estudios de la sensación de
Gibson), estudios kinestésicos, de autonomía y espontaneidad, etc., relegados
por la psicología cognitiva ortodoxa. En resumen, se piensa con todo el cuerpo, los procesos sensitivos “están” en la
mano, en todo el cuerpo y siempre en una situación.
81. Hasta puede notarse una cercanía de
la propuesta de Varela con la de Gilbert Ryle al afirmar ambos en sus obras lo siguiente:
- - El
éxito de un movimiento dirigido como el de conducir un automóvil depende
obviamente de habilidades motrices adquiridas y el uso continuo del sentido común, o un know-how acerca del trasfondo. Este conocimiento por sentido común
es difícil, quizás imposible de empaquetar en un conocimiento explícito y
proposicional – “conocimiento de qué”, en
jerga filosófica-, pues se trata en gran medida de una “disposición” o
“conocimiento práctico” basada en la acumulación de experiencia a partir de un
gran número de casos (Varela, Thompson y Rosch, De cuerpo presente. Las
ciencias cognitivas y la experiencia humana, 1992, p. 174-175).
- Cuando
se predican de una persona epítetos tales como "astuto",
"tonto", "prudente" o "imprudente", tal
descripción no le atribuye conocimiento o ignorancia de alguna verdad sino la
habilidad o inepcia para hacer cierto tipo de cosas (…) Hay ciertos
paralelismos y divergencias entre saber hacer y saber qué... (Knowing How and Knowing That) Hablamos
de aprender a tocar un instrumento y de aprender que algo es el caso; de
averiguar cómo se podan los árboles y de averiguar que hubo un campamento
romano en cierto lugar; de olvidarnos cómo se hace un nudo y de olvidarnos que,
en alemán, cuchillo se dice messer.
Podemos admirarnos como... tanto como admiramos que... Por otra parte, nunca
decimos que alguien cree u opina como,
y aunque es correcto preguntar por los fundamentos o razones que hacen que
alguien acepte una proposición, tal cuestión no puede plantearse respecto de su
habilidad para jugar a las cartas o su prudencia en invertir dinero (Ryle,
1969, El concepto de lo mental, p. 26).
82. Sobre los conceptos mentales sensitivos y perceptivos el
enfoque enactivo da cuenta que estos fenómenos que contiene el concepto, tienen que ver con la totalidad del
organismo y que se constituyen aprendizajes en conjunto con el cuerpo. Basados
en múltiples investigaciones, dan cuenta que estos fenómenos no son
representaciones pasivas de un cuerpo y activas de una mente inteligente, sino
mas bien, que son habilidades de un
cuerpo en acción a través de un entrenamiento natural. La distinción objetiva
y subjetiva es superado por el término interacción entre la respuesta y el
estímulo, denominado enacción. Esto
se asemeja mucho a la noción conductista de atribuir el comportamiento a la
persona sin dividirlos en diversas entidades, y hasta presenta semejanzas con
el conductismo sofisticado que presentaremos en la última parte de este ensayo
(Teoría de la Psicología de Emilio Ribes). Adelantamos el hecho de que el tema
de los fenómenos perceptivos es más amplio y distinto al concepto “tecnificado”
que pueden brindarnos las teorías cognitivas (esto se verá en el último
ensayo), sin embargo, la noción interactiva, no mediacional e integral de la percepción en las teorías enactivas, guardan
también semejanza con el análisis filosófico. Citamos a Gilbert Ryle (1969, p.
33):
-
No
es cierto que una persona que esté siguiendo una canción conocida necesite
tener pensamientos tales que tendría que poder responderse a la pregunta
"¿En qué he estado pensando?" o a la pregunta "¿Cuáles son los
conceptos generales que he estado aplicando?" No es verdad que haya
expresado proposiciones a sí misma o a los demás, en español o en francés.
Tampoco es verdad que haya tenido experiencia de imágenes visuales o auditivas.
Lo cierto es que debe haber prestado atención y que las notas se deben haber
producido de acuerdo a lo esperado, sorprendiéndola si así no hubiera ocurrido.
No estaba escuchando, meramente —como podría escucharse una tonada
desconocida—, ni tampoco estaba acompañando su escuchar con otro proceso.
Simplemente, estaba escuchando (la
persona, [agregado por el autor])
de acuerdo con el esquema de la canción.
83. Se
revisó conceptos mentales del cognitivismo enactivo, por ejemplo, el de
intencionalidad, manifestaciones en primera y tercera persona, consciencia,
etc. Todos estos abordajes demuestran
que el cognitivismo sofisticado empieza a conceptuar mejor los conceptos que pretende estudiar, por ende, los métodos
científicos para su estudio harán mayor justicia
en la explicación de dichos fenómeno. Al haber menos confusión, el concepto será abordado en su amplitud
fenomenológica. Justamente por esto último, estas teorías aparecen como
heurísticas científicas más potentes que, como lo han demostrado, (i) al
reinterpretar y estudiar los fenómenos ya abordados; (ii) se han abierto nuevos
fenómenos como líneas de investigación. Esto
demuestra que los análisis filosóficos o conceptuales son necesarios, y pueden
ser muy útiles para la actividad científica.
84. Hasta aquí, espero que se haya
plasmado mínimamente la perspectiva del cognitivismo sofisticado. Me esforzaré
en resumir y aclararles de una vez por todas, en qué consiste la confusión
conceptual imperante en el cognitivismo ortodoxo como sofisticado (luego de
esta intervención filosóficamente
terapéutica siento que muchos conductistas y también cognitivos se sentirán
más tranquilos):
1º. Tecnificar el concepto de alusión
mental y, en vez de analizar las lógica disposicionales implicados.
2º. Reducen dichos conceptos a una
traducción tecnificada que trata de albergar el sentido común entre ellas. Digo
reducir, pues describir el concepto es describir su(s) lógica(s) disposicional(es)
y las expresiones de aquellas.
3º. Estos conceptos no son del tipo
diccionario, sino del tipo teórico. En el cual, realizan una acción doble: (A)
al mismo tiempo que capturan lo común en los términos; (B) tratan de definirlos
dentro de un sistema semántico llamado teoría.
4º. Concluyo, la confusión de las
teorías cognitivas, siempre van a existir, aún lo sofisticadas que sean, en
esta dirección: Que lo que brindan es la
definición tecnificada de las semejanzas de familia del término mental, pero no
los conceptos particulares que se asemejan, del cual la mayoría de veces son
varios conceptos aunque se trate del mismo término. Esto es, un mismo término
mental tiene varios conceptos o usos cotidianos dentro de una lógica
disposicional, y hay varias lógicas disposicionales dentro de este término de
alusión mental (Y esto debería
escribirse en mayúsculas). Los cognitivos se saltan los usos particulares en
contexto, y también se saltan su único, o dos, o más lógicas disposicionales
internas; creando un solo concepto e
inclusive, siendo el mismo término de
alusión mental.
5º. Pero se preguntarán ¿Por qué fue así
de confuso el definir cognitivo de las semejanzas de familia de los conceptos
mentales? Por dos razones principalmente:
a. Porque la definición no ha sido
desarrollada en base a métodos de análisis lingüístico (analítico, lógico y
gramatical) por los cognitivos.
b. Porque las semejanzas de familia, como su
nombre lo dice, es un concepto ambiguo, sin límites claros, fácilmente
arbitrarios, determinados hasta histórica y culturalmente. No se pueden tecnificar las semejanzas de familia, puesto que pueden
ser constituir lógicas muy diferentes (como suceden a veces con los conceptos
mentales).
6º. Es por ello que los cognitivos no le atinaron a las lógicas disposicionales de
los conceptos de alusión mental. Esta confusión, reitero no es un error, pero
sí mantiene la torre de babel en construcción permanente llamada Psicología
científica.
7º. Las teorías cognitivas sofisticadas
siguen definiendo los conceptos mentales en forma de las semejanzas de familia
de dicho concepto, y es claro que estarán diciendo mucho de dicho concepto particular, lo que ocasiona en su comunidad
que no existe problema alguno. Sin embargo, trata de la misma costumbre de transformar las lógicas de los conceptos
mentales multívocos en procesos-productos ahora ya interactivos, no
metafísicos, y con metodologías de investigación fenomenológica e
interdisciplinaria con las neurociencias.
8º. La distinción entre primera y
segunda persona en los cognitivismos sofisticados le son más clara, sin
embargo, puedo afirmar que dichos
conceptos no son el estudio de los fenómenos psicológicos que puedan estar
participando en ellos, pero sí, aproximaciones que siguen reduciendo o
expandiendo estos usos.
9º. Desborda los objetivos de este
ensayo el analizar si el reciente desarrollo de metodologías enactivas para el análisis de los
conceptos mentales, son congruentes con esta perspectiva sofisticada.
85. La psicología cognitiva hasta aquí
expuesta es uno de los dos conjuntos de enfoques científicos en Psicología. El
valor que tiene al entendimiento del lenguaje, la personalidad, la
inteligencia, las relaciones sociales, conductas básicas y complejas, el
desarrollo, entre otras nociones, es inmensurable. Lo prolífico de su
desarrollo en las últimas décadas han aportado cuantiosamente al entendimiento
del hombre y a la aplicación multidisciplinar e interdisciplinar, además de
facilitar indirectamente el desarrollo de tecnologías educativas y de salud. La
filosofía analítica, como una herramienta vigilante a la labor científica,
viene a ser el terapeuta que describe el lenguaje usado en las relaciones
empíricas que explican los fenómenos. Aceptar sus sugerencias podría mejorar los nudos conceptuales que generan
tensión.
86. Luego de haber analizado brevemente
la propuesta del cognitivismo sofisticado, es necesario ampliar el rol del
análisis conceptual. La reiteración en esto está justificada porque se ha
malentendido el rol de la filosofía analítica y los análisis del lenguaje de
las teorías y tesis que se proponen en los ambientes académicos. Por ejemplo,
las críticas se realizan a las neurociencias no son ni para rechazar,
obstaculizar ni modificar dichas teorías, sino para que los enunciados que se
originan y se desprenden de éstas, no cometan los errores gramaticales tales
como (véase en extenso La naturaleza de
la consciencia. Cerebro, mente y lenguaje. De Maxwell Bennett, Daniel Dennett, Peter Hacker y John Searle, 2008,
encontrado en la web):
-
La reducción del ser humano que se
comporta a un cerebro saludable pero aislado (falacia mereológica);
-
La reducción de los procesos
neurofisiológicos que participan en los múltiples conceptos de atención,
memoria, percepción, etc., como la explicación suficiente para dichos desenvolvimientos;
-
La confusión de subjetivizar al
extremo (qualia) la experiencia propia o interna, aclarándoles que esta
respuesta subjetiva está en interacción de las propiedades objetivas de la
estimulación;
-
Que si se tratan de distintos
conceptos (de la persona en su contexto cotidiano) extrapolados al cerebro, deberían de
justificarlos como una analogía u otra relación. Y si es que esta extrapolación
se justificara, se mantuviese como lenguaje de distintos fenómenos.
Como verán aquí, ¿se está diciendo
que el programa de investigación es inválido? Sólo se menciona que hay
cosas que tienen sentido decir y otras que no lo tienen.
87. Las sugerencias principales de la
filosofía analítica para el análisis realizado del conductismo y el
cognitivismo hasta el momento, nos darán la posibilidad de evaluarlas con más
detalle sobre cuánto han cumplido. Son las siguientes:
1º.
Revisar
constantemente los usos originarios de los conceptos, cuando estos hayan salido
de otras disciplinas o el lenguaje cotidiano. Precisar, si es posible, de
manera explícita el continuum de sus conceptos que son nuevos hasta los que no
son “nuevos” (usados en otras audiencias), para vigilar si se juegan las reglas
adecuadas con ellos.
2º.
Explicitar
si se tratan de otros usos especializados para su teoría (memoria, para la(s)
teoría(s) fisiológica(s)) o si quieren explicar con una lógica técnica a dicho
concepto (“control” en la teoría del Conductismo Radical).
3º.
Si
se trata de la primera, esta debe ser “semejante” a la lógica originaria del
concepto (y así tendríamos mayores acepciones coherentes en el diccionario). Y
si se trata de la segunda, debe tratar de analizar y precisar si son todos los
usos que pretende contener o sólo
algunos de ellos (y así tendríamos un glosario congruente entre la teoría y los
fenómenos).
4º.
Dentro
de su misma teoría, en sus diversos niveles de análisis desde lo básico hasta
lo aplicable, algunos conceptos podrían ser usados de diversas formas, y deben
de ser semejantes sin relaciones contradictorias.
5º.
La
comunicación de estos usos especializados a la comunidad universal no académica
debe ser explicada (“qué significa el término…”) brindando una adecuada (a) definición del concepto; (b) un
parafraseo entendible, con (c) ejemplificaciones lo más posible exhaustivas.
Esta dinámica de dirigirse a las audiencias no académicas deben estar vigiladas
bajo el análisis de los conceptos.
88. Concluimos hasta aquí, que el
problema de la psicología cognitiva, tanto ortodoxa (como ellos mismos la
denominan así) como sofisticada, es que su propio sistema conceptual son los
términos que se supone debe explicar, pero los usa justamente con fines
explicativos. El fenómeno a explicarse se convierte en la explicación circular
de lo mismo. Ante este problema se tiene tres salidas:
1º.
Argumentar
que estos términos (memoria, percepción, atención, pensamiento, etc.), “tratan
de explicar los conceptos multívocos”, y que al estar dentro de un sistema
teórico, se han “tecnificado” de tal manera que capturan todos los fenómenos que concierne a usos diversos usos. Es decir que son los mismos conceptos pero
teorizados. Este argumento justifica a medias, pues (a) a veces el concepto
trata de abarcar lo común a todos ellos (varios fenómenos), por ende, el
concepto no es el adecuado para cada uno de estos fenómenos; (b) y otras veces
el concepto sólo abarca unos usos originarios, u otros que no lo son. ¿Estamos
diciendo que se equivocan o su investigación debe de detenerse? No, sólo
sugiriendo que existe una confusión en la lógica de los conceptos.
2º.
Otra
salida de los cognitivos es decir que han creado
un nuevo lenguaje de lo mental, esto es, nuevos conceptos que refieren
otras cosas que son teóricas y que refieren a abstracciones científicas o
categorías formales. Que con estas categorías, se explican los fenómenos que se
expresan de manera observable. Son el proceso
mental interno de la atención o percepción, que participan en cada expresión
conductual de la atención o la percepción. Se presenta aquí las críticas de circularidad
infinita y la del sinsentido de reglas formales paralelas al comportamiento
mismo que no son evidentes.
3º.
La
tercera salida, pues sabemos que estos son conceptos importantes que la
Psicología como disciplina científica debe de analizar, es la propuesta que
presentaremos en la quinta y última parte de este ensayo. Para adelantar y
motivar su lectura futura esta propuesta consiste en: conceptos multívocos
cotidianos son traducidos técnicamente a una clasificación funcional de las
lógicas disposicionales que pertenecen a cada de estos conceptos, para
finalmente buscar un término técnico adecuado que se encuadre en esta lógica y
analice el fenómeno particular.
89. Sobre lo mencionado previamente,
dentro del sistema conceptual del Conductismo radical se sigue apreciando los términos
originarios de otras disciplinas y del lenguaje ordinario, usándolos de manera
distinta (Deitz, en Ribes y Harzem, Lenguaje y Conducta, 2007), sin embargo
esto no quiere decir que confunda los conceptos mientras cree términos técnicos
especializados con fines que no sean el de “representar” dichos fenómenos
originarios. Otras disciplinas científicas a lo largo de la historia han hecho
esto: la física, la química, la biología. La fortaleza de esta teoría (y otros
conductismos) es que los conceptos más analíticos y la mayoría de sus sistemas
semánticos está desarrollado por medios de tecnicismos creados para fines
particulares. Reitero que, debido a que las teorías científicas son sistemas
abstractos donde sus conceptos deben ser puntuales, unívocos y sistemáticos,
entonces se hace necesario la creación de un lenguaje especializado para tal
fin, por ello, conceptos nuevos en su mayoría. Estos nuevos conceptos
constituyen las herramientas para que la ciencia designe las abstracciones que
son comunes a los fenómenos que pretende describir (taxonomías, propiedades,
dinámicas, procesos) así como los procedimientos y metodologías novedosas.
90. Sobre la adscripción del lenguaje
disposicional en no expertos: El problema de lo disposicional y su aceptación
primero en los estudiantes y teóricos en psicología, luego en la propia
comunidad, es no sólo lógico, sino también sociológico. La postura de lo
disposicional desde la filosofía analítica tiene buen tiempo, y existieron
intentos de agregar estos análisis filosóficos así como también analizar el
propio lenguaje (Estudios de Hineline; Peter y Harzem) del conductismo que, a
mi parecer, no hicieron mucho eco. También el análisis de Hineline (1980, citado
en Deitz; Ribes y Harzem, 2007, Lenguaje
y Conducta) concluye lo dificultoso de exponer el lenguaje técnico a veces muy
especializado del Conductismo hacia audiencias comunitarias, u otros
disciplinistas. Mi opinión es que no se trata solamente de la dificultad del
entendimiento de los conceptos que son manejados dentro de un sistema semántico
complejo, sino también porque considero que la explicación disposicional es
contra intuitiva a los estudiantes de Psicología y a los egresados, puesto que
la ideología cartesiana se encuentra imbuida en el lenguaje de lo mental,
cuando se trata de analizar estos conceptos. Las personas, también siguen reglas incorrectas de sus conceptos o
cometen errores categoriales, cuando
tratan de entender los conceptos “que dejan de usar” y se ponen a teorizar
sobre ellos. Aquí entra la ideología cartesiana, el embrujo del esencialismo, y
las creencias metafísicas en menor o mayor medida cualquiera de ellas.
91. ¿Porqué las personas cuando teorizan el lenguaje de lo mental creen en
la mente? Se expuso
brevemente que existe una razón sociológica a la adscripción de lo mental
substantivizado como mente, además de ello, existen otras razones. Por ejemplo,
dos razones filosóficas, primero la angustia
cartesiana que cita Varela, Thompson y Rosch (1992) de Richard Bernstein,
que consiste en la tensión a decidir entre
el nihilismo subjetivo y el realismo representacional para poder evitar
el caos y oscuridad en la concepción del mundo. Luego estos autores no hablan
que el creer en una mente como representación formal de un mundo pre dado, es
por no tener consciencia plena y libre de un mundo que se construye en base a
nuestros actos, basándose estas ideas en la filosofía budista (Escuela del
Madhyamika), Otras son razones lingüísticas, pues con esta regla gramatical: es mejor adaptar un término nuevo que crear
otro; se ha
justificado la existencia de diversas teorías cognitivas adaptándolas de su uso cotidiano. Creemos que bajo el análisis de
Gilbert Ryle y el II Wittgenstein, esto se ha dado por diversas razones: (a) la
influencia directa (ortodoxos) e indirecta (sofisticados) de la ideología del
Dualismo Cartesiano presente en la comunidad universal y académica que “trata”
estos conceptos como “procesos o productos” independientes; y (b) el “embrujo
del lenguaje”, que es esa tendencia a sustantivar
o crear esencias en las cosas porque, desde nuestro lenguaje, pareciera que existiesen hechos mentales como fenómenos singulares
por el motivo de llamarles en forma de “mi
atención a…”, “tu memoria es…”, “Su pensamiento hizo que…, “está en tu mente que…”; entre otros
juegos de lenguaje que implica diversas lógicas disposicionales pero arropadas
en forma de substantivos:
-
“Y
hacemos aquí lo que hacemos en miles de casos similares: Puesto que no podemos
indicar una acción corporal que llamemos señalar la forma (en contraposición,
por ejemplo, al color), decimos que corresponde a estas palabras una actividad
espiritual. Donde nuestro lenguaje hace presumir un cuerpo y no hay un cuerpo,
allí, quisiéramos decir, hay un espíritu” (Wittgenstein, 1999, 36).
92. Para finalizar, llegamos a una
sección adicional que quise agregar. Es la parte más personal o subjetiva
(sesgada) del ensayo, puesto que me hago una pregunta que siempre rondó en mi
cabeza desde el primer momento que conocí ambos modelos generales de hacer
ciencia psicológica:
I.
¿Los
dos enfoques podrían reconciliarse en forma general?
II.
Y
si podrían, ¿Deberían hacerlo?
Antes de ello, pienso que ambos deberían ir a terapia y asumir cada uno de su
confusión, su superstición: “El lenguaje
(o el pensamiento) es algo singular” - esto se revela como una superstición
(¡no error!) producida ella misma por ilusiones gramaticales” (Wittgenstein,
1999, 110). La terapia es la filosofía analítica que consiste en aclarar los
conceptos. Y si no hacen caso al terapeuta, no existirán errores sino
confusiones. Pero a pesar de esto, ambos enfoques en un sentido general, seguirían
comunicándose de vez en cuando por medios de citaciones o referencias de sus
hallazgos empíricos (la inconmensurabilidad kuhniana es parcial o local).
Puntualizando sobre el objetivo del ensayo, considero que aquí la conciliación
sobre lo disposicional es problemática pero
no imposible en la siguiente forma… que les presentaré en el ensayo final,
parte IV letra C. Además abordaré la
propuesta analítica de lo disposicional desde un conductismo sofisticado, y
terminaré con unas reflexiones finales.
Espero que con estas expectativas
para la última parte, sea motivación suficiente para finalizar este extenso
ensayo. Gracias por su atención.