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jueves, 28 de julio de 2016

Watson y el Pensamiento: Una relación amor-odio

Darwin Gutierrez
Miembro de Liceo Contextual

Como parte de las entregas “no todo lo que te enseñaron de psicología es cierto” comenzaremos revisando una afirmación común en las aulas universitarias: “Watson (y se generaliza, el conductismo) negó la consciencia y eventos internos, dejándolos de estudiar”.

Watson ha sido quizá el psicólogo más polémico y mediático del pasado siglo. Su carismática pluma que le otorgó una alta cobertura, hasta llegar a convertirse en presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA) en 1914 (un año después de haber redactado el famoso artículo “Psychology as the behaviorist views it”, coloquialmente conocido como “El manifiesto conductista”); no lo libró de un aura oscura de ‘científico loco’. Sus apariciones en la comunicación pública acentuaron la leyenda.


En la conferencia realizada por el investigador experimental Ricardo Perez Almonacid en el II Congreso Sociedad para el Avance del Estudio Científico del Comportamiento, resalta el interés investigativo watsoniano posterior al ‘manifiesto’ en otorgar marcos explicativos sobre el pensamiento. La primera parada fue un locacionismo directo, otorgándole una ubicación espacial en la laringe al resumir al pensamiento como habla sub-vocal  (Watson, 1920). Los pensamientos se tratarían de una forma gradual de actividad verbal silenciada, con una funcionabilidad evolutiva. Todavía es común encontrar comentarios, incluso dentro de círculos conductuales, como: “el pensamiento es solo lenguaje silenciado”. Los investigadores experimentales contemporáneos han permanecido con esa imagen simplificada, y al mismo tiempo fácilmente transmitible, del pensamiento  (Tortosa, Pérez y Pérez, 1991).
"La primera parada fue un locacionismo directo, otorgándole una ubicación espacial en la laringe al resumir al pensamiento como habla sub-vocal  (Watson, 1920)"

En una segunda versión se agrega el concepto de “economía conductual”. Según esta posición, el pensamiento serviría como una forma ahorrativa de ajustarse al medio. Una especie de estrategia selectiva de dejar de verbalizar y por lo tanto, dejar de gastar energía. De esta manera se otorga su primera relación entre la resolución de problemas y el pensamiento, un tema de interés vigente en los estudios experimentales hasta la actualidad.
Ante lo anterior, aún aparece una pregunta: “¿los animales también tendrían habla subvocal?, ¿cómo saberlo?”. Watson trató de responderlo evitando cualquier forma de antropomorfización, sobre todo con un animal que compartía de forma “observable” el hábito verbal: el loro. Para tal desafío diferenció el hábito verbal-motor del hábito lingüístico mediante el concepto de “equivalencia de respuesta”. El loro al recibir el sonido inmediatamente puede repetirlo por una única vía, la fonológica; mientras que en el caso del ser humano la respuesta puede ser intercambiada por otra actividad motora no ubicable estrictamente en una sola parte del cuerpo. Es decir, la respuesta se realiza con todo el organismo (Perez-Almonacid, 2010).

Esta sustitución entendida como equivalencia funcional de respuestas, se convertiría en una forma de cumplimiento del principio de economía orgánica adaptativa del lenguaje y pensamiento. Estas respuestas a su vez darían la oportunidad de convertirse en estímulos generando lo que Perez-Almonacid (2013) en el video  llama “lenguaje sobre lenguaje”. Para esto, posteriormente inserta, de manera genérica, una función al lenguaje de sustituir los objetos del mundo, entrando en las fronteras del representacionismo cognitivo. Posteriormente habrá oportunidad de ampliar este punto.
Esto es lo más “elemental” que puedo decir hasta el momento. Si bien Watson con un espíritu anti-metafísico negó la existencia de la consciencia,  no entraré a defender (si es que se puede) o atacar esa afirmación, he tratado de demostrar el interés paradójico en aquello que justamente negó (ejemplificado en múltiples estudios experimentales y esclarecimientos conceptuales que posteriormente brindó a la comunidad científica). En este punto sería bueno darle un vistazo a la posición de Perez-Alvarez (1995): “El asunto de los procesos mentales y de la conciencia no es cuestión de admitirlos o no, sino del tratamiento que se les dé, y en esto, entonces, uno puede ser mentalista (cuando se admiten tras un trámite metodológico) o conductista cuando se cuenta con ello en el ejercicio mismo de la conducta (y no en la representación teórica acerca de la representación mental del sujeto en virtud de la cual se comportara)”. (Dejamos el link para que saques tus conclusiones: https://es.scribd.com/doc/202140317/Watson-1913-Psychology-as-the-Behaviorist-Views-It).

Sin embargo podría decirse que Watson, dependiendo de la época podría encajar completamente en ambas posiciones; al simplificar al pensamiento inicialmente como habla subvocal, negando la existencia de procesos complejos, y posteriormente al dedicar gran parte de su vida académica a representar conductualmente el fenómeno. Estos encuentros-desencuentros nos hablan de una relación tormentosa de estudiar procesos conductuales complejos con un afán de darle a la psicología un objeto de estudio definido por exclusión (no consciencia, no eventos privados), pero como menciona Perez-Almonacid (2013) termina cayendo en la trampa de operacionalizar el lenguaje ordinario.


Referencias:

Perez-Almonacid, R. (2010). Análisis conceptual y experimental de la sustitución contingencial. Tesis para optar el grado de doctor en ciencia del comportamiento. Universidad de Guadalajara.
Perez-Almonacid, R. (2013). Evolución del concepto de pensamiento en Watson. II Congreso Sociedad para el Avance del Estudio Científico del Comportamiento. Realizado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España. Recuperado de https://canal.uned.es/mmobj/index/id/16025
Perez-Alvarez, M. (1995). El fracaso del conductismo watsoniano y el éxito del punto de vista conductista. Acta comportamentalia, 3, 35-53.
Tortosa, F; Pérez, E. y Pérez, A. (1991). La nueva imagen John Broadus Watson en la historiografía contemporánea. Anuario de psicología de la Universidad de Barcelona, 51, 67-87
Watson, J.B. (1913). Psychology as the behaviorist views it. The Psychological Review, 20 (2), 158-177. Recuperado de https://es.scribd.com/doc/202140317/Watson-1913-Psychology-as-the-Behaviorist-Views-It
Watson, J. B. (1920). Is Thinking merely the action of language mechanisms?. British Journal of Psychology, 11, 87-104. Recuperado de http://psychclassics.yorku.ca/Watson/thinking.htm


            
John Broadus Watson