Por:
Darwin Gutierrez
Miembro
de Liceo Contextual
Hipótesis
e investigación científica en psicología son conceptos indesligables en el
quehacer académico. Es cotidiano encontrar como los involucrados en la
maquinaria investigativa sostienen con total convencimiento la indestructible
relación entre ambos conceptos, al punto de incitar de forma obligatoria la
presencia de hipótesis en cualquier empresa de investigación. En la presente
intentaré repasar las razones (debatibles) que mantienen esta simbiótica
relación y las irremediables consecuencias que está generando en la psicología.
Primero,
un poco de definición. La hipótesis es una suposición planteada en forma de
proposición, basada a partir de datos previos, susceptible a ser verdadera o
falsa. La investigación de esta forma surge como el proceso en el cual se
afirma o niega, es decir se comprueba la hipótesis. Al poder estar presente en
múltiples niveles de la psicología, se ha convertido en la forma de investigar
actualmente dominante generando innumerables datos.
Desde
las fases iniciales de la educación general el método científico, como una
unívoca manera de generar conocimiento,
ha sido transmitido de forma secuenciada y repetitiva. Como si se tratará de
una forma acabada se ha posicionado como la única para el recién iniciado. Esto
se debe a su facilidad de enseñanza y el interés creciente, desde mediados del
siglo pasado, en la divulgación a gran escala de la ciencia. De esta forma la
hipótesis como brújula principal se vuelve más en un trámite burocrático que en
un proceso innovador.
Es
importante aclarar que el trabajo de comprobación de hipótesis es, ha sido y será relevante para la ciencia.
Sidman (1978) se refiere como la tarea de “pico y pala” y lo explica de forma
más consistente en el siguiente párrafo:
“En
ocasiones, parece que los experimentadores brillantes y creadores no poseen las
cualidades de paciencia y perseverancia que en general coincidimos en
considerar vitales para el progreso científico. Mientras que, lógicamente,
sería de desear que todos los investigadores fuesen a la vez creadores y
perseverantes, tal combinación es, de hecho, rara. La mayoría de nosotros nos
dedicamos a elaborar los descubrimientos de otros autores; pocos somos
creadores, y sólo un reducido puñado puede considerarse ambas cosas a la vez.
Sin embargo, todos somos necesarios, puesto que incluso el científico más
creador, lleva a cabo su obra sobre unos fundamentos ya establecidos. Un
menosprecio hacia el peón científico que ejecuta su tarea día tras día, puede
impedir al estudiante darse cuenta de las aportaciones inmensamente valiosas y
necesarias que sólo pueden provenir del duro y con frecuencia fastidioso
trabajo de “pico y pala”. Por el contrario, y como a menudo ocurre, si se
enseña al estudiante que el trabajo de “pico y pala” es Ciencia, irremisiblemente
le pasarán desapercibidas las consecuencias de importantes descubrimientos sin
elaborar” (p. 34).
La
investigación dirigida a la comprobación de hipótesis es mucho más compacta y
compatible con los estándares de producción académica contemporáneos. Como se
diría, el tren de la investigación no puede parar y la contemplación
indirectamente puede ser vista como una pérdida de recursos.
Por
otra parte tenemos el rápido emparejamiento entre teorías e investigadores. Si
bien la ciencia nos permite separar los datos (registro de los hechos) de las
hipótesis (y sus fuentes teóricas), esto no disminuye la abismal producción
hecha para encajar los supuestos propios y encontrar datos satisfactorios
respecto a los mismos. Skinner (1969, p. 44) menciona “hay indudablemente mucha
gente cuya curiosidad acerca de la naturaleza es mucho menor que la que sienten
sobre la exactitud de sus conjeturas”.
Paradójicamente
el otro extremo, un medio académico que carece de teorías o al menos obvia el
hecho de pensar sobre ellas, también genera mayor interés en las
investigaciones destinadas en comprobar hipótesis. Al tener una concepción laxa
del concepto de hipótesis se recurre a concepciones del lenguaje ordinario,
suponiendo que todos los conceptos que residen allí hacen referencia a
fenómenos psicológicos independientes.
En
cuanto a las consecuencias en el ámbito académico, que son muchas, me interesan
tres puntuales:
La
creencia de que los datos generados por una hipótesis solo pueden responder o
interpretarse a partir de su “teoría”, convirtiéndose incompatibles con los
datos de otras propuestas y generando pequeñas islas del conocimiento.
El
constante desecho de datos que se consideran “negativos” al no confirmar la
hipótesis del investigador. Esto fácilmente se puede observar al revisar en las
revistas solo datos que oportunamente apoyan las hipótesis. En un acertado
artículo (Chambers, 2014) resume este fenómeno que no solo afecta a la
psicología (para más información puedes clickar aquí: https://goo.gl/mhcDEj).
La
última y, sesgadamente, la más importante, es el olvido involuntario de los
otros tipos de investigación. A los cuales debido a la variedad, podríamos
dedicar otra entrada. Para soltar algunos tenemos: la puesta a prueba de
métodos investigativos, la recreación de fenómenos, etc. Incluso los teóricos
de la ciencia tienden a menospreciar los experimentos realizados por simple
curiosidad, incluso desestimando el efecto “serendipity”, señalando que la
profileración de datos inconexos van en contra de una ciencia ordenada y
sistemática.
En
este punto seguro sospechan que la entrada ha sido una excusa para colocar
citas de Murray Sidman (o dar un homenaje), para confirmar su conjetura les
comparto una más: “Al comprobar una hipótesis en la cual cree, un científico solamente
se sorprende si los datos que obtiene desmienten su suposición, o bien si,
siendo hostil a la hipótesis, su experimento la confirma. Por el contrario,
cuando un investigador no experimenta para comprobar ninguna hipótesis, su vida
está llena de sorpresas” (Sidman, 1978, p. 20).
Al
final podemos concluir que si bien una investigación sin hipótesis puede ser
cuestionable pero efectiva.
Referencias
Chambers, C.
(2014). The charging face of psychology. EE.
UU: The guardian. Recuperado de: https://goo.gl/mhcDEj
Sidman,
M. (1978). Tácticas de investigación científica. Barcelona: Fontanella.