PArte IV C: “Una propuesta lógica de lo disposicional”
Miembro Liceo Contextual
BRYAN FÉLIX AGUIRRE
JAQUI
94.
¿Porqué es importante una nueva propuesta de lo disposicional? Porque se constituye el análisis de los
términos que constituyen el primer acercamiento a la conducta psicológica. Toda
forma de teorizar e investigar los tópicos psicológicos, vienen en forma de
analizar conceptualmente aquellos, de manera explícita o tácita. Por ende, el
presente ensayo responde a una pregunta, y la manera de responder es realizar
un análisis a las propuestas analíticas de lo mental. Modestia aparte, también
consideramos que resuelve de cierta forma, uno de los embrollos más grande de
la filosofía desde el remamiento, la psicología y otras disciplinas afines, que
es el problema mente-cuerpo, al someterla al riguroso análisis de sus lógicas
lingüísticas, disolviendo así estos viejos problemas filosóficos, tal como se
constituye el objetivo principal de este sector de filosofía analítica.
95.
Agárrense… a continuación viene un preámbulo necesario que nos permitirá
contextualizar nuestra propuesta de lo disposicional del conductismo “sofisticado”.
Este análisis previo consiste en desnudar el problema de la diferencia entre el
lenguaje ordinario y el científico, ambos con características lógicas
contrapuestas. Por ende, justificaremos que el análisis de lo disposicional es
la fase intermedia de ambos lenguajes que posibilita, como lo hace en toda
disciplina, la comunicación y el estudio científico de los fenómenos que alude
dichos conceptos. Esto es, las categorías lógicas (conceptos) que saldrán del
análisis de lo disposicional, son categorías
entre el lenguaje ordinario-multívoco de lo mental y el análisis científico-unívoco
(Ribes, 2010).
96.
Por motivos de no sesgar el pensamiento del autor, citaremos en extenso los
argumentos de Emilio Ribes sobre este conjunto de lógicas disposicionales desde
la lectura de Stephen Toulmin (Ribes, 2010).
96.1.
El autor comienza aquí analizando la lógica del lenguaje cotidiano refiriendo
que “bajo estos conceptos de alusión mental” se pueden reconocer comportamiento
psicológico, por ende, de estos términos parte el análisis para el estudio
científico de la Psicología. Luego se expresa la naturaleza del lenguaje
científico de la Psicología y su dinamismo no problemático, mientras sea
“semejante en sus sentidos o usos”, con otros lenguajes (Ribes, 2010, p. 57):
“Toulmin
(1953) ha distinguido entre dos lenguajes técnicos con funciones distintas: el
lenguaje de la historia natural de los fenómenos y el lenguaje de la teoría
científica acerca de dichos fenómenos. Un lenguaje técnico se caracteriza
porque sus términos tienen un sentido unívoco, es decir, guardan una relación
de correspondencia estricta con aquellos referentes a los cuales se aplican.
Los lenguajes técnicos no requieren estar constituidos necesariamente por
términos de nueva creación, sino que pueden incluir y, normalmente lo hacen,
términos empleados por otros lenguajes o por términos de uso ordinario. Lo
fundamental no es la forma del término, sino la delimitación o definición
precisa de su significado, que se adecue su sentido general a las
circunstancias de aplicación, y que no auspicie el uso conflictivo o
incompatible de sentidos”
96.2. Luego, en este interesante ensayo, el autor define las características del lenguaje de la historia natural, un lenguaje “interfase” entre el cotidiano y el científico, y que pueda ser traducido este primero con respecto al segundo (Ribes, 2010, p. 57):
“El lenguaje
técnico de la historia natural es un ejemplo de lenguaje híbrido en lo que al
origen de sus términos se refiere. Lo es por tres razones (…) es un lenguaje
que clasifica, que agrupa las entidades o acontecimientos que se conocen a
partir del contacto cotidiano con las cosas. La segunda es que acuña términos
para designar los agrupamientos o clasificaciones que se realizan cuando no
existen términos en el lenguaje ordinario que lo permitan. Finalmente, incorpora
términos técnicos de la teoría científica y los aplica nuevamente a
circunstancias de la vida cotidiana. El propósito del lenguaje de la historia
natural, como lo señala Toulmin, es identificar la regularidad de las formas.
La historia natural de cada campo reconoce los aspectos comunes en cada una de
las formas particulares con que tenemos contacto en la vida cotidiana. El
propósito de la historia natural es establecer semblanzas de familia, como
diría Wittgenstein, con base en los rasgos o características que comparten los
distintos objetos o acontecimientos. La historia natural está vinculada
directamente a la experiencia cotidiana, reconociendo a partir de ella clases
de objetos o acontecimientos de acuerdo con sus regularidades aparentes”.
96.3. Posteriormente, define este tipo de lenguaje híbrido de la historia natural, para el caso de la Psicología y su función prioritaria que se requiere para la intersección gramatical entre el lenguaje cotidiano y el científico. Al final detalla que el análisis realizado de la “explicitación” de las lógicas disposicionales de los conceptos de alusión mental se identificaría como este lenguaje especial. En resumen, el lenguaje de lo mental es un lenguaje válido, lógico y que debe analizarse para el estudio científico de la Psicología “en forma de lenguaje de la historia natural que nos brinda al mismo tiempo la primera taxonomía de lo psicológico”. Veamos con más detalle:
“El análisis
conceptual de las funciones de los términos psicológicos constituye un paso
indispensable para agrupar o clasificar los fenómenos psicológicos. Permite
superar la confusión que derivada de suponer que los términos psicológicos
denotan fenómenos, y que dicha denotación es unívoca. La clasificación de los
fenómenos psicológicos, como constituyentes de las prácticas del lenguaje
ordinario, se basa en la identificación de usos comunes de las expresiones en
circunstancia. Este es el criterio que permite reconocer regularidades en las
formas prácticas del lenguaje ordinario y, en esa medida, establecer una
primera taxonomía funcional de los fenómenos psicológicos. Dado que lo
psicológico no corresponde a entidades, su clasificación natural solo puede
darse en términos de funciones, es
decir, de sentidos comunes de los
actos involucrados por el lenguaje ordinario. A diferencia del lenguaje de la
historia natural de la biología o de la química, el de la psicología no puede
ser un lenguaje técnico. Constituye solamente un reconocimiento de equivalencias o diferencias funcionales
en el sentido o significación de las prácticas que constituyen los fenómenos
psicológicos. Determinar el sentido o significado genérico de las expresiones
psicológicas conduce a la identificación de tipos funcionales de expresiones en
circunstancia (véase por ejemplo Ribes [1990] en el análisis de expresiones de
logro, modales, adverbiales, relacionales, y otras más)” (p. 58).
97. Lo anterior dicho echa luces a todos los análisis parcialmente hechos en las partes de este ensayo:
97.1. Principalmente los fenómenos psicológicos no denotan fenómenos puntuales y específicos, sino un grupo de tipos distintos, y distinciones dentro un mismo tipo (atención, dolor, pensamiento, etc.)
97.2. Es por ello que no se constituye un grupo de términos puntuales, unívocos, precisos, exactos, entre otros, pero sí, desde estos, se pueden reconocer lógicas disposicionales específicas de las cuales hemos mencionado que se desprenden de los análisis lingüísticos de los conductistas lógicos (Gilbert Ryle) y algunos autores dentro del Conductismo (Emilio Ribes). Estas lógicas disposicionales de lo mental son la respuesta y el fundamento del porqué no es recomendable a nivel conceptual, la postura cognitiva.
97.3. El lenguaje de lo psicológico se encuentra en el discurrir de las personas, y esta primera clasificación sería la postulación de tipologías funcionales del sentido común del lenguaje de lo mental. Por ello que se constituiría la primera taxonomía que haría de puente y permitiría clasificar lo psicológico para que después se pueda postular una taxonomía científica de aquello.
97.4. Para cerrar esta parte, consideramos que todo lo dicho aquí fue el preámbulo necesario para detallar la clasificación de la mente, en forma de un lenguaje semi técnico (disposicional) basado en otro lenguaje no técnico (“en qué estuve pensando, creyendo esto”) que hace referencia a la vida mental de las personas. Diremos que en Psicología se han hecho las cosas al revés:
· El lenguaje cotidiano de lo mental se forzó en forma de lenguaje técnico-científico, sin esta clasificación puente. Los modelos cognitivos teóricos y técnicos conceptuaron estos términos “dentro” de sus teorías científicas, dotándoles de significados y conceptos especializados, únicos, técnicos.
· El lenguaje científico que debería explicar el origen del fenómeno psicológico realmente sólo pseudo-explicaba, esto es, lo que debió ser explicado con otros términos (lo mental), terminó siendo la explicación mentalista de lo mismo. Es conocido por todos entonces, la circularidad de las explicaciones mentales (hizo alto inteligente porque es inteligente; atendió la clase pues tiene buena atención; expresé la palabra manzana porque pensé en la palabra manzana). Esto ocurren en un plano de lenguaje cotidiano.
· Para el caso de los programas de psicología cognitiva, los conceptos que recurren a esta circularidad son útiles en tanto identifican a una parcela de la realidad objetivo de estudio sistemático: estudios neurofisiológicos, estudios de enacción-acción, etc. La ciencia puede incurrir en esta circularidad con fines utilitarios, el problema aquí es que estos conceptos han sido tecnificados y despojados de sus orígenes naturales en el lenguaje ordinario, dándole una nueva naturaleza y falso origen. El concepto cognitivo de atención no debe de explicar a los fenómenos atencionales, sino que los fenómenos atencionales deben ser explicados con conceptos, preferentemente especializados y diferenciados para tal fin. No se trata de cuestión de simples preferencias, sino de preferencias conceptuales para el estudio científico de los fenómenos.
· Alguien podría decir que los términos de los programas de investigación cognitivos como atención, no estudian la atención a nivel cotidiano de las personas, sino que estudian “otra cosa” más especializada pero relacionada con la atención cotidiana. O, que el pensamiento no estudia cuando la gente dice que está pensando, sino que estudian “procesos”, “entidades”, diferentes a ellos, pero que los explican. Entonces tendríamos que el pensamiento explicador, explica al pensamiento descrito. Como se ha mencionado, al hacerse las cosas en un orden “preferentemente” no idóneo, se ha llegado a estas características especiales de los conceptos.
98. Se hace necesario recordar que antes se detalló
que los enunciados disposicionales sí son “explicativos” no en el sentido de
evidenciar el porqué, existencia u origen de algo (etiológico), sino en el
sentido de describir la naturaleza tendenciosa de unos eventos por lo que
sabríamos que “volverán a actualizarse, aparecer, evocarse, darse”.
98.1.
No se trata de darle la razón a los cognitivos (para otros, “cognoscitivistas”,
aunque he dado mis argumentos en el primero ensayo del porqué uso este
término), de que estos “(falsos) fenómenos mentales” explican la conducta, sino
que existe cierta tendencia en el lenguaje ordinario de “explicar” estos
fenómenos con dichos términos que les hacen alusión. “Tiende a ser
inteligente…y hace algo inteligente”, “tiende a ser respetuoso… y muestra
respeto”, “tiende a tener alta atención… y atiende la clase”. Esto no nos lo
explica, pero sí nos dice que ocurrirá en un futuro bajo determinadas
circunstancias, y eso posee un “tufillo explicativo”.
98.2. Es probable que este tufillo, sea en parte, el responsable del error del cognitivo, llamado “error categorial”, el cual se define para nuestros propósitos, el confundir la lógica de una disposición psicológica, con otra lógica disposicional.
99. Llegados hasta aquí, vamos a contestar directamente a ¿Porqué no soy un psicólogo cognitivo? Porque lo psicológico es disposicional, y detallaré con cuadros la propuesta de la clasificación de las disposiciones según su naturaleza funcional de los “términos mentales” (no fenómenos mentales). Se sintetizó de los análisis filosóficos hechos por Emilio Ribes en sus libros de 1990 y posteriores: “Psicología general” (1990), “Problemas conceptuales en el análisis del comportamiento humano” (1990), y “Psicología del Aprendizaje (2002)”. En los siguientes cuadros:
1° Coloco en la primera columna “Geografía lógica” o tipo funcional de disposición, los cuales en su conjunto forman esta clasificación (relación, circunstancia, estado, adverbial, etc.) en el Conductismo sofisticado. Recordemos que esta tipología se constituye el “lenguaje de historia natural de la Psicología”.
2° En la segunda columna describo la naturaleza del tipo disposicional.
3° En la tercera columna pongo algunos ejemplos de términos mentales, los que usamos en lo cotidiano o vivir diario, para referirnos a la conducta de los individuos y que, recordemos, no se constituye una clasificación técnica en sí misma. Todas ellas identificadas por medio de acciones pero que su significado está más allá de esas acciones, siendo diversas disposiciones de conducta psicológica.
4° En la cuarta columna se colocan el significado de esas disposiciones particulares. Por ejemplo, podemos encontrar que dos términos mentales distintos pueden ser de un mismo tipo funcional de disposición (ver y oler son disposiciones “efectos”); y un solo término mental, dependiendo de su contexto, podría ser dos tipos de disposiciones distintas (pensar puede ser a veces una disposición “adverbial” y otras veces, “relacional”):
Tabla 1. Disposiciones de relación y circunstancia
Geografía categorial – Lenguaje natural – Primera taxonomía |
Disquisición del enunciado
disposicional |
Psico-término de alusión mental usados en
el leguaje cotidiano de lo psicológico |
Disquisición psicológica
del psico-término |
Términos de relación |
Se emplean para hablar de eventos complejos que sólo tienen lugar
como formas de interacción entre eventos aislados, los que por sí sólo no
bastan para caracterizar el hecho en cuestión. Los términos de relación
adoptan muchas veces la forma de verbos, y por ello que se les confunde con
términos de acción. |
Ejem: Pensar Lenguaje del percibir sustitutivo |
Pensar no consiste en alguna acción particular, aún cuando requiera
de diversas acciones particulares. Pensare es una forma de relacionar dichas
acciones con circunstancias y eventos especiales. |
Término de circunstancia |
Parecen confundirse con términos de acción. Estos términos se usan
para hablar acerca de de la circunstancia en que ocurrió una acción, pero no
describen un tipo especial de acción |
Ejem: Recordar como remembrar y como reminiscencia Razonar Dormido |
Decir que hablé por el teléfono cuando “recordé” algo, no significa
que recordé y hablé por teléfono como dos acciones distintas, sino que hablé
en cierta circunstancia: antes ciertas condiciones de estímulo particulares a
las que llamo “recordar”. |
Geografía categorial |
Disquisición del enunciado
disposicional |
Psico-término |
Disquisición psicológica
del psico-término |
Término adverbial |
Cualifican una acción, pero no constituyen acciones por sí mismo.
También no constituyen otra segunda actividad paralela sino la misma o una
sola realizada de una forma particular. |
Ejem: Pensar (otra lógica) Imaginar |
Cuando decimos “mientras leía pensaba detenidamente en el contenido
de la lectura”, no queremos decir que leía y además pensaba. Hablamos acerca de leer de cierta manera, de
“leer pensando”. |
Términos de estado |
Se relacionan con la condición en que el individuo se encuentra al
hacer o padecer algo. Los términos o expresiones de estado no deben
confundirse con los de circunstancias, de acción, modales o de propensión. |
Ejem: Dormir o estaba como dormido, o “durmiendo nada se resuelve” Sentires, emociones varias |
“Dormir”, por ejemplo describe un estado y no una acción o una
circunstancia. Pero decir que estaba “como dormido”, describe una propensión
y no una estado. “Durmiendo no se resuelven los problemas” expresa una
proposición modal, en tanto se menciona la condición como posibilidad de acción. “Se deslumbró”, “perdió el sentido”, “estaba triste”, etc. |
Geografía categorial |
Disquisición del enunciado
disposicional |
Psico-término |
Disquisición psicológica
del psico-término |
Términos de efecto |
Tienen que ver con expresiones acerca de los objetos y acciones de
otros. Se expresan cuando reaccionamos ante condiciones de estímulo
particulares. |
Ejem: Lenguaje de la sensación |
“Vi el cuadro”, “olí el aroma del tobillo”, “escuché tu voz”, son
expresiones de efecto, y se relacionan con el lenguaje de las sensaciones y
de los sentimientos como reacciones ante condiciones de estímulos
particulares. |
Término de acción |
Identifican actividades o respuestas como formas de comportamiento
directas y distintivas. Son verbos, pero no todos los verbos ni expresiones
de verbo constituyen términos de acción. |
Ejem: Comer Reir Aplaudir, hablar, etc. |
Los anteriores de la fila son términos de acción, son puntuales,
discretas, ostensivas. Todas aquellas actividades del organismo de las cuales
se componen el resto de lógicas extra episódicas. Pero no son: “mostrar
espíritu de corporación”, “observar”, “examinar”, “analizar” y muchos otros
que podrían parecen acciones. |
Tabla 4. Disposiciones de tendencia y propensión
Geografía categorial |
Disquisición del enunciado
disposicional |
Psico-término |
Disquisición psicológica
del psico-término |
Términos de tendencia |
Identifican la alta probabilidad de que ocurran ciertos actos o se
configuren determinadas circunstancias, pero no son términos que describan
directamente actos particulares o circunstancias concretas. |
Ejem: Personalidad |
La personalidad se refiere a la tendencia estable en el tiempo y
específica a “circunstancias genéricas de comportarse”. Es la forma de
enfrentar invariante a las situaciones y que es singular para cada individuo. |
Término de propensión |
Es evidente que también son
tenencias pero menos temporales. No son actos ni estados tampoco, pero sí
poseen lógicas diversas. |
Ejem: Motivación. Estado de ánimo. Conmoción |
Las motivaciones son las preferencias e inclinaciones de un sujeto. Los estados de ánimos son como las enfermedades y el estado del
tiempo: condiciones temporales que aglutinan acontecimientos. Una conmoción son estados temporales inmediatos y de agitación
emotiva |
Geografía categorial |
Disquisición del enunciado
disposicional |
Psico-término |
Disquisición psicológica
del psico-término |
Términos de logro |
Hacen referencia directamente a resultados. A pesar que implican
acciones, dichos términos o expresiones no identifican acciones. |
Aprendizaje; Solución de problemas; Formación de conceptos. Lenguaje de la percepción |
En cada uno de estos psico-términos, se identifica el uso en la
medida que se obtienen los resultados esperados en base a los criterios
sociales impuestos. Se identifican por medio de las acciones pero son más que
ellas. Son “su resultado”. |
Término modal |
Identifican acciones o estados, y la “posibilidad” de realizarlas o
permanecer en ellas por la persona u objeto. Tienen distintas
interpretaciones: Una pluma puede flotar/Él puede flotar/Él puede flotar/Él
ya puede flotar. Hay expresiones modales que refieren capacidades (Él puede flotar) |
Memoria, como olvido Sentir y algunas sensaciones. |
Esta acepción de memoria implicar “conocer” o el “conocimiento de”
que implica no haberlo olvidado. |
101. Esta clasificación primaria, tentativa y en evolución del autor
permitiría posteriormente el estudio científico-técnico de los términos de
alusión mental puesto que es puente entre ambos. Brindamos en extenso una cita
actual (Libro “El Estudio científico de la conducta individual: Una
introducción a la teoría de la Psicología”) de Emilio Ribes sobre la naturaleza
de este lenguaje de alusión mental con el estudio científico de la conducta,
del cual refiere que el científico se desprende del cotidiano, y no viceversa:
“Se trata, más bien, de dar
por hecho que las palabras insertas en nuestras prácticas individuales
cotidianas denotan, son descripciones o referencias de actividades que ocurren
en nuestro interior, actividades que obviamente “percibimos” sólo como
“consciencia” de lo que nos ocurre o hacemos. Para todos es evidente que la
“consciencia”, cuando usamos o aplicamos el término, tiene que ver simplemente
con la posibilidad de hablar o señalar lo que ocurre, nos ocurre o hacemos,
pero que no se trata observar nuestro propio devenir como espectadores y
protagonistas simultáneamente. Sin lenguaje, la mención a la “consciencia” no
tendría lugar, excepto como equivalente a reaccionar ante las cosas y
acontecimientos. Por esta razón, términos como sensación, percepción, memoria,
imaginación, pensamiento, inteligencia, emoción y otros similares, que se
emplean como términos ordinarios de nuestras relaciones interpersonales, no
figuran en el índice temático de este libro. Esto no significa que los
fenómenos comprendidos, que incluyen el uso de dichos términos, dejen de ser
analizados. Todo lo contrario. Intentaremos demostrar cómo las prácticas de
lenguaje ordinario, que incluyen la ocurrencia de dichos términos, constituyen
el primer nivel de análisis requerido para un estudio científico del
comportamiento” (Ribes, p. 16).
101. 1. Ponemos en extenso también
que el autor ha reflexionado y actualizado el análisis de estos conceptos,
además de aumentarlos en los tipos disposicionales y sus variantes que cada uno
corresponde. Tal es el caso de la “memoria”:
“Del mismo modo, le memoria puede ser empleada de manera adverbial, es decir, refiriendo la manera en que se hace algo, como cuando decimos que alguien hace las cosas de memoria, lo que significa que las hace de manera repetitiva, sin “comprensión” real de por qué las hace. En otras ocasiones, la memoria se refiere a una supuesta actividad, la de recordar. Cuando se intenta recordar cómo se resolvió una ecuación, por ejemplo, no se hacen dos cosas, recordar y resolver la ecuación; en la medida en que se ensayan distintas opciones empleadas en el pasado o sugeridas por el problema presente, se va “recordando” la manera de resolver la ecuación. En este caso, recordar se refiere a un episodio definido por un logro específico, resolver una ecuación conocida, en el que las acciones para hacerlo no están prescritas de manera explícita, y van teniendo lugar, de manera no prevista, a medida que se desarrolla la solución siendo “recordada” … (p. 48).
… el
concepto ordinario de “memoria” y sus variantes (recuerdo, retención, olvido,
reminiscencia, recuperación, registro y otros más) (p. 260).
102. Y para no dejarles en visto, con respecto a la duda de cómo se
relaciona este lenguaje disposicional con un lenguaje científico, es justamente
con la creación y/o postulación de términos antiguos, siendo estos técnicos,
especializados y relacionados semánticamente con una red conceptual de otros
términos (una “teoría”). Si bien esto ya escapa del alcance de este ensayo, pondré
brevemente un análisis de tres términos técnicos que hacen alusión a fenómenos
psicológicos que corresponden a su vez a
tres “lógicas” distintas o tipos disposicionales diferentes. Veamos el
siguiente cuadro:
Tabla 6. Factores disposicionales psicológicos. Tèrminos especializados para el estudio científico.
103.
Por todo esto, aconsejo la lectura a profundidad de los libros antes mencionados,
tanto de los conductistas lógicos. En ellos encontrarán un análisis
pormenorizado de por ejemplo, las diferencias diversas que hay en los distintos
tipos de propensiones afectivas (sentimientos, sensaciones, conmociones, etc.).
Análisis profundo que nos lo realiza el filósofo Gilbert Ryle en su obra “El
concepto de lo mental”, y también el filósofo Alejandro Tomasini en su ensayo:
“Aclaraciones en torno al concepto de emoción”. El propio B. F. Skinner realiza
un análisis conductual de muchos términos mentales en varios de sus libros. Luego de ello, se
pasan lentamente al estudio científico de los mismos y al uso de un sistema
semántico especializado y diferente de estos términos mentales de la vida
cotidiana.
103.
1. Esto último generó el mito de que el Conductismo no estudia los fenómenos
mentales, si lo hace, sino que estrictamente, “estudia los fenómenos
psicológicos -con términos técnicos- que
se hacen alusión en los términos de la vida mental” (Y esta frase que se
encuadre bien firme en la sala de su pensamiento).
104.
La vida mental son ese tipo de eventos que obviamente hacen referencia a
acciones observables y algunas no observables, sin embargo no son esas mismas
acciones. Los fenómenos psicológicos son las relaciones entre dichos eventos, y
de estas relaciones no puede predicarse si son observables o no. Cuando alguien
resuelve un ejercicio de matemáticas, conversa con otra persona sobre la
política, piensa en cómo va entrar al escenario, lo que hace son distintas
cosas que lógicamente refieren varios tipos de disposición o tendencias a
actuar. Las categorías gramaticales clásicas de substancia, verbo y adjetivo
son altamente insuficientes para capturar las categorías gramaticales de lo
psicológico. Es necesario contar con categorías lógicas adicionales como son
las presentadas aquí. La vida mental implica una dimensión que sólo afecta al
propio sujeto y esto es parte del total. La planificación “mental” ha sido muy
sobrevalorada en el sentido de definirla como la explicación constante de la
conducta, cuando en realidad la mayoría de lo que hacemos no está siendo
planificado en forma de “consciencia sostenida” (un tipo de los cuatro tipos
disposicionales del termino “consciencia”). El comportamiento tiene
demorabilidad, y eso lo dijo Kantor en el siglo pasado (Psicología
Interconductual, 1967). Esta demorabilidad depende del tipo lógico de la
disposición que tengamos (desde una acción puntual, algunas conmociones fugaces,
propensiones, sentimientos duraderos, hasta los estilos casi permanentes) sin
que quiera decir que, técnicamente, la “memoria” sea el “supra-proceso mental-básico”
en todos ellos. El significado de la memoria lo tienen las personas y no lo
teóricos que crean significados que reducen, expanden o confunden lo que las
personas quieren decir. El tratar de usar conceptos multívocos para
significados unívocos ha creado esta confusión poco aparente. La investigación
experimental es fructífera y frondosa pero por mirar el árbol se ha olvidado
del bosque. La terminología de lo mental, también ha sufrido cambios
conceptuales a través de la historia del ser humano según sus sociedades,
épocas y dinámicas de convivencia. En la mayoría de las acepciones de memoria no
se requiere una lógica de “almacén del pasado”, y en general, todo lo visto
relacionado al análisis de lo que refieren las disposiciones, dista mucho de un
análisis científico serio. Nada de comprender la lógica de la vida mental,
comprende científicamente el cómo, cuándo y porqué de los fenómenos concretos
que hacen alusión. El que las teorías y técnicas cognitivas usen de distintos
métodos experimentales para estudiar estos términos, no implica que no cayeran
en el error conceptual. Al saltearse el análisis conceptual de lo
disposicional, han creado variaciones experimentales de lo que piensan ser el
estudio de un solo fenómeno puntual, mental y oculto. De manera interesante,
estas variaciones que realizan dan luces de la multivocidad del término. El error
es solamente conceptual como hemos mencionado al inicio y largo del ensayo. Lo
mental puede referirse a comportamiento básico e inmediato hasta complejo e
históricamente configurado. El no disponer de una taxonomía de la conducta a la
mano, se termina en la confusión de la vida mental literal. Todo el
comportamiento lingüístico, mediato, inaccesible, planificado, demorado,
especializado y esforzado es parte de un largo proceso de jerarquización de lo
más simple a lo más complejo. A un psicólogo que entiende estos procesos
escalonados de conducta no le sorprende las reflexiones abstractas de un
filósofo o el teorizar de un físico puro. El comportamiento no tiene saltos
cualitativos y ontológicos tan distantes para decir que de algo monista pasó a
dualista, o de algo conductual a cognitivo, o de motor a mental. Se tratan de
alejamientos funcionales cada vez más distantes de los parámetros y límites que
le pone las condiciones físicas a la conducta. Son logros funcionales cada vez
más complejos en cantidad y cualidad funcional. La vida mental y sus mecanismos
son muy desafiantes, y lo primero es tener claro a qué cosas nos estamos
refiriendo por medio de las palabras que le hacen mención. Posteriormente, con
el estudio científico podremos escudriñar las preguntas de “lo inconsciente y
oculto de lo que hacemos y por qué lo hacemos”. Para ello, una teoría
psicológica debe usarse de un sistema de conceptos especializados, y es lo que
ha hecho desde el inicio las teorías conductistas, irónicamente rechazadas, por
realizar esto con honestidad científica.
105.
El punto quinto y última parte de este ensayo brindaré las conclusiones y
reflexiones finales. Además de contestar algunas preguntas de los lectores
sobre todo lo leído hasta esta parte. Si con esto no resuelvo el problema de lo
mental entonces no estaría satisfecho y al mismo tiempo, considero que se puede
estar totalmente de acuerdo con este artículo y las ideas del conductismo
lógico y los análisis filosóficos de Emilio Ribes, y por otro lado, realizar
investigación experimental de otros “conductismos” y hasta de “teorías
cognitivas contemporáneas”, siempre y cuando tengamos claro estas reflexiones. Si
preguntasen si podría ser a fin a estas ideas
y aplicar psicoterapia de Beck, les diría que al ser objetivos
diferentes (ciencia y tecnología) y que la posibilidad de obstaculizar las
prácticas y técnicas es nula, la respuesta sería afirmativa… claro está,
repito, se entienda que los conceptos de alusión mental de Beck tengan la
lógica disposicional que les pertenece según lo que esté refiriendo en el
contexto clínico específico. De todos
modos, caer en este pragmatismo profesionales sería algo vanal, debido a que
existen prácticas tecnológicas, claramente afines al Conductismo, más acordes y
afines con estas reflexiones.
Ribes, E. (2010). Lenguaje ordinario y lenguaje técnico: un proyecto de currículo universitario para la Psicología. Revista Mexicana de Análisis de Psicología, 27(1), pp. 55-64.
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